viernes, 5 de febrero de 2016

SUMERGITE EN EL ARTE ...ANDÁ AL BORGES


30 años, 100 artistas, 400 obras: un dream team que une dos siglos

En el Borges, una muestra reúne la producción contemporánea

Hay que acercarse a centímetros de la obra para distinguir la palabra Seine, recortada de un mapa de París por Jorge Macchi en la década de 1990. Tal vez sea el detalle más pequeño de esta ambiciosa muestra que abarca todas las salas del Centro Cultural Borges. Diagonal Sur-Arte Argentino Hoy exhibirá  hasta marzo unas 400 obras de más de un centenar de artistas en los últimos 30 años.
Años 80. A fines de esa década, Carolina Antoniadis integra el Grupo de la X y obtiene importantes premios; para esta muestra, realizó un mural que incluye obra previa.

Se trata de un dream team que convierte a Diagonal Sur... en un puente entre dos milenios. Marcos López, Nicola Costantino, Leandro Erlich, Adrián Villar Rojas, Diego Bianchi, Ana Gallardo, Mónica Girón, Matías Duville y varios de los que integraron a fines de los 80 el mítico Grupo de la X -como Carolina Antoniadis, Pablo Siquier, Ernesto Ballesteros y Macchi- son sólo algunos grandes referentes del arte contemporáneo argentino incluidos en esta lista.

La amplitud del panorama fue posible gracias a la mirada, la generosidad y la constancia de Esteban Tedesco. Todas las piezas -dibujos, pinturas, fotografías, esculturas e instalaciones- pertenecen a este cirujano plástico que empezó a comprar obras a los 20 años.

Llenó su departamento del piso al techo hasta cubrir incluso baños y cocina y se convirtió en uno de los principales coleccionistas de arte contemporáneo del país. Es la primera vez que exhibe tantas obras juntas, que representan apenas un tercio de su acervo. Parte de la colección fue presentada al público en 2009, también en el Borges, y en 2013 integró Algunos Artistas/90-Hoy, en Fundación Proa, junto con las de Gustavo Bruzzone y Alejandro Ikonicoff.
Años 90. Roberto Jacoby se destaca no sólo por su trabajo, sino también por su rol de formador para las siguientes generaciones.Foto:Gentileza centro cultural Borges

"Esta muestra ocupa 10 salas del Borges; son 3000 metros de pared", dice orgullosa Lía Cristal, productora general de la exposición, que viene impulsando este proyecto desde hace años. Para lograrlo contó con el apoyo de la Fundación Tres Pinos, que está construyendo el Museo de Arte Contemporáneo (Marco) en La Boca.

¿Cómo presentar un panorama tan extenso? Convocando a un buen curador. "No pretendí hacer una muestra exhaustiva", aclara de entrada, con fuerte acento francés, Philippe Cyroulnik. Este crítico de arte que dirigió durante dos décadas Le 19, el Centro Regional de Arte Contemporáneo de Montbéliard, se apasionó por el arte argentino cuando viajó, en 1989, a Buenos Aires para ser jurado del premio Gunther en el recordado Centro de Arte y Comunicación (CAyC), creado por Jorge Glusberg. Desde entonces siguió de cerca la obra de muchos de los participantes de esta exposición.

"La colección de Tedesco tiene artistas muy importantes, como Eduardo Stupía y Marcelo Pombo, que no están incluidos aquí -agrega el curador, que trabajó asistido por Verónica Di Toro-. Construí una historia que no es necesariamente una narración, sino una relación de significación entre las obras. Pero no quiero que mi palabra domine la obra, sino que le permita existir sin mí."

El cuerpo y el movimiento, por ejemplo, predominan en una sala que incluye trabajos de Erlich, Marcelo Grosman, Mariana Tellería y Elisa Estrada. El curador decidió contrastarlos con un mural abstracto realizado especialmente para la muestra por Fabián Burgos, cuya colorida obra sorprendió a los porteños en 2008 al cubrir la fachada del emblemático Edificio Del Plata.

Carolina Antoniadis y Mariano Ferrante también realizaron murales in situ. Gachi Hasper, ampliamente representada en la colección de Tedesco, produjo especialmente una enorme obra para esta muestra. Y Andrés Paredes instaló personalmente en la entrada la monumental mariposa negra calada con la que participó en 2011 de la Bienal del Fin del Mundo, en Ushuaia. Un verdadero trabajo en equipo que refleja el vínculo logrado entre artistas, coleccionista y curador.
El nuevo milenio. Adriana Minoliti es una de las jóvenes artistas que llevan la pintura a un nivel tridimensional; su labor fue premiada en arteBA 2013.Foto:Gentileza centro cultural Borges

Cyroulnik parece atento a cada detalle. Detenido frente a un dibujo que representa una huella de borceguí, señala con el dedo: "Macchi realizó estos trabajos durante su residencia en Francia. Sus primeras obras estaban relacionados con heridas y arquitectura religiosa. Si observás bien, aquí podés ver la cúpula de una iglesia", dice el hombre que apoyó desde sus comienzos el trabajo de uno de los artistas contemporáneos argentinos con mayor proyección internacional. En ese selecto grupo que viaja y vende por el mundo se cuenta también el rosarino Adrián Villar Rojas, representado en esta muestra con una de sus obras menos conocidas: una pintura realizada sobre una puerta que representa a un ser mutante avanzando por encima de un bosque, debajo de la palabra "¡Váyanse!".
Es el pasaje hacia el sector con la atmósfera más kitsch de la exhibición, en palabras del curador. En el pasillo que conduce a la Escuela Argentina de Tango hay obras de Marcos López, Res, Rosana Schoijett, Leonel Luna, Javier Barilaro. Una vez más, el cuerpo, pero "como alegoría, construido como escultura". El cuerpo imponente de un gallo pintado por Cynthia Cohen, por ejemplo.
Un clima muy distinto del que se respira en otra de las salas, donde el cuerpo se vincula con la destrucción para "actualizar la historia argentina". Aquí una instalación de Alexis Minkiewicz, que para Cyroulnik evoca La lección de anatomía de Rembrandt o las esculturas de Norberto Gómez, se exhibe junto con fotografías de militares tomadas por Marcelo Grosman; con obras de Nicolás Mastracchio que el curador relaciona con "la desaparición de libros en tiempos difíciles"; con un registro de carteles de servicios de seguridad privada compilado por Luciana Lamothe; con las conocidas escenas violentas de la vida urbana recreadas con pólvora por Tomás Espina y con una pintura de Daniel García que alude a un cuerpo herido.
Los vínculos son menos obvios en la sala que reúne a Gabriel Valansi, Marcela Astorga, Ignacio Iasparra y Pablo Accinelli. Allí, Cyroulnik buscó "una relación formal entre obras muy diferentes, como un partido de ping-pong". Aunque parece haber logrado realizar un sólido relato propio con el variado material que tenía a mano, el curador insiste: "No quiero reducir la obra a una significación. Si no puede resistir a mi interpretación, no es una obra grande."


PARA AGENDAR
Centro Cultural Borges
Viamonte 525. Desde el 4 de febrero hasta el 27 de marzo. Entrada: $ 40.
Philippe Cyroulnik
Curador

Philippe Cyroulnik.
"No pretendí hacer una muestra exhaustiva. Construí una historia que no es una narración, sino una relación entre las obras"
C. CH.

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