Consumidores activos: cómo reconectar con lo que comemos
Conocer lo que sucede detrás de los alimentos nos permite retomar el control
Narda Lepes
Todo está conectado. Se aprueba como reemplazo del azúcar de caña el jarabe de maíz de alta fructosa. Intervienen los lobbies en la creación de la famosa pirámide nutricional. Alguien firma en algún lugar que la manteca es muy mala y que la margarina es mucho mejor, y así se promociona el uso masivo de grasas hidrogenadas en lugar de la grasa vacuna y la manteca. Los incentivos fiscales son para hidratos de carbono, grasas y azúcares más baratos. Y así seguimos.
Finalmente esas decisiones que fueron tomadas en lugares distintos, momentos distintos, por razones que nada tenían que ver una con la otra, convergieron en que hoy uno de cada dos niños en el mundo sufre de algún tipo de malnutrición, con una combinación que hace 20 años era impensada. Uno de cada tres de esos niños, además, tiene sobrepeso.
En algún momento vamos tener que exigir un plan integral para sanear un sistema que permitió que se llegue a esto globalmente. Donde los estados, organismos internacionales, lobbies, y la búsqueda del crecimiento infinito de las compañías, hicieron que hoy la alimentación mundial dependa de seis especies vegetales, todas con patente.
La producción de alimentos tomó la forma que hoy tiene haciendo algo impensado: utilizar la mayoría de sus recursos para desperdiciar el 40% de lo producido. Tenemos un problema de sobrepoblación de ciudades, sin embargo festejamos la tecnología agraria que reduce casi al mínimo el capital humano. Se incentiva y subsidian azúcar y almidones para la industria alimenticia, cuando no brindan los nutrientes necesarios. Se permite llamar "alimento" a aquello que no aporta ningún nutriente para el desarrollo humano.
La cuestión es que es legal el lobby para aquello que perjudica la salud pública. Es legal y muy temido por funcionarios. ¿Por qué? Porque allí radica el poder y dinero, la capacidad de hacer y deshacer leyes o regulaciones, la posibilidad de intervenir la ciencia de forma obscena. Todo se sabe, nada se hace.
El alimento es un problema transversal a todas las áreas que no puede ser tratado y decidido solo por especialistas del Ministerio de Salud que solo miran la parte bromatológica, o bajo un ministerio de nombre obsoleto como Agricultura, Ganadería y Pesca. La palabra "agricultura", de hecho, la rompimos. Le sacamos la cultura y brevemente se asumió, con un nombre mas honesto ,"Agroindustria ". Era horrible, pero más honesto.
El sentido común indica que no se puede planear o decidir sobre los alimentos con una única mirada, pero lamentablemente es lo que hoy está ocurriendo: todo se concentra en una mirada basada en el rendimiento económico, las ganancias y por último, en la aptitud del producto para el consumo humano. Y así salen las cosas al mercado.
La nutrición, la distribución de la producción, la educación, el trabajo, la cultura, el desarrollo social, y la salud de un país a futuro, a nadie pareciera importarle.
No olvidemos que todo está atravesado por el alimento. Todas nuestras vidas y nuestro país. Es decir; el 60% de lo que consumimos proviene de la agricultura familiar. Y sin embargo, festejamos que producimos comida para chanchos que se comen en otro país, y maíz que se va para generar puestos de trabajo- afuera.
¿Qué podemos hacer ante este panorama desolador? Exigir. Podemos exigir y estar muy atentos a los momentos de cambio, a las tomas de decisiones. Sepamos cuándo, cómo, quién y por qué. Defendamos la agricultura familiar. Comamos variedad de vegetales de estación. Conectemos con el campo, que no es solo ganado, soja y maíz sino gente que necesita trabajar para producir aquello que necesitamos comer.
Dejemos de comprar frutas y verduras que no corresponden a esta época del año, dejemos de desconocer de dónde viene lo que nos llevamos a la boca. Por favor: dejemos de ignorar a voluntad cómo se hace nuestro alimento.
¿Querés aportar? Comé plantas, comé en estación. Comé menos paquetes y más fresco. No comas "lindo", comé rico. No tires comida ni dejes que otro lo haga. Porque así, si el tema nos importa a todos, si la sociedad entera lo ve, si logramos entender cómo y cuándo perdimos conexión con nuestro alimento dejando todo en manos de otro, será posible que retomemos el control. Solo de esa manera seremos capaces de exigir que cambie el sistema.
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