La odisea de Homero y otras historias: memorias del guionista de Los Simpson
En realidad, Krusty es Homero (haga la prueba: imagine al payaso sin peluca ni maquillaje y verá que el ídolo de Bart es exactamente igual a su padre aunque ame a uno y odie a otro). Debajo de su peinado tubular, Marge esconde unas gigantescas orejas de conejo. Maggie por fin habla. El señor Burns se muere. El abuelo se muere. Homero le pega un tiro a Flanders. Y Marge le pega un tiro a Homero (antes de mostrar que tiene orejas de conejo). El último capítulo de Los Simpson ya está escrito, pero es probable que nunca se emita porque también es probable que la serie, que estaba creada para durar seis semanas y ya lleva treinta años en el aire, no termine nunca. Es lo que piensa Mike Reiss, legendario guionista y autor de Springfield confidencial, un libro maravilloso que acaba de publicarse acá: unas memorias con bromas, historias y secretos del mejor trabajo del mundo (escribir Los Simpson) y un tratado breve sobre un arte tan necesario como misterioso: la comedia.
¿Dónde queda exactamente Springfield, la ciudad más obesa, contaminada y estúpida de Estados Unidos? ¿Lisa es adoptada? ¿El director Skinner tiene peluquín? El autor Mike Reiss ofrece algunas respuestas (Oregon, no, sí), pero lo más intrigante es lo que no dice, porque deja librada a la incerteza la respuesta a una pregunta histórica: ¿por qué algunas cosas son graciosas y otras no?. "De niño, ves las series que te hacen reír y empiezas a distinguir entre gracioso ( Bugs Bunny) y no gracioso ( El Pájaro Loco)", distingue: "El humor no es algo que se pueda estudiar o analizar, es algo que se recoge". Según Reiss, hacer reír se aprende como se aprende a hablar: de manera espontánea, sin guía de estudios ni profesores o academias. Es una mezcla de imitación e intuición. Y si es cierto que el chiste es una unidad perfecta de sentido (todos los cabos sueltos quedan atados con el remate), la comedia es un arte casi indefinible: demasiado rara y subjetiva para explicarla con una teoría, es ni más ni menos aquello que hace tolerable lo más desgraciado de la vida.
Tercer acto. Todos los capítulos de Los Simpson terminan igual. "En el tercer acto tenemos que resolver la historia y es el momento en que nos damos cuenta de que no tenemos final", confiesa Reiss. Hace 30 años que escribe el artefacto cultural más representativo de esta época y todavía no sabe cómo culminar una historia. Pero hay que cerrar el episodio, aunque la serie no vaya a acabar nunca: "Al final, como se nos acaba el tiempo y la paciencia, terminamos quedándonos con la última idea propuesta, no con la mejor". No hay remate.
LISTAMANÍA: Los cinco peores capítulos de Los Simpson, según Mike Reiss
1. Información sensible. Para impresionar a Milhouse, Bart dice que Homero vende información nuclear. El padre termina preso y el episodio antes, de lo malo que es.
2. El tren de Seúl. Los cinco de Springfield viajan al estudio de animación coreano. donde los animan a ellos. Pocos entienden la broma del meta-guion.
3. El espectáculo de Los Simpson y Bob Esponja. Los personajes se mudan a casa de Homero y Marge se encariña con Bob porque "es el mejor lampazo del mundo".
4. La monarquía de Hillary. Un capítulo donde Trump pierde las elecciones. Según Reiss, "fue una interpretación totalmente errónea del clima político".
5. La copa mundial de los panolis. Otro episodio dentro de un episodio: Homero lee una lista con los peores capítulos del show de Krusty en una broma sin gracia.
N. A.
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