¿Cuánto tiempo se necesita para perdonar?

"El futuro del cine es feminista". Esta frase se leía en la remera con la que Juliette Binoche posó orgullosa en el último Festival Internacional de Cine de Berlín. Como presidenta del jurado celebró que, por primera vez, el 41% de las películas programadas habían sido dirigidas por mujeres. Pero generó una fuerte polémica cuando fue consultada acerca de Harvey Weinstein, el productor de Miramax que inició la imparable cadena del #MeToo al ser acusado de abuso y acoso sexual por más de una docena de actrices. "Como productor fue maravilloso la mayor parte del tiempo. Creo que fue un gran productor. No debemos olvidar eso aunque haya sido difícil para algunos directores y actores, y especialmente para las actrices", dijo Binoche, que protagonizó bajo el ala de Weinstein películas como El paciente inglés, que le valió un Oscar como mejor actriz. Y agregó: "Nunca tuve problemas con él. Pero pude ver que él sí los tenía. Quiero ver la paz en su mente y dejar que la Justicia haga lo que tiene que hacer".

¿Es posible ignorar el abuso cuando la persona que lo perpetró hizo un trabajo o una obra valiosa? La pregunta volvió a cobrar vigencia esta semana con la irrupción del documental Leaving Neverland. Cada día son miles los que declaran, después de ver lo que parece la prueba irrefutable de que Michael Jackson era un pedófilo que abusó de decenas de niños, que nunca más podrán escuchar su música.
Algunos van más allá y preguntan si está bien que la música de un monstruo semejante siga disponible en Spotify. ¿Es lícito sabiendo lo que ahora sabemos escuchar como si nada que hay que curar al mundo o tomar como una gracia de chico rebelde a la voz que declara "soy malo"?

Por mi parte, no estoy dispuesta a dejar de tararear "Black or White" ni a olvidarme de cómo nos divertíamos en el colegio tratando de imitar sus pasos. Y quizás ahí está la cuestión: condenar a las obras junto con quienes las produjeron significa condenar también una parte de nuestra propia historia. Quiero que se haga justicia, pero no que me saquen una parte de mi adolescencia, así como Binoche no querrá que le quiten la experiencia de algunas de sus grandes películas.EL PERDÓN
Pero el ajuste de cuentas no solo parece incluir las obras, sino el pasado, y esto plantea otro problema: también se condena hoy a personas por errores que cometieron hace veinte o treinta años.
"Si hay que seguir pidiendo perdón siempre -dijo esta semana el actor Ricky Gervais-, entonces mejorar no tiene valor". Estoy de acuerdo, siempre que no olvidemos que hay crímenes imprescriptibles. Salvado esto, tal vez debería haber un punto en que se acepta que lo pasado está muerto y que se debe juzgar por lo presente. ¿Tiene sentido condenar a Liam Neeson por una actitud racista de su juventud, de la que él mismo se arrepiente, o a Marcelo Tinelli porque cortaba polleritas, aunque ahora diga que le da vergüenza haberlo hecho? Si lo que perseguimos son cambios en las conductas, quizá debamos reconocer y aceptar las disculpas de quienes buscan ser parte de la transformación
M. F.
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