Robo
"Para robar hay que ser inteligente y yo me creo inteligente".
(Del intendente peronista de la localidad salteña de Pichanal)
En el peronismo hay una gran preocupación: temen que les roben. En principio, que les roben votos en las próximas elecciones. La hicieron pública durante la primera reunión del año de la Comisión de Acción Política del partido, en la que alertaron sobre un posible fraude a raíz de los cambios que el Gobierno propone en el escrutinio.
Dijo Hugo Moyano: "Si el peronismo se deja afanar la elección, ¿para qué estamos acá? (reunidos en la sede partidaria)". Sostuvo Jorge Landau, apoderado del PJ: "Perón decía que para que haya trampa debe haber un tramposo y un tonto, ¿vamos a ser tontos?".
A cientos de kilómetros, Julio Jalit, intendente peronista de la localidad salteña de Pichanal, sentenciaba: "Para robar hay que ser inteligente y yo me considero inteligente". Casi un remix de aquella primorosa frase del diputado Lázaro Fonzalida cuando, para justificar la amañada consulta popular para la re-reelección del gobernador riojano, se vanaglorió: "Los peronistas somos vivos, no pelotudos".
Hay un factor común en esta pequeña cosecha de razonamientos peronistas: el concepto de "robo". Robo, como viveza propia, o para evitar la ajena. "Robo" para la riqueza personal o "para la corona", dicen que dijo José Luis Manzano, un visionario de lo que mucho después sería el proceso de institucionalización de la corrupción.
Ojo que no siempre acusar de ladrón tuvo el mismo tenor en el PJ. Hay una frase que Juan Domingo Perón soltó con más ánimo de vendetta que de denuncia sobre el reconocido dirigente Antonio Cafiero. "Cafierito -sostuvo el general- es un buen muchacho, lástima que tenga por costumbre quedarse con todos los vueltos". Perón graficaba así su fastidio porque Cafiero apoyó a Héctor J. Cámpora.
Qué decir del propio Perón, a cuyo cadáver le robaron las manos. O del robo del cuerpo de Evita, episodios atroces sobre los que sobra bibliografía y, en el caso de las manos, faltan culpables.
Y tampoco olvidemos el robo del sable corvo de San Martín por parte de un grupo de jóvenes peronistas que se lo llevaron en los 60 para reavivar el movimiento y ridiculizar al gobierno de Arturo Illia, según hicieron trascender exégetas de aquella escena del crimen. Conste que en 2015 Cristina Kirchner devolvió el sable al Museo Histórico Nacional. Fue una de las escasas devoluciones de lo robado que se le conocen hasta el momento.
G. G.
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