Francisco de Sierra dejó su "marca" en Santa Fe la vieja
Fragmento de la ilustración del padre Florian Paucke
Don Francisco de Sierra llegó en 1556, con la expedición de Martín de Orué, al Paraguay. Formó parte de la excursión de Nufrio Chaves hasta la provincia de Chiquitos; allí, según relata Ruy Díaz de Guzmán, los naturales no los trataban bien ya que procuraban: "por todos modos echarnos de su tierra, han inficionado las aguas sembrado por todas partes púas y estacas emponzoñadas de yerba mortal con que nuestra gente ha sido herida y muerta". Por diferencias con Chaves, Sierra regresó a Asunción en junio de 1559.
En abril de 1573 con la finalidad de fundar un pueblo de unas 80 personas, el gobernador interino Suárez de Toledo le encomendó la tarea a Juan de Garay. La expedición se organizó una parte en embarcaciones por el Paraná y otra por vía terrestre por la margen izquierda del río con caballos y ganado, a cargo de Francisco de Sierra.
Participó como testigo en el Acta de la Fundación de Santa Fe el domingo 15 de noviembre de 1573: "?Testigos que a todo lo susodicho fueron presentes Francisco de Sierra, Maestre de Campo de esta conquista, y Antonio Thomas y Hernán Sánchez". En febrero de 1576, Garay, al partir al Perú, lo nombró Teniente Gobernador de Santa Fe.
En octubre de 1576 el Cabildo manifiesta que: "era cosa conveniente y necesaria señalar caballo para padre por cuanto es tierra nueva y es costumbre muy buena..." para ello se seleccionó como padrillo, el del Capitán Francisco de Sierra, que serviría yeguas hasta el día de todos los santos del año siguiente. El padrillo fue entregado al Regidor Leyva quién cobraría una fanega de trigo (43,25 Kg) por cada yegua servida.
En los registros del Cabildo de Santa Fe, el 14/11/1576, Francisco de Sierra presentó para herrar su ganado el primer hierro de Santa Fe. Según Zapata Gollan la construcción de un hierro para marcar costaba el equivalente a ocho potrillos o terneros.
Un año después el gobernador Ortiz de Zárate Mendieta envió a Sierra y algunos arcabuceros traídos de Asunción, a que castigaran a los indios que merodeaban la población. Los arcabuceros aprovecharon la situación para regresar a Asunción, y Ortiz de Zárate acusó a Sierra de ayudarlos a huir. Sierra era muy respetado y apreciado por la comunidad; Del Barco Centenera en La Argentina manifiesta en su canto XIX: "A que este Sierra era muy honrado / y de los naturales muy querido, / hombre de presunción y muy soldado, / por donde era de todos muy temido". El gobernador al querer castigar a Sierra, entre otros tantos abusos, logró que pobladores se levantaran en armas y embarcaran a Ortiz de Zarate rumbo a España.
Por estos hechos Sierra presentó su renuncia, pero el Procurador teniendo en cuenta que los vecinos le tenían respeto, amor y voluntad pidió que continuara en el cargo, Sierra no quería por su avanzada edad y porque deseaba volver a Asunción donde se encontraban su mujer, María Prieto, y sus hijos. Fue inducido por el Cabildo a permanecer en el cargo. Luego fue arrestado y enviado a Asunción; donde finalmente pudo reunirse con su familia. El 24/1/1590 se designó a Pedro de Alcaraz, guardacaballos, y se resolvió trasladar el cabildo y la cárcel anexa, que estaban contiguos a la iglesia mayor, a un solar de Francisco de Sierra, quien falleció a manos de los indios Nuarás por el año 1600.
E. T.
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