Ideas para variar los hidratos. ¿Cómo salir de la papa, la harina y el arroz?
La batata zanahoria o boniato, muy fácil de conseguir en estos días, es ideal para reemplazar a la papas
De la avena y la quinoa a la cebada, la batata y otras variedades de granos, las opciones para desayunos y almuerzos están más cerca de lo que creemos; aquí, algunas ideas posibles
N. L.
Cuando hablamos de comida, siempre decimos que cuánto más variado, mejor. Más colores, distintas proteínas, carnes blancas, rojas, pescado con grasa buena, magros, mariscos... Yo hincho con las legumbres: arvejas, lentejas, porotos de mil colores, garbanzos. ¡Y frutas! Grandes, chicas, rojas, amarillas, naranjas, de mil formas diferentes. Ni hablar si logramos entrar en el circuito de vegetales estacionales, un desfile de colores, texturas y sabores que sabemos que están ahí para elegir, aunque a veces sigamos comprando tomates blanquitos y tristes en invierno. Comemos con los ojos, por eso también nos gusta la comida linda.
Pero hay una parte fundamental de lo que comemos que queda atada a tres opciones. Los hidratos, que en general se reducen a papa, harina y arroz. Y ahí quedamos girando entre puré de papa, pastel de papa, papas al horno, fritas, asadas, en aluminio, al vapor, en croquetas, en rusa, con huevo… O pasta, fideítos de sopa, masa de tarta, empanadas, panes, pizzas, medialunas, galletas, facturas, tortas, piononos, panqueques, y seguimos. Y por último arroz, con el que variamos aun menos y que siempre está para sacarnos de un apuro. Pero de lo que se dice cambiar… poco y nada.
No quiero hacer una lista de opciones entre las cuales el 70% son caras o imposibles de conseguir. Hablaré solo de algunos ingredientes que podemos empezar a hacer rotar en nuestro repertorio de cocina y así variar un poco más lo que suele estar fijo. Porque es así: uno come lo que le gusta, lo que conoce y lo que le resulta simple de comprar y preparar. Es difícil, en ese sentido, salir de la papa, la harina y el arroz blanco que conocemos desde siempre.
Entonces, van algunas ideas fáciles para expandir nuestros hidratos, tanto en almuerzos como en desayunos:
◗ Si comemos pastas, variar las formas y tamaños. No comprar siempre las mismas y usarlas también como guarnición y no siempre como la estrella de la comida.
◗ Para incorporar otro arroces como el negro, el rojo, yamaní o integral, un buen truco es agregar un poco al arroz clásico en todas las preparaciones simples y, de a poco, ir subiendo la cantidad de la otra variedad. Mezclar el refinado con el integral, por ejemplo. Todo gradual.
Para sumar arroz rojo a la dieta, una buena estrategia es empezar mezclándolo con el clásico
◗ Usar una crema de choclo o granos de choclo salteados para sumar en lugar de algún puré. O la gran batata, en cualquier variedad: la amarilla, la morada, la blanca o la que ahora está en todos lados que es la naranja, también llamada batata zanahoria o boniato. Se cocina rápido y hay algunas más dulces que otras. Asada, en puré, frita, al vapor. Todas las formas de comer papa aplican para la batata.
◗ Mezclar la papa con puré de porotos blancos, sin decir demasiado, también sirve.
◗ Si la familia o nosotros mismos comemos mucho pan, lo ideal es que no sea siempre el mismo: variar la forma y el sabor.En las opciones entra el pan árabe, los miñones, la focaccia, con romero, con aceitunas, lavash, francés, de campo, masa madre, baguette... Aunque siempre sea harina, probar otras opciones ayuda a ejercitar el músculo de la novedad y la aceptación. Lo distinto empieza a ser visto como lo común.
◗ Los dos favoritos de las dietéticas, la avena y la quinoa, son claves. Quizás se necesita un poco de inventiva hasta encontrar la manera en que realmente se disfruten en la mesa. A mí la avena me gusta en granolas, o simplemente crocante, sola. O en forma de porrige o en crema con jugo de manzana y manzana rallada, algo de canela y apenas azúcar. Pero a mi hija, por su parte, le gusta con leche, mucha canela y azúcar. ¡Cuestión de entender el propio gusto!
◗ La quinoa es más simple por que es intuitiva para cocinarla, el único requerimiento es lavarla bien antes de la cocción. Va en ensaladas, con manteca, en sopas o hervida. La dejamos secar muy bien por unas horas en horno bajo y después frita: impecable.
La quinoa va bien en ensaladas, con manteca, en sopas o hervida
◗ Y la más olvidada, pero sin dudas mi favorita: la cebada, uno de los granos que más se producen en la Argentina. Tenemos fama mundial por la cantidad y calidad de nuestra cebada y sin embargo, no está en nuestras cocinas. Los ingleses hacen sopas, en Centro América hay postres, los coreanos y japoneses hacen infusiones de cebada tostada. En el mundo se hacen ensaladas o guisos y se la combina con tomates u hongos, con los que queda especialmente bien. Mi recomendación es: se compra, se lava, se cocina como arroz (aunque con más agua y más tiempo) y se guarda en la heladera. Sumala a ensaladas, a una sopa de verduras, en un estofado suculento, o bien cremosa con arvejas o espinacas, queso y manteca. Es un sabor familiar que trae recuerdos, ya que su consumo es ancestral. La cebada espera que la descubras, redondita, suave y muy fácil de comer y preparar.
Variar nuestro menú depende de la verdulería y de nuestra alacena, es solo cuestión de probar.
Pero hay una parte fundamental de lo que comemos que queda atada a tres opciones. Los hidratos, que en general se reducen a papa, harina y arroz. Y ahí quedamos girando entre puré de papa, pastel de papa, papas al horno, fritas, asadas, en aluminio, al vapor, en croquetas, en rusa, con huevo… O pasta, fideítos de sopa, masa de tarta, empanadas, panes, pizzas, medialunas, galletas, facturas, tortas, piononos, panqueques, y seguimos. Y por último arroz, con el que variamos aun menos y que siempre está para sacarnos de un apuro. Pero de lo que se dice cambiar… poco y nada.
No quiero hacer una lista de opciones entre las cuales el 70% son caras o imposibles de conseguir. Hablaré solo de algunos ingredientes que podemos empezar a hacer rotar en nuestro repertorio de cocina y así variar un poco más lo que suele estar fijo. Porque es así: uno come lo que le gusta, lo que conoce y lo que le resulta simple de comprar y preparar. Es difícil, en ese sentido, salir de la papa, la harina y el arroz blanco que conocemos desde siempre.
Entonces, van algunas ideas fáciles para expandir nuestros hidratos, tanto en almuerzos como en desayunos:
◗ Si comemos pastas, variar las formas y tamaños. No comprar siempre las mismas y usarlas también como guarnición y no siempre como la estrella de la comida.
◗ Para incorporar otro arroces como el negro, el rojo, yamaní o integral, un buen truco es agregar un poco al arroz clásico en todas las preparaciones simples y, de a poco, ir subiendo la cantidad de la otra variedad. Mezclar el refinado con el integral, por ejemplo. Todo gradual.
Para sumar arroz rojo a la dieta, una buena estrategia es empezar mezclándolo con el clásico
◗ Usar una crema de choclo o granos de choclo salteados para sumar en lugar de algún puré. O la gran batata, en cualquier variedad: la amarilla, la morada, la blanca o la que ahora está en todos lados que es la naranja, también llamada batata zanahoria o boniato. Se cocina rápido y hay algunas más dulces que otras. Asada, en puré, frita, al vapor. Todas las formas de comer papa aplican para la batata.
◗ Mezclar la papa con puré de porotos blancos, sin decir demasiado, también sirve.
◗ Si la familia o nosotros mismos comemos mucho pan, lo ideal es que no sea siempre el mismo: variar la forma y el sabor.En las opciones entra el pan árabe, los miñones, la focaccia, con romero, con aceitunas, lavash, francés, de campo, masa madre, baguette... Aunque siempre sea harina, probar otras opciones ayuda a ejercitar el músculo de la novedad y la aceptación. Lo distinto empieza a ser visto como lo común.
◗ Los dos favoritos de las dietéticas, la avena y la quinoa, son claves. Quizás se necesita un poco de inventiva hasta encontrar la manera en que realmente se disfruten en la mesa. A mí la avena me gusta en granolas, o simplemente crocante, sola. O en forma de porrige o en crema con jugo de manzana y manzana rallada, algo de canela y apenas azúcar. Pero a mi hija, por su parte, le gusta con leche, mucha canela y azúcar. ¡Cuestión de entender el propio gusto!
◗ La quinoa es más simple por que es intuitiva para cocinarla, el único requerimiento es lavarla bien antes de la cocción. Va en ensaladas, con manteca, en sopas o hervida. La dejamos secar muy bien por unas horas en horno bajo y después frita: impecable.
La quinoa va bien en ensaladas, con manteca, en sopas o hervida
◗ Y la más olvidada, pero sin dudas mi favorita: la cebada, uno de los granos que más se producen en la Argentina. Tenemos fama mundial por la cantidad y calidad de nuestra cebada y sin embargo, no está en nuestras cocinas. Los ingleses hacen sopas, en Centro América hay postres, los coreanos y japoneses hacen infusiones de cebada tostada. En el mundo se hacen ensaladas o guisos y se la combina con tomates u hongos, con los que queda especialmente bien. Mi recomendación es: se compra, se lava, se cocina como arroz (aunque con más agua y más tiempo) y se guarda en la heladera. Sumala a ensaladas, a una sopa de verduras, en un estofado suculento, o bien cremosa con arvejas o espinacas, queso y manteca. Es un sabor familiar que trae recuerdos, ya que su consumo es ancestral. La cebada espera que la descubras, redondita, suave y muy fácil de comer y preparar.
Variar nuestro menú depende de la verdulería y de nuestra alacena, es solo cuestión de probar.
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