Contacto
MPA. Av. Santa Fe 3936, 5C. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, (1425). Argentin
11 6091 9377
info@musicaparaelalma.org
Música para el Alma
El lunes pasado, por la noche, estaba de pie en la vereda de Marcelo T. de Alvear, frente al Teatro del Globo, impresionado por la fila de gente, que parecía no terminar más. Por último, salí de mi asombro y entré. Gisela Timmermann, directora ejecutiva del Mozarteum Argentino, me había invitado a un concierto que no era del Mozarteum, sino de otra institución admirable por sus objetivos y el nivel que ha alcanzado: Música para el Alma. El teatro estaba colmado.
Desde hace siete años, Música para el Alma (MPA) realiza conciertos gratuitos para las personas enfermas que no pueden desplazarse y llegar a una sala de música, o que no están en condiciones de pagar una entrada. Eso significa que son los músicos quienes van a hospitales, geriátricos, cárceles e institutos de rehabilitación. Con el tiempo, MPA ha llegado a ser tan reconocida que actúa en otros países (Uruguay, Chile, Paraguay, Italia e Israel) y realiza giras por el interior de la Argentina. Los músicos cambian de acuerdo con los lugares donde actúan y sus compromisos: pertenecen, por ejemplo, a la Orquesta Sinfónica Nacional, a la Filarmónica, a la Orquesta Estable del Colón, a la Camerata Bariloche. La lista es muy larga e incluye a los músicos de las orquestas y coros de provincia y de los países donde MPA da conciertos. En 2016, la institución recibió el premio Cilsa al compromiso social, y en 2018, su director, Jorge Bergero, fue uno de los veinte nominados para el premio Outlook Inspirations 2018, otorgado por la BBC de Londres.
MPA es el fruto del amor y del dolor, dos palabras que, a menudo, van juntas. La flautista María Eugenia Rubio y el violonchelista Jorge Bergero se conocieron en la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, se enamoraron y se pusieron de novios, pero ella se enfermó de cáncer de mama y dejó la orquesta. En 2011, era evidente que Eugenia iba a morirse. Estaba internada en la Fundación Salud. Bergero y un grupo de amigos músicos resolvieron darle un concierto en la sala de pacientes donde ella se encontraba. La música fue la mejor terapia, al menos por unas horas. Eugenia y el resto de los pacientes rieron, lloraron y terminaron cantando a coro. A partir de ese día, Eugenia y Bergero concibieron MPA y sentaron las bases del organismo musical. El primer concierto fue en 2012, en un instituto para chicos ciegos. Eugenia ya había fallecido.
La noche del lunes fue excepcional por las interpretaciones musicales y el entusiasmo de los artistas y la concurrencia. Esos conciertos anuales son los únicos en que se paga el ingreso. Lo recaudado se destina a los gastos de traslado de MPA. El programa comenzó por el preludio de la ópera Carmen, de Bizet, y terminó con el "Brindis" de La traviata, de Verdi. El resto de los compositores iban desde Monteverdi, Bach y Mozart hasta Rossini, Verdi, Lehar y Puccini. Entre los intérpretes estaban el formidable clarinetista Mariano Rey, el trombonista Pablo Fenoglio ("I'm Getting Sentimental Over You"), las sopranos Soledad de la Rosa, Laura Delogu y Daniela Tabernig. El joven y talentoso director Ulises Maino creó una relación, podría decirse, amistosa con el público, en la que no faltó algún toque de humor.
El momento más emotivo del lunes en el Teatro del Globo fue cuando Bergero, en un breve intermedio, recordó a su mujer y las reacciones de entusiasmo de los enfermos cuando ven entrar a los artistas que se distribuyen en las salas, entre las camas, los tanques de oxígeno, los cables y, por último, los envuelven en la música bienhechora.
¿Y cuál fue la reacción del público del teatro, además de las ovaciones interminables? Creo que todos, con y sin razón, nos sentimos "buenos", prometimos serlo o, por lo menos, pensamos que la bondad aún es posible.
H. B.
El lunes pasado, por la noche, estaba de pie en la vereda de Marcelo T. de Alvear, frente al Teatro del Globo, impresionado por la fila de gente, que parecía no terminar más. Por último, salí de mi asombro y entré. Gisela Timmermann, directora ejecutiva del Mozarteum Argentino, me había invitado a un concierto que no era del Mozarteum, sino de otra institución admirable por sus objetivos y el nivel que ha alcanzado: Música para el Alma. El teatro estaba colmado.
Desde hace siete años, Música para el Alma (MPA) realiza conciertos gratuitos para las personas enfermas que no pueden desplazarse y llegar a una sala de música, o que no están en condiciones de pagar una entrada. Eso significa que son los músicos quienes van a hospitales, geriátricos, cárceles e institutos de rehabilitación. Con el tiempo, MPA ha llegado a ser tan reconocida que actúa en otros países (Uruguay, Chile, Paraguay, Italia e Israel) y realiza giras por el interior de la Argentina. Los músicos cambian de acuerdo con los lugares donde actúan y sus compromisos: pertenecen, por ejemplo, a la Orquesta Sinfónica Nacional, a la Filarmónica, a la Orquesta Estable del Colón, a la Camerata Bariloche. La lista es muy larga e incluye a los músicos de las orquestas y coros de provincia y de los países donde MPA da conciertos. En 2016, la institución recibió el premio Cilsa al compromiso social, y en 2018, su director, Jorge Bergero, fue uno de los veinte nominados para el premio Outlook Inspirations 2018, otorgado por la BBC de Londres.
MPA es el fruto del amor y del dolor, dos palabras que, a menudo, van juntas. La flautista María Eugenia Rubio y el violonchelista Jorge Bergero se conocieron en la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, se enamoraron y se pusieron de novios, pero ella se enfermó de cáncer de mama y dejó la orquesta. En 2011, era evidente que Eugenia iba a morirse. Estaba internada en la Fundación Salud. Bergero y un grupo de amigos músicos resolvieron darle un concierto en la sala de pacientes donde ella se encontraba. La música fue la mejor terapia, al menos por unas horas. Eugenia y el resto de los pacientes rieron, lloraron y terminaron cantando a coro. A partir de ese día, Eugenia y Bergero concibieron MPA y sentaron las bases del organismo musical. El primer concierto fue en 2012, en un instituto para chicos ciegos. Eugenia ya había fallecido.
La noche del lunes fue excepcional por las interpretaciones musicales y el entusiasmo de los artistas y la concurrencia. Esos conciertos anuales son los únicos en que se paga el ingreso. Lo recaudado se destina a los gastos de traslado de MPA. El programa comenzó por el preludio de la ópera Carmen, de Bizet, y terminó con el "Brindis" de La traviata, de Verdi. El resto de los compositores iban desde Monteverdi, Bach y Mozart hasta Rossini, Verdi, Lehar y Puccini. Entre los intérpretes estaban el formidable clarinetista Mariano Rey, el trombonista Pablo Fenoglio ("I'm Getting Sentimental Over You"), las sopranos Soledad de la Rosa, Laura Delogu y Daniela Tabernig. El joven y talentoso director Ulises Maino creó una relación, podría decirse, amistosa con el público, en la que no faltó algún toque de humor.
El momento más emotivo del lunes en el Teatro del Globo fue cuando Bergero, en un breve intermedio, recordó a su mujer y las reacciones de entusiasmo de los enfermos cuando ven entrar a los artistas que se distribuyen en las salas, entre las camas, los tanques de oxígeno, los cables y, por último, los envuelven en la música bienhechora.
¿Y cuál fue la reacción del público del teatro, además de las ovaciones interminables? Creo que todos, con y sin razón, nos sentimos "buenos", prometimos serlo o, por lo menos, pensamos que la bondad aún es posible.
H. B.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.