Fernando A. Iglesias
En un país normal, un ex director de contrainteligencia de la SIDE (AFI) estaría explicándole a la Justicia las más de 4.000 llamadas telefónicas efectuadas por servicios de esa agencia la mañana del asesinato de Nisman. En un país decente, un sujeto gangsteril como Rodolfo Tailhade debería estar fundamentando ante un juez su declaración de que “los cuadernos los escribieron Bonadío y Marcos Peña”. Pero en la Argentina que dejaron doce años de uso de los servicios de inteligencia para hostigar y criminalizar a periodistas y opositores, la gente como Tailhade no solo sigue libre sino que se dedica a denunciar a los demás.
Nada nuevo hay bajo el sol peronista. Desde que en 2008 participé de la denuncia contra el gobierno de Cristina Kirchner por asociación ilícita sabía a lo que me exponía. Que a pesar de haber controlado por años la AFIP y la Oficina Anticorrupción hayan demorado más de una década para animarse dice mucho. Y que pasados los 60 años sea esta la primera vez que tenga que concurrir a un tribunal a defenderme, agrega bastante más. Pero la demostración final de la absurdidad de esta nueva operación del servicio preferido de Cristina es que el operante lleve años de denunciar opositores sin una sola causa resuelta a su favor. Macri, Gabriela Michetti, Bullrich, Carrió, Sturzenegger, Prat Gay, Peña, Laura Alonso, Garavano, Dietrich, Iguacel, Avelluto, Aranguren, Llach, Lombardi. Son solo algunos de los opositores a los que Tailhade les inició causas infundadas que ya han sido archivadas o sobreseídas. Me uno ahora a esta destacada lista. Gracias, Rodolfo. Es un honor.
Pero lo verdaderamente central de este asunto no es mi inocencia, que defenderé ante la Justicia y no ante los corruptos, sino el modus operandi de un sistema político y de medios públicos dedicado a la intimidación y la extorsión. Durante semanas, el servicial Tailhade se paseó por el entero aparato 678 de diseminación de la mentira oficial acusándome de un incremento de mi patrimonio del 1.364% y de poseer un lujoso loft en un edificio propiedad de Mauricio Macri, quien me lo habría regalado como retribución por mis servicios a la causa de la oligarquía. Y bien, presentada la denuncia, el “fastuoso” loft “regalo de Macri” desapareció y el incremento de mi patrimonio, una vez descontados los efectos de la devaluación y la inflación, resultó ser del 30%; es decir: 45 veces menor al agitado en los medios K. Un aumento, además, cuyos orígenes ya he “explicado” en mis declaraciones juradas a la AFIP y a la Oficina Anticorrupción por mis ingresos como diputado nacional, periodista, escritor y locador de tres propiedades fruto de mi trabajo y del de mis padres.
Pero no se trata de la veracidad –ni siquiera de la verosimilitud– de la denuncia.
Quien la hizo sabe perfectamente que me acusa de un delito inexistente y que para desmentirlo basta presentar al juez la documentación de AFIP respaldatoria de mis ingresos y el módico contrato de alquiler por el departamento en cuestión. Nada de eso cuenta, ya que no estamos ante una causa judicial sino ante una campaña difamatoria basada en la estrategia goebbeliana del “miente; miente, que algo queda”. Para los fanáticos K que han presenciado el desfile de Tailhade por la cadena 678, independientemente de su resultado judicial, el efecto de la denuncia será que piensen que Cristina también roba, pero al menos lo hace por la revolución social. Y quienes se informan en los canales de la ancha avenida del medio, en los que estoy proscripto, encontrarán nuevos y excelentes motivos para votar a los Albertos y Sergios de la vida. Los políticos son todos iguales, sugieren ya sus perionistas reporteando a Tailhade. ¿Por qué no seguir votando a los que nos vienen robando desde hace décadas, si no hay nada mejor?
Las ridículas argumentaciones de Tailhade fueron acompañadas, desde luego, por detalles marginales que intentaban presentar como escandaloso un patrimonio normal acumulado durante 39 años de trabajo en el sector privado y seis como diputado nacional. Como en la gestión del Gobierno, la escasez de la sustancia debe ser compensada por la abundancia de la espectacularidad. ¡Compró un todoterreno 4x4!, grita Tailhade, sin mencionar que es un modelo con siete años de antigüedad cuyo valor es el mismo que el de un Ford K cero Km. ¡Majul le prestó 450.000 pesos!, exclama, ocultando que se trata de un anticipo de derechos de autor que la editorial de Luis Majul me abonó en 2015 por mi libro La década sakeada. Si nuestro aspiracional inquisidor superara el estupor que le produce la gente que vive de su trabajo en un país devastado por la mafia para la que opera; si se tomara el trabajo de verificar el valor de esos ingresos, descubriría que al cambio oficial de aquella época eran unos 45.000 dólares, provenientes de uno solo de uno de los cinco libros que publiqué entre 2015 y 2020. Así obtendría quizás una idea acerca del origen del “escandaloso” patrimonio que denuncia: 108.000 dólares al cambio oficial de hoy.
No se trata de victimizarme. Quien se mete en política arroja su honra a los perros. Lo sé desde que decidí aceptar las candidaturas a diputado nacional que me ofrecieron la doctora Carrió, en 2007, y Mauricio Macri, en 2017. Tengo la piel dura después de tantos años en la primera línea de fuego y no me espero de este gobierno y sus sicarios judiciales nada mejor. Sin embargo, me angustia el impacto sobre quienes están cerca. La persona con la que convivo desde hace años, cuyo nombre se ha hecho público por decisión de un fiscal filtrada por los tailhaditos de la vida. Y el pobre pibe, estudiante de literatura, cuyo único pecado fue el de alquilarle por tres años a un diputado que encontró su departamento por Internet. No es este un daño involuntario sino una parte central de la intimidación. El mensaje es: “Vos podés tener la piel dura, pero tu familia, no”. Tampoco es algo ocasional, ni un mensaje personal dirigido a mí o a la oposición. Es una advertencia permanente a todos los ciudadanos argentinos que trabajan en el sector privado para que no se animen a meterse en política, como hicimos tantos de Juntos por el Cambio.
Las ridículas argumentaciones de Tailhade fueron acompañadas, desde luego, por detalles marginales que intentaban presentar como escandaloso un patrimonio normal acumulado durante 39 años de trabajo en el sector privado y seis como diputado nacional. Como en la gestión del Gobierno, la escasez de la sustancia debe ser compensada por la abundancia de la espectacularidad. ¡Compró un todoterreno 4x4!, grita Tailhade, sin mencionar que es un modelo con siete años de antigüedad cuyo valor es el mismo que el de un Ford K cero Km. ¡Majul le prestó 450.000 pesos!, exclama, ocultando que se trata de un anticipo de derechos de autor que la editorial de Luis Majul me abonó en 2015 por mi libro La década sakeada. Si nuestro aspiracional inquisidor superara el estupor que le produce la gente que vive de su trabajo en un país devastado por la mafia para la que opera; si se tomara el trabajo de verificar el valor de esos ingresos, descubriría que al cambio oficial de aquella época eran unos 45.000 dólares, provenientes de uno solo de uno de los cinco libros que publiqué entre 2015 y 2020. Así obtendría quizás una idea acerca del origen del “escandaloso” patrimonio que denuncia: 108.000 dólares al cambio oficial de hoy.
No se trata de victimizarme. Quien se mete en política arroja su honra a los perros. Lo sé desde que decidí aceptar las candidaturas a diputado nacional que me ofrecieron la doctora Carrió, en 2007, y Mauricio Macri, en 2017. Tengo la piel dura después de tantos años en la primera línea de fuego y no me espero de este gobierno y sus sicarios judiciales nada mejor. Sin embargo, me angustia el impacto sobre quienes están cerca. La persona con la que convivo desde hace años, cuyo nombre se ha hecho público por decisión de un fiscal filtrada por los tailhaditos de la vida. Y el pobre pibe, estudiante de literatura, cuyo único pecado fue el de alquilarle por tres años a un diputado que encontró su departamento por Internet. No es este un daño involuntario sino una parte central de la intimidación. El mensaje es: “Vos podés tener la piel dura, pero tu familia, no”. Tampoco es algo ocasional, ni un mensaje personal dirigido a mí o a la oposición. Es una advertencia permanente a todos los ciudadanos argentinos que trabajan en el sector privado para que no se animen a meterse en política, como hicimos tantos de Juntos por el Cambio.
“No te metas”, dice la voz de la mafia. “No te metas”, repite el estado policial. “No te metas porque la política es solo para corruptos y fascistas decididos a enriquecerse y hacerse poderosos a como dé lugar”. No te metas, porque la Argentina de los Albertos y los Gildos es cada día más un estado policial en donde el partido del poder, el peronismo, no tiene escrúpulos en usar todos los medios a su disposición para arrojar a sus críticos y opositores al mismo lodo en el que vive embarrado. No te metas, porque quienes empezaron su gobierno en 2003 diciendo que no iban a dejar sus valores en la puerta de la Casa Rosada los fueron desparramando por los conventos, las bóvedas y las rosaditas de la Patria. No te metas porque quienes reclaman el monopolio de los Derechos Humanos no dudan ni un segundo en bancar operetas de la SIDE con tal de seguir perteneciendo a la vasta asociación ilícita en que se ha convertido el proyecto nacional y popular. No te metas, sobre todo, porque el país de Alberto es el Reino del Revés, donde los corruptos denuncian a los honestos y un ladrón es vigilante, y otro es juez.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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