miércoles, 6 de marzo de 2019

FEMICIDAS Y FEMICIDIOS, II,


Cuando se quita la vida quien acaba de matar a una mujer
Muchos de los hombres que cometen femicidio contra su pareja, arrasados por las pulsiones violentas, acaban suicidándose
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Daiana tenía 27 años y hacía un tiempo pensaba en terminar con Sebastián. Se lo había dicho varias veces y habían discutido por eso, pero seguían juntos. Hasta que un domingo por la noche la relación terminó durante una nueva pelea y de la peor manera: él le disparó con una pistola en la cara. Apenas después, salió a la calle, gritó que se iba a suicidar y se pegó un tiro en la boca.
El caso de Daiana Devuono y Sebastián Vedoya ocurrió la semana pasada en Glew, en la localidad bonaerense de Almirante Brown, y no es un hecho aislado. No solo porque se trata del trigésimo femicidio del año en un país donde se mantienen estables las estadísticas de violencia de género y muere una mujer por día. Sino también porque es uno de los tantos en los que el femicida se quita la vida después de matar.
Casi en todos los casos en los que el femicida muere es porque se suicida. Las cifras sobre este tipo de suicidios se conocieron por primera vez el año pasado. Los informes oficiales a nivel nacional que provee la Oficina de la Mujer bajo la Corte Suprema de Justicia no midieron esta unidad de análisis hasta 2017. Ese año se registraron 39 sindicados o imputados que se suicidaron, aproximadamente un 15 % del total.
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Organizaciones no gubernamentales e instituciones judiciales regionales investigaban el dato desde períodos anteriores y sus porcentajes (entre el 10 y el 20%, con variaciones según el año y la jurisdicción) coinciden con el diagnóstico nacional de la Corte.
El informe 2008-2017 de La Casa del Encuentro, ONG pionera en la recolección de datos sobre violencia de género, dio cuenta de 2679 femicidios en ese lapso, en los cuales 483 victimarios (18%), se quitaron la vida tras cometer el crimen. Los datos están basados en la información publicada por los medios de comunicación nacionales, provinciales y municipales de todo el país. "Empezamos a medir los suicidios de femicidas cuando nos dimos cuenta de que el porcentaje era muy alto en comparación con el total de casos", dice  la directora de la organización, Ada Beatriz Rico.
En 2015, la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), que depende del Ministerio Público Fiscal de la Nación, registró que se suicidó un 20,1% de los femicidas. La cifra se redujo en los dos años siguientes y el promedio entre 2015, 2016 y 2017, en la CABA, fue del 10%.
Los últimos datos disponibles de la provincia de Buenos Aires datan de 2017. Ese año se registraron 98 femicidios, se iniciaron 92 procesos penales (la diferencia en el número se debe a que varios femicidas mataron a más de una mujer) y murieron 14 victimarios. Es decir, que hubo un 13% de casos de suicidio.
"Sin ninguna duda, es mayor la cantidad de suicidios en los casos de femicidios, si se los compara con los homicidios en general", evalúa Rodrigo Codino, integrante del instituto de investigaciones del Consejo de la Magistratura, que investiga hace ocho años los homicidios consumados en la Ciudad, siempre con la misma metodología. "Junto con los asesinatos de menores, prácticamente los únicos homicidios que terminan en el suicidio del asesino son femicidios. Casi con exclusividad", enfatiza Codino, experto en mediciones criminales.
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En los casos en los que el femicida muere, la Justicia considera que la acción penal "se extingue", porque no hay un autor al cual investigar y sancionar, lo que incide en las estadísticas. Como hubo una "extinción de acción penal", los casos no se registran como femicidios y se produce un subregistro. Cuando los femicidios no se anotan como tales, se dificulta la generación de datos, lo cual invisibiliza en parte el fenómeno. Así lo destaca la UFEM, órgano a cargo de la fiscal Mariana Labozzetta, que desde 2015 produce información sobre violencia de género en el ámbito de la Ciudad. El año pasado publicó un protocolo para la investigación y litigio de femicidios que señala la importancia de registrar todos los casos como femicidios, para reflejar de la manera más exacta posible la realidad y promover la generación de políticas públicas adecuadas.
Las estadísticas muestran que el suicidio del victimario es un patrón en los llamados "femicidios íntimos". Es decir, la mayor parte de los femicidas que se quitan la vida lo hacen después de asesinar a sus parejas o exparejas. De hecho, la mayor parte de los femicidios se producen en las casas de las víctimas, por parte de sus familiares. ¿Qué es lo que lleva a un femicida a quitarse la vida? ¿Por qué ocurre en los casos de femicidio "casi con exclusividad"?
Los motivos son difíciles de determinar, por las particularidades del fenómeno. La doctora en psicología Irene Meler, que coordina el Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, afirma que la reacción responde a la culpa: "El hombre que comete un femicidio cae en un estado de alteración al descargar violencia sobre los que pretendería defender.
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 Aunque no es inimputable, quien comete un crimen está en un momento de alteración psíquica. Es posible pensar que cuando el varón es arrasado por sus pulsiones agresivas, se encuentra después ante un espectáculo que lo llena de culpa y terror, porque ha dañado a una de las personas que más ama", sostiene.
"Ante la percepción desesperante de un daño irreparable cometido por él mismo, llega a un autoajusticiamiento para huir de esa situación torturante", analiza Meler.
Psiquiatra experto en temas de género, Enrique Stola tiene una opinión diferente, enfocada en la "angustia" del femicida "por la pérdida del objeto de dominación". "No creo que se trate de una situación de culpabilidad. Los femicidas en general producen daño a su pareja durante mucho tiempo antes de asesinarla, con golpes o violencia psicológica, y no buscan una reparación después de matarlas. No creo que tenga que ver con el castigo ni culpa", sostiene.
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"Cuando los femicidas se suicidan no es porque teman un castigo sino porque mataron al objeto que le daba sentido a sus vidas", cierra. "Lo que les daba pertenencia y de alguna forma les permitía vivir".
B. S.

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