La Libertad, escondida en Barrancas de Belgrano
Una versión de tres metros de la famosa estatua de Nueva York descansa, casi oculta, en la tradicional plaza porteña
La escultura está cerca de la calle La Pampa
No es raro escuchar alguna que otra vez que Buenos Aires fue bautizada “La París de América del Sur” o que muchas de las calles no desentonarían con el entorno si se trasladaran a Madrid o Barcelona. Pero hay más influencias para quienes desarrollan su curiosidad: la ciudad también tiene algo de Nueva York, aunque no sea tan fácil encontrarlo.
Cerca del Barrio Chino, en Barrancas de Belgrano, si se camina por dentro del parque, en dirección a la esquina de la calle La Pampa con la avenida Virrey Vértiz, pasando la calesita y los juegos para niños, aparece con la antorcha en la mano la Estatua de la Libertad porteña.
La nuestra es una versión mínima: mide casi tres metros, mientras que la norteamericana tiene 93. Pero fue realizada por el mismo escultor que hizo la de Nueva York, el francés Frédéric Auguste Bartholdi. Es más, la pequeña fue inaugurada antes que su “melliza” famosa.
La estatua original fue donada por Francia a los Estados Unidos en 1886, al cumplirse el centenario de su independencia. La porteña fue comprada por la entonces municipalidad de Buenos Aires.
El downgrade, además de en el tamaño, se nota en el material de construcción. La norteamericana es de bronce; la nuestra es de hierro fundido, pintado color bronce.
Pero tampoco es una baratija, según explica Elisabeth Robert Dehault en su libro Fundiciones de arte francesas del siglo XIX: la réplica se inscribe en la etapa de la modernidad donde se vincula el arte y la tecnología o “lo bello dentro de lo útil”.
Al recorrer Barrancas de Belgrano, se observan personas haciendo ejercicio con su personal trainer, gente paseando sus perros y vecinos disfrutando del verde. Pero la estatua no se ve a simple vista. Parece que estuviera escondida.
Si se camina desde Juramento, la zona está tapada por bastante vegetación. Hay que acercarse hasta casi 10 metros para poder divisarla. Lo mismo pasa si se la busca desde abajo, desde la calle La Pampa. Haciendo un esfuerzo se ve pequeña. Pero está en una colina, apunta al cielo y mira desde lo más alto de la barranca, con aires de su prima más conocida.
Además de estar casi oculta, su historia tampoco es muy clara. En principio se sabe que fue adquirida por la municipalidad de Buenos Aires, según el Archivo General de la Nación Argentina. Y supuestamente fue hecha de hierro rojo. Hoy, tiene otro color.
Para saber algo más,se consultaron los archivos del museo del área Monumentos y Obras de Arte (MOA) del gobierno porteño. “Sobre un pedestal de piedra se levanta la figura que simboliza La Libertad. Esta estatua es una réplica de la de Nueva York”, aclara la primera ficha de la escultura.
Jorge Grimaz, coordinador operativo del MOA desde hace más de 30 años, cuenta que se sabe poco de la obra: “El museo empezó a funcionar en 1953. Para todo lo anterior, se recabó información sobre la base de archivos. De esta estatua solo figura lo que se encontró en algunos libros de la época”.
La fecha de emplazamiento o inauguración es confusa. Se dice que se estrenó el 3 de octubre de 1886, unos 25 días antes de la de Nueva York. Pero en 1990 un francés llamado Francis Beaumatin, miembro del Club de los Amigos de la Estatua de La Libertad, vio en una revista que existía una versión porteña. Solicitó por carta fotos y antecedentes que explicaran tal existencia al secretario de Cultura.
La respuesta cita al autor Alberto Octavio Córdoba en su libro El barrio de Belgrano. Hombres y cosas de su pasado, de 1968. En la página 59 está escrito que “la Estatua de la Libertad fue emplazada en 1875, durante el período en el que José G. Saborido se desempeñaba como juez de paz de Belgrano”; la fuente de la información es la “Memoria” que presentó el mismo juez al renunciar a su cargo.
Nada más se sabe.
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