Valientes mujeres iraníes
Iran Human Rights, con sede en Oslo, reportó el asesinato de más de 300 manifestantes iraníes, incluidos 43 niños, 25 mujeres, y 15.000 arrestos en las protestas que siguieron al asesinato a manos de la “policía de la moral” de la joven kurda Mahsa Amini, en septiembre pasado, por un supuesto mal uso del velo. Desde 1983, el llamado hiyab es obligatorio para las mujeres a partir de los nueve años.
Al menos 15 ciudades se unieron al clamor contra un violento régimen teocrático que inmediatamente bloqueó la conectividad y el acceso a redes en su afán por controlar la propagación de las protestas. Las condenas de la comunidad internacional no tardaron en llegar, provenientes de la ONU, Amnistía Internacional, EE.UU. y Francia, entre otros.
Mujeres de todo el mundo se solidarizaron con sus congéneres y subieron imágenes a las redes sociales cortándose un mechón de cabello en repudio por el asesinato de Amini y reivindicando sus derechos. Al día de hoy, los videos que circulan en las redes son por demás elocuentes cuando muestran a las fuerzas de seguridad del régimen reprimiendo a mujeres manifestantes en estaciones de subte y demás sitios públicos. O quemando y rompiendo imágenes del ayatollah Ali Khamenei.
Ni las advertencias oficiales ni la fuerte presencia policial desalientan los justos reclamos contra el régimen. Las movilizaciones de estos días en memoria de Amini, cuando pasaron dos meses de su muerte, recuerdan también el estallido de noviembre de 2019 ante el aumento del precio de los combustibles que condujo a otra letal represión con un saldo de 230 muertos reconocido oficialmente.
Mientras tanto, en Teherán, valientes mujeres optan por caminar sin velo y con la frente en alto por las calles, desafiando al régimen y exponiéndose a castigos.
El Tribunal Revolucionario de Teherán continúa impartiendo condenas de muerte y prisión. Quienes no cuentan con abogados y son sometidos a torturas físicas y mentales para mentir en sus confesiones terminan en la cárcel o ejecutados.
Ningún Estado debería imponer normas de vestimenta a su población, mucho menos cuando lo hace con violencia y represión. Esta joven generación vio cómo sus padres y abuelos intentaron cambiar el sistema islámico desde adentro, pero fracasaron y hoy lo enfrentan con coraje. La situación iraní no debe perder visibilidad. Es necesario que la comunidad internacional siga alzando la voz para denunciarla.
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