jueves, 25 de abril de 2019
DEL FOTÓGRAFO DIEGO DEFEO
El lado oculto. Historias marcadas por una cicatriz de dolor y tristeza
El consumo de drogas en Ciudad Oculta, en el barrio de Villa Lugano, genera crudas imágenes callejeras
El fotógrafo Diego Defeo lleva adelante su propuesta de registrar la vida cotidiana en asentamientos marginales de la región metropolitana, donde los entornos pueden definir el camino que seguirá cada adolescente
Un auto robado que alguien descartó en la periferia de La Plata se prende fuego. Las llamas dan vida a la noche del Camino Negro, esa avenida casi abandonada que une las localidades de Villa Elisa y Punta Lara. Diego Defeo camina por allí, en la oscuridad. Del bolso saca su pequeña cámara Nikormat -que tiene un lente de 28 milímetros- y sobre una película en blanco y negro imprime la imagen de algunas gorras que contrastan con la luz de las llamas.
Durante los últimos dos años, el documentalista trabajó en un proyecto fotográfico que denominó Wacho; esa palabra -en el lunfardo marginal de las villas- significa joven sin madre ni padre. Con una estética cruda, pero muy cercana, Defeo se transformó casi sin quererlo, e incluso sin comprender bien por qué, en un narrador íntimo de los jóvenes que habitan en los barrios más peligrosos de Buenos Aires.
"Los pibes que salen en mis fotos no son ladrones ni narcotraficantes, pero conviven con el riesgo permanente de transformarse en delincuentes. Yo retrato esa fina línea entre la muerte y la alegría. Estos jóvenes tienen muchísimo potencial, pero no hay para ellos políticas públicas de contención", contó Defeo al comentar sobre el trabajo que lo llevó a estar en íntimo contacto con quienes caminan por las zonas que podrían ser consideradas marginales.
Y agregó: "Esos jóvenes crecen en un contexto de hambre, violencia, desocupación. Y la adolescencia es un momento de mucha incertidumbre. Entonces, el contexto que en algunos casos los vuelve resistentes en otros casos los vuelve frágiles. Y ahí todo está al alcance de la mano. El entorno y las amistades pueden salvarlos o conducirlos a cualquier cosa. Muchos de estos jóvenes caen en el delito porque son vulnerables, pero nadie los contiene. Para ellos las instituciones como la familia o la escuela están quebradas; si quieren hablar con un asistente social o un psicólogo, no pueden hacerlo".
Un auto incendiándose durante la noche en el Camino Negro
Al desarrollar este proyecto, que surgió involuntariamente mientras él visitaba amigos y personas que conocía de sus recorridas por las calles, el artista estuvo en diferentes zonas de la periferia de La Plata, el barrio Ciudad Oculta, en Villa Lugano, y el asentamiento conocido como La Cava, en San Isidro, entre decenas de sitios. Las imágenes son crudas al reflejar una parte a veces oculta del día a día en esos barrios.
En una de las fotos, un joven con lentes negros sostiene una pistola y apunta contra la cámara. "La mayoría de las historias están marcadas por una cicatriz de tristeza. Pero también hay algunos de estos jóvenes que lograron trabajos estables y equilibrio. Las villas son producto de la marginación racista y son sitios de resistencia cultural. A los vecinos de esos barrios les cuesta conseguir trabajo. Hay una realidad que muchas veces no se comprende, y es que nadie quiere ni disfruta de salir a robar", reflexionó Defeo tras pasar bastante tiempo en lugares esquivados por otros.
"En la Argentina -comentó Defeo- este racismo siempre existió. Sin embargo, el fenómeno es interesante para retratar porque ahora se da en un marco urbano. Yo trabajo en barrios alejados geográficamente; alejados de las universidades, de los hospitales. Nosotros somos un país pluricultural y deberíamos poder llegar a un acuerdo social para convivir en paz, sin marginar a algunas personas".
Identidades juveniles que se construyen alrededor de la violencia
Defeo aclara que él pensó este trabajo con una perspectiva artística -inspirado por ejemplo en Daido Moriyama y Robert Frank, que retrataron a las sociedades japonesas y norteamericana- y a su vez subraya que no lo hizo para realizar denuncias de corte social o político. Por eso, prefiere no hablar, entre otras cosas, del tráfico de drogas y del abuso de sustancias que se expande endémicamente en los mismos barrios donde toma imágenes.
Sobre este punto, solamente comentó: "Aunque no saque una foto, veo situaciones. El consumo abusivo de sustancias es una basura que lo único que puede generar es dolor. No construye nada. Algunos de esos pibes logran atravesar el momento de angustia. Encuentran una salida. Y los que no lo logran terminan muertos".
Las escenas intensas son parte de una realidad que Defeo captó con su cámara: "Respecto de las fotos con pistolas, te puedo decir que ellos muestran armas con orgullo porque -en un contexto fuerte- una pistola los mantienen vivos. Se plantan desde ahí. Pero el arma, como todas las armas en el mundo, no se usa casi nunca. El pibe de la villa tiene una personalidad y una impronta más orgullosa que la de otros jóvenes. Son duros. Se hicieron de abajo. Si no se plantan, los pasan por arriba. Y su presencia escénica es muy diferente a otras. Se cuidan mucho los unos a los otros, porque un vínculo social en esos barrios sería insostenible sin valores".
B. S.
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