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El teorema de la imposibilidad
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En tiempos electorales, se sabe, los candidatos prometen menos impuestos y más gasto público, proteger a la industria y a los consumidores, cuidar el medio ambiente y crear empleo industrial, aumentar las jubilaciones y corregir el déficit fiscal, salariazo y revolución productiva, recuperar la soberanía monetaria emitiendo billetes y otras tantas contradicciones que solo demuestran que los votantes no razonan, que no les importa, o ambas cosas.
Pero entre mis contradicciones favoritas está la de un candidato con altas chances de imponerse que esta semana volvió a decir que quería un dólar competitivo y al mismo tiempo salarios reales altos, porque el país necesitaba un boom exportador para generar dólares y al mismo tiempo una masa salarial robusta para fortalecer el mercado interno.
Lamento traer las malas noticias, pero como muestran Martín Rapetti y Pablo Gerchunoff en el grafico que aquí comparto, en los últimos 80 años de historia argentina el salario real y el valor del dólar fluctuaron permanentemente, pero siempre lo hicieron en sentido contrario; cuando subía el dólar, bajaban los salarios y viceversa.
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Este gráfico es además particularmente interesante para entender los ciclos políticos argentinos. El primer peronismo, por caso, está caracterizado por el abaratamiento sistemático del tipo de cambio real, cuya contrapartida fue el crecimiento de la capacidad de compra de los salarios, hasta que no fue posible sostener ese dólar barato, sobrevino una devaluación y desapareció por tanto la ilusión de los altos salarios. La historia se repitió en 1974, en 1980, 1985, 1993 y entre el final del ciclo K y 2017.
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En los tres peronismos la constante fue los espectaculares términos de intercambio que experimentó el comercio exterior. El período 1946-1951 condensa los cinco años de mejores precios internacionales desde 1860 a la fecha, promediando un 44% más que el promedio histórico. Aunque es difícil escribir historia contrafáctica, no resulta arriesgado conjeturar que sin esa abundancia fortuita de divisas no hubiera existido el peronismo en argentina, como probablemente tampoco se hubiera sostenido el kirchnerismo, si no hubiera tenido el tercer mejor ciclo de precios externos de la historia.
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La raíz de la imposibilidad
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Sin perjuicio de que esos ciclos hayan estado apoyados en una abundancia de dólares, también existió en ambos períodos la decisión política de romper el canal de transmisión entre los precios locales y los internacionales; un factor que al mismo tiempo que causó desinversión en el campo, permitió redistribuir la suerte a otros sectores. Sobre los hombros del azar, se construyó además un relato fantástico; una de cowboys que conectó el carisma de un líder con la lluvia de recursos, convenciendo al pueblo del poder del ritual, de la mística de esa misa que se dio en llamar peronismo.
Pero lamentablemente no es posible compatibilizar un dólar alto y competitivo, con el fortalecimiento de los salarios, porque si el dólar está caro, lo estarán también todos los productos que pueden ser exportados o que compitan con las importaciones. Estará caro el supermercado, la ropa, los muebles, los autos, los celulares, los televisores y cualquier otro bien transable.
Contrariamente; si sobran divisas y baja el precio del dólar, los salarios también mejorarán medidos en moneda dura, pero para que el circulo virtuoso sea sostenible en el tiempo necesitamos que esa mayor disponibilidad de moneda extranjera obedezca a la mayor productividad del campo, la minería, el sector petrolero y la industria. Pensemos que entre 1880 y 1930 las cantidades exportadas se multiplicaron por 12, gracias a la combinación de un boom de inmigración, la expansión de la frontera agro ganadera causada por la campaña al desierto y cambios tecnológicos como el alambrado o el buque frigorífico. En los 50 años siguientes, en cambio, solo se expandieron un 160%, luego de dos décadas perdidas entre el ‘35 y el ’55.
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El florecimiento de cada uno de esos sectores depende de la inversión que reciban, que a su turno está fuertemente influenciada por la estabilidad de las normas y por la protección de la propiedad ante eventuales confiscaciones producidas por cambios en los impuestos, novedades regulatorias y restricciones a la libre disponibilidad de las ganancias.
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Esta semana hubo dos datos aparentemente contradictorios en los Estados Unidos; por un lado, la principal economía del planeta presentó el desempleo más bajo de los últimos 50 años, con solo 3,5% de su fuerza laboral con problemas para conseguir empleo.
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Pero al mismo tiempo el índice de producción manufacturero está en el mínimo de los últimos cinco años, con 15 de los 18 sectores industriales contrayéndose en septiembre y caídas en las ordenes para octubre, con particular caída en las ordenes para exportaciones, en medio de la creciente preocupación por el enfriamiento global sumado a la crecida en las hostilidades comerciales de Trump, que esta semana anunció la suba aranceles a productos europeos por 75.000 millones de dólares.
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Los datos de salarios mostraron estancamiento por primera vez en dos años y la creación de empleos de la última semana (136.000) fue menor a la prevista (145.000)
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La sumatoria de todos esos datos indican que EEUU está llegando al tope del ciclo económico y las apuestas del mercado se alinean detrás de la idea de que la FED bajará fuerte las tasas en su reunión de fin de octubre, para sostener la actividad y evitar la caída que sobreviene luego de alcanzar la cima.
En Alemania, en simultaneo, se enfría la economía y el índice compuesto de actividad (German composite PMI) cae, por primera vez desde abril del 2013, debajo de los 50 puntos que delimitan el crecimiento de la contracción.
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En contraste, los datos del vecino país muestran una aceleración en la creación de nuevas empresas que, dejando de lado la estacionalidad, se expanden un 21,3% en los primeros siete meses del año, con particular foco en los servicios y concentración regional en el norte.
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El dato es coincidente con el índice compuesto de producción que en septiembre cerro en el máximo desde marzo (52,5), recuperando el crecimiento interrumpido en mayo, por la combinación de expansión en industria y servicios
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Similar situación se observa en el mercado de trabajo donde se registra el máximo nivel del empleo de la historia
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La utilización de la capacidad productiva oscila, sin embargo, entre 76 y 78% hace tres años; seis puntos por debajo de los niveles máximos del ultimo ciclo, lo que demuestra que la expansión de la actividad se está produciendo por el lado de la oferta, por la creación de nuevos negocios, mas que por empuje de la demanda.
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Los movimientos de los fondos se mantuvieron una semana mas en terreno positivo, ingresando a emergentes, de la mano del fortalecimiento del Yuan, que subió pasando de requerirse 7,15 renminbi por dólar a 7,11 en la semana.
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Consecuentemente el riego de los emergentes de américa latina se mantiene en el terreno de los 350 puntos, bien por debajo de los 387 que tocó en el reversal de fondos del mes de agosto.
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¿Qué pasa en nuestro país?
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Los datos del INDEC de esta semana confirmaron que la economía se hundió post PASO; cayó la industria 6,4% y la construcción se expandió 0,4% pero frenó su crecimiento en relación al mes anterior (venía de crecer 3,5%). Al mismo tiempo, los datos de salarios mostraron que en julio había habido mejora en la capacidad adquisitiva porque los ingresos se incrementaron un 4,7% promedio (6,5% entre registrados privados), más que duplicando el 2,1% de inflación registrada ese mes.
Esa incipiente recuperación de comienzo del segundo semestre, ocurría no obstante desde el piso de una caída que fue tan profunda que dejó a 35,4% de la población debajo de la línea de pobreza en el primer semestre y en la medida que la economía empeoró luego de las elecciones, seguramente el porcentaje será aún mayor este semestre
En la semana aparecieron también los primeros datos privados de inflación de septiembre. La gente del IPC Bahía Blanca midió 6% y el consenso reflejado en el REM del BCRA aguarda 5,8%. La comparación con agosto es un poco engañosa, porque había 2,5 puntos de arrastre estadístico del mes pasado y por lo tanto ese 6% no quiere decir que los precios hayan recorrido septiembre a esa velocidad, medidos punta a punta.
Las expectativas de aumentos de precios se anclaron en 5,8% para el REM (coincidiendo con el valor esperado el mes pasado), pero el mercado espera una desaceleración mas lenta, llegando a 3,5% recién en enero (mientras que ese nivel de aumentos se esperaba para noviembre, en el REM anterior)
En la encuesta que hacemos todos los meses en twitter, los respondientes moderaron las subas que esperaban en los días siguientes a las PASO. De alguna manera formaron expectativas racionales con la novedad electoral, sin que existiera en los datos pasados información que les hiciera esperar un 5% a la mayoría, pero luego las corrigieron de manera adaptativa mirando el 4% que el INDEC confirmó para agosto.
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A mediados de semana se confirmó que Hacienda usaría los 7.200 millones de dólares que el FMI había prestado para fortalecimiento de reservas, a los efectos de cumplir con sus pagos de deuda. La novedad pinchó la presión tanto sobre el dólar oficial como sobre el paralelo y despejó las incógnitas que había generado la suspensión del desembolso de 5.400 millones del Fondo. Contando los 7.200 millones los 11.000 millones de libre disponibilidad lucen mas robustos para pavimentar el camino hasta el final del mandato de Mauricio Macri
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Habrá, sin embargo, tensión poselectoral, porque los Fernández pedirán que no se venda un solo dólar mas de las reservas en la transición, pero Macri no estará dispuesto a dejar que la tensión cambiaria ajuste por precio.
Una solución salomónica podría ser partir en dos el mercado de cambios de manera formal. En la práctica, el cepo hace que el mercado opere con un dólar comercial, que también abastece al financiero minorista, mientras que el contado con liquidación queda como el dólar financiero mayorista. Si la presión sobre las divisas escala, es posible que el oficial quede exclusivamente para el comercio y los pagos de deuda pública, al tiempo que toda la demanda financiera se canalice en un dólar libre alternativo.
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El riesgo se mantuvo sin cambios significativos en la semana y es plausible pensar que continuará así a menos que haya novedades concretas sobre el nuevo acuerdo con el Fondo o avances en el reperfilamiento con privados. Otros factores que pueden influir son nuevas bajas en las tasas de interés internacionales, que hagan mas interesante la reestructuración, novedades sobre el plan macro del nuevo gobierno, que permita inferir cambios en el ratio Deuda/PBI, o más aún en la razón Deuda/exportaciones, o definiciones no ya sobre la capacidad, sino sobre la voluntad de pago.
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El estimador mensual de actividad mostró expansión del 1,2% en julio, en relación al mes anterior (desestacionalizado), aunque sabemos por los datos que publicó la semana pasada Ferreres que la economía volvió a caer en la post PASO.
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Uno de los sectores más golpeados por la crisis ha sido la industria y los números de agosto mostraron que se abortó la recuperación que habíamos visto en julio. Comparada contra el mes anterior (siempre sacando la estacionalidad), la producción de manufacturas cayó 2,8% (viniendo de una suba de 3,7%) La caída mas fuerte se produce en automotores, que retroceden 27,7% respecto del 2018. En contraste, alimentos y bebidas es el único brote verde, anotando 0,4% en positivo.
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La construcción venía de crecer 3,5% en julio y mejoró un 0,4% en agosto, continuando como uno de los pocos sectores, junto con el campo que funcionan a pesar de la crisis generalizada y la mayor incertidumbre.
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El freno en el ritmo de expansión está en sintonía con la fuerte caída en los insumos de inicio de obra, lo que demuestra que la actividad se sostiene por el completamiento de proyectos, más que por el inicio de construcciones nuevas.
El panorama hacia delante, no obstante, sigue siendo promisorio por dos razones; la primera de ellas es que los permisos de edificación siguieron creciendo en agosto (aunque solo al 4%, cuando venían haciéndolo al 19% hasta las elecciones). La segunda razón es que si se profundiza el cepo los ahorristas buscarán comprar sustitutos del dólar y el ladrillo, se sabe que en el mediano y largo plazo cumple ese rol.
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El otro dato que confirma el frenazo post electoral es el de recaudación de impuestos El IVA impositivo, también afectado por la reducción en la canasta básica, creció solo 38,1% mientras que el impuesto al cheque, proxi de actividad formal, recaudó 41,7% mas; un 8,3% abajo en términos reales.
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Profundidad de la pobreza
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El dato mas difundido en la semana fue el 35,4% de pobreza, sin embargo, pocos medios hicieron foco en la profundidad de la pobreza; esto es: la distancia que separa al promedio de los pobres, de alcanzar la canasta básica.
Concretamente, se necesitan en promedio $11.942 en cada uno de los 2.394.274 hogares urbanos pobres, para terminar técnicamente con la carencia de ingresos. Estamos hablando de 343.000 millones de pesos, o para ponerlo en otros términos, un 1,7% del PBI, que es poco menos de los 363.000 que se destinaron este año a subsidios económicos, para abaratar la luz, el gas y el transporte de la población.
Evidentemente la sociedad se debe un debate profundo sobre sus prioridades, porque tenemos los recursos para terminar con la pobreza, pero le damos otros fines menos equitativos.
Esa brecha asciende al 39,3% del ingreso promedio de los hogares pobres; un 3,1% mas que hace un año, de modo que no solo tenemos más personas pobres, sino que están en promedio mas hundidos que antes en esa condición.
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