Una llamada anónima y un breve encuentro en Núñez
Diego Cabot
Ayer, a las 14.30, en Comodoro Py, el fiscal Carlos Stornelli recibió los seis cuadernos de manos del periodista Diego Cabot
Después del mediodía del martes entró una llamada de un número desconocido. "Te van a contactar para pasarte una documentación" fue el mensaje en mi teléfono móvil de una voz masculina que no se identificó. Cinco horas después tenía en mis manos seis cuadernos que, a simple vista, son aquellos con los que trabajamos en 2018.
Quienes nos dedicamos a la investigación periodística solemos tener encuentros de este tipo con diversas fuentes que prometen información. Muchas veces, la mayoría de ellas, no arrojan ningún resultado. A las 20, en una esquina del barrio porteño de Núñez, una persona que no conozco me entregó, en una bolsa blanca, lo que en apariencia eran los originales de seis de los ocho cuadernos que escribió Oscar Centeno, el remisero que tomó nota de la corrupción durante diez años de trabajo en el ex Ministerio de Planificación Federal.
Desde el inicio de la investigación que dio lugar al caso de los cuadernos, a principios de 2018, el trabajo del equipo se concentró en cuadernos idénticos a los que ayer llegaron a mis manos. A mis ojos, son los mismos. Pasó un año y medio desde que devolví los originales a quien había sido mi fuente, Jorge Bacigalupo.
La decisión -el año pasado- había sido ir por el camino de la Justicia, la única que puede descartar o valorar las evidencias. Y, en aras de la transparencia, informar a los lectores en el momento en que la Justicia actuaba.
Ese rumbo es el mismo que eligió ayer: entregar al fiscal Carlos Stornelli la documentación, en este caso apenas unas horas después de haberla recibido. No tenía sentido conservarla para investigar su contenido, como habíamos hecho la primera vez.
A las 19.30 del martes esperaba en la esquina porteña en que había quedado con quien me llamó. Hubo una segunda llamada, con la indicación del lugar exacto del encuentro. Jamás había visto antes al hombre. Canoso, de unos 60 años y alrededor de 1,60 metros de altura, vestido con un saco azul y con una mochila negra, apenas me hizo un comentario sobre el tránsito. Fue casi un diálogo sin sentido el que mantuvimos los escasos 30 segundos que duró el encuentro. Él venía del centro, dijo; yo, de Vicente López. "Me dijeron que te entregue esto". Sacó una bolsa de papel y me la dio. "Me tengo que ir porque tengo que regresar al centro", aclaró, sin responder a mis preguntas sobre el contenido de la bolsa y su origen. Tomó su mochila y se fue caminando, presuroso.
A las 19.30 de ayer esperaba en la esquina -cuya ubicación exacta la justicia pidió mantener en reserva- en que había quedado con quien me llamó. Después entró un segundo llamado, con la indicación del lugar exacto del encuentro. Jamás había visto antes al hombre
De inmediato, me paralizó el temor. A partir de ese momento, todos eran sospechosos a mis ojos. Sentía que me miraban de reojo. No pude estar mucho más tiempo en la zona. Busqué el auto, que había estacionado en una cochera cercana, y me fui.
¿Qué hacer con estas pruebas vinculadas al origen de nuestra investigación? ¿Quién fue el que me entregó (o mandó entregarme) la bolsa con el material? Y otra pregunta básica: ¿por qué ahora? La oportunidad, cuatro días antes de las elecciones presidenciales, en las que Cristina Kirchner integra la fórmula favorita en los pronósticos, claramente no parece un hecho en absoluto inocente y que no se puede dejar de poner como inicio de cualquier análisis.
El valor de contar con esta pieza probatoria será motivo de peritajes judiciales. El peso de las copias digitales con las que se inició la causa había sido motivo de enormes debates, al punto de que una parte de la opinión pública, del periodismo y de la clase política prefirió calificarla como "la causa de las fotocopias". No solo fue un tema de redes sociales o posturas sobre las copias o no. Planteos judiciales en ese sentido no tardaron en incorporarse al expediente.
Varias defensas opusieron sus críticas judiciales, procesales o probatorias respecto de la validez de las copias para un proceso penal de esta profundidad. Sin embargo, un juez de primera instancia, Claudio Bonadio, y una sala de la Cámara Federal ya se expidieron sobre el tema y no hicieron lugar a los planteos. "Muchas de las defensas cuestionaron el valor de estos cuadernos como evidencia en el proceso porque no pudieron ser secuestrados. De ahí que se los invoque como 'las fotocopias' o 'las imágenes', en un curioso intento de desprestigio, cuando tal apelativo no deja de reconocer correspondencia con un original del cual es derivación", dijo la Cámara.
"Me dijeron que te entregue esto". Sacó una bolsa de papel y me la dio. "Me tengo que ir porque tengo que regresar al centro", aclaró, sin responder a mis preguntas sobre el contenido de la bolsa y su origen
Se podría alegar, con bastante razón, que la divulgación de estos cuadernos aporta poco al conocimiento de la trama que ellos documentan. Y es verdad. Una vez que la Justicia verificó con otras fuentes los hechos consignados en sus páginas, las crónicas de Centeno pierden parte de su valor. Sin embargo, hay un detalle que sí otorga valor a la publicación de los originales. El argumento más reiterativo que utilizó el kirchnerismo para menospreciar la información que proporcionaban las anotaciones del remisero consistía en señalar que "se trataba de meras fotocopias". De esa observación, de decirse, al menos, inconsistente, debía inferirse que, si en algún momento aparecían los cuadernos "verdaderos", su contenido ganaría en veracidad. He aquí la paradoja: la publicación, hoy, de estos cuadernos viene a satisfacer una demanda de quienes se sienten perjudicados por ella.
La decisión de publicar esta noticia forma parte de un dilema. A nadie se le escapa que la aparición tiene un efecto electoral, en la medida en que revive una información que, en su momento, tuvo un impacto muy negativo en la imagen y la intención de voto del kirchnerismo. Pero el periodismo está expuesto todo el tiempo a esta contradicción. Son innumerables las ocasiones en que quienes acercan a la prensa una información pretenden obtener un beneficio político con lo que se publica. Muchas veces los periodistas ignoran esa finalidad. En este caso, parece bastante obvia. La forma de resolver esa contradicción no es ocultar a los lectores la novedad que se ha conocido, sino explicitar la intencionalidad de quienes la han proporcionado. La decisión fue entregarlos a la Justicia e informar lo ocurrido a los lectores. No hay nada que ocultar.
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
Los seis cuadernos del chofer Oscar Centeno ya son analizados por la Justicia
La Justicia tiene en su poder seis cuadernos que serían los originales del remisero Oscar Centeno en donde figuran sus anotaciones sobre viajes con exfuncionarios kirchneristas para cobrar sobornos de parte de empresarios contratistas del Estado.El fiscal federal Carlos Stornelli está convencido de que son auténticos.
De corroborarse, será una prueba de alto impacto simbólico en la investigación, a la que buena parte de los acusados intentó desprestigiar porque -según argumentaban- se sostenía en simples "fotocopias".
El material lo entregó ayer en los tribunales de Comodoro Py el periodista Diego Cabot, de LA NACION, después de haberlo recibido en la noche del martes de manos de una persona que no se identificó, en un local comercial situado a unas 15 cuadras de la Redacción del diario.
Los cuadernos son idénticos (en contenido y fisonomía) a los que el propio Cabot tuvo en su poder entre enero y abril de 2018 y que dieron origen a la causa de las coimas, en la que están procesados Cristina Kirchner, el exministro Julio De Vido y más de un centenar de exfuncionarios y empresarios de primera línea. Coinciden con los anotadores identificados como 1, 2, 4, 6, 7 y 8.
"Hay un alto grado de certeza de que los cuadernos son los originales", dijo Stornelli, a la espera de los peritajes oficiales, que tendrán que determinarlo a ciencia cierta.
Al ser indagado en la causa que instruye el juez federal Claudio Bonadio, Centeno declaró el año pasado que había quemado los cuadernos en la parrilla de su casa cuando sospechó que retenerlos podía traerle complicaciones con el exsecretario Roberto Baratta, para quien trabajó como chofer durante prácticamente toda la era kirchnerista.
La aparición del grueso de los cuadernos originales no implicaría necesariamente un cambio en la situación procesal de los acusados, ya que la Justicia considera probada la veracidad de las anotaciones de Centeno y de los incontables hechos ilícitos reflejados allí, a partir de la confesión del propio remisero y de la admisión de los pagos ilegales que hicieron decenas de empresarios involucrados.
Los ocho cuadernos originales habían llegado a manos del periodista a principios de 2018. Se los dio Jorge Bacigalupo, un amigo personal de Centeno a quien el chofer le había confiado la custodia de ese material por miedo a sufrir un allanamiento judicial. Cabot trabajó con ese material, lo fotografió página por página y chequeó minuciosamente el contenido con muchos de los involucrados.
Su fuente le reclamó que los devolviera tiempo después, porque Centeno -sin saber que estaban bajo análisis de un periodista- se los pedía insistentemente. Se los devolvió y desde entonces fue un misterio dónde podían estar.
Las detenciones
La Justicia empezó a intervenir en abril de aquel año, cuando el periodista entregó su investigación y las pruebas que había conservado, entre ellas las copias digitalizadas de los ocho cuadernos y varios pendrives con videos y fotos.
El periodista Diego Cabot revisa los seis cuadernos que le fueron entregados
El 1º de agosto, Stornelli y Bonadio iniciaron una serie de operativos que derivaron en decenas de detenciones y abrieron la puerta a 23 acusados arrepentidos. El impacto político y económico resultaría descomunal por la cantidad y la relevancia de los involucrados.
Al no aparecer los cuadernos originales, el kirchnerismo argumentó que no había pruebas, sino solo "unas fotocopias de dudosa procedencia".
El propio candidato presidencial del Frente de Todos, Alberto Fernández, dijo el 23 de septiembre, en defensa de Cristina Kirchner, su compañera de fórmula: "Nunca se encontraron los cuadernos. Solo contamos con fotocopias que en el mejor de los casos valen como meros indicios".
En septiembre, Bonadio elevó a juicio oral el tramo principal de la causa de los cuadernos. Acusó a 53 personas, entre exfuncionarios y empresarios, incluida la expresidenta y candidata a vicepresidenta del Frente de Todos Cristina Kirchner.
A ella la señala como jefa de una asociación ilícita. Esta misma semana la Cámara Federal confirmó la validez jurídica de las declaraciones como arrepentidos de 31 de los involucrados.
Los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi entendieron que Bonadio "ha dado cumplimiento" a lo dispuesto en la ley 27.304, conocida como la ley del arrepentido, "en cuanto a corroborar el cumplimiento de las obligaciones que los imputados arrepentidos contrajeron en el marco del acuerdo de colaboración" que firmaron en su oportunidad.
"Especialmente la verosimilitud y utilidad, total o parcial, de la información que han proporcionado", destacaron los jueces.
La decisión de publicar
Del editor
La decisión de publicar esta noticia forma parte de un dilema. La aparición de los cuadernos originales cuatro días antes de los comicios, de manos anónimas, podría tener un efecto electoral. Pero el periodismo está expuesto a esta contradicción: por un lado, saber que puede ser utilizado para un fin particular, pero al mismo tiempo tener una responsabilidad frente a su audiencia de dar a conocer información de interés, previo aporte a la Justicia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.