En busca del oro verde: el olivo lleva por paisajes y sabores de La Rioja
En La Rioja hay más de 27.000 hectáreas cultivadas con olivo, que les dan trabajo a 3000 pequeños productores
La capital provincial, Arauco y Chilecito son las regiones clave para visitar plantaciones, ver el proceso de elaboración del aceite de oliva, hacer degustaciones, olivoterapia y hasta conocer al árbol abuelo de 400 años, que sobrevivió a una matanza española
N. G. L.
Lo llaman oro verde porque con sus 27.000 hectáreas de cultivo intensivo La Rioja accedió al podio de la producción y exportación de aceitunas de mesa y aceite de oliva del país. Esta actividad involucra a 3000 productores que invitan a conocer su trabajo por medio de la ruta del olivo que, junto con los atractivos paisajes de la provincia, suman visitas a plantaciones, fincas, degustaciones, gastronomía propia, aguas termales y olivoterapia, unido a la cautivante historia de sus orígenes.
La ruta se desarrolla en tres distritos clave: La Rioja capital, el departamento de Arauco en la zona norte, y el de Chilecito, hacia el oeste. Se trata de un programa consensuado por el clúster olivícola, constituido por organismos públicos, firmas y cámaras privadas, para fortalecer la competitividad del sector.
El inicio de la olivicultura argentina se atribuye a los colonizadores españoles, que llegaron a principios del siglo XVI y se encontraron con tierras mucho más áridas que las propias de su país, en medio de grandes desiertos, propicios para la proliferación del olivo. Encararon entonces este desarrollo productivo, mientras iban fundando pueblos en territorios del norte y, aunque existen distintas versiones sobre quiénes fueron los que plantaron los primeros olivos riojanos, el lugar elegido fue la actual localidad de Aimogasta.
La historia reconoce que los diaguitas, habitantes originarios de La Rioja, se caracterizaron por los avanzados sistemas de riego que utilizaron para cultivar en estos valles áridos, práctica que fue imitada por los colonizadores. Hoy, las técnicas de riego por goteo, entre otras, posibilitan que prosperen las plantaciones de olivo en estas zonas donde además, las lluvias son escasas.
En la ciudad capital se combinan recorridos tradicionales con visitas guiadas a fincas olivícolas, como las de Promas y La Candelaria, para conocer el proceso de la cosecha, la elaboración del aceite de oliva, degustarlo y adquirir productos. En tanto, en los restaurantes se preparan empanadas y platillos elaborados o aderezados con aceitunas, como su típico pastel de papas, o el api zapallo (con queso y vegetales cocidos en aceite de oliva) que se consume especialmente en Semana Santa. Todos apropiados para acompañar con un vino torrontés riojano.
Una variada cocina gourmet, con nombres que remiten a lugares, personajes y leyendas locales, es creada por el chef de proyección internacional Hugo Véliz. Desde su restaurante Orígenes, ofrece desde un muslo Pujllay (el Dios que preside la ancestral fiesta provincial de la Chaya) cocinado en vino tinto, hasta el helado de albahaca Perfumes de Chaya. “Siempre les digo a los turistas que prueben estos platos, porque sólo en La Rioja tendrán esta oportunidad”, afirma este reconocido cocinero que en 2016 fue distinguido como embajador de la cocina riojana por el Ministerio de Turismo de la Nación.
La elaboración de aceite de oliva sigue el método tradicional en muchas fábricas de la región de Arauco
Tras la opción de pasear por el mercado artesanal, entre tantos otros sitios capitalinos interesantes, se organizan salidas al //Parque Nacional Talampaya, ubicado en Villa Unión, departamento General Felipe Varela, donde también se puede almorzar en restaurantes tradicionales, mientras se aprecian las curiosas paredes rojizas que caracterizan al Parque, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y seleccionado entre las siete maravillas de la Argentina, por la fundación New 7 Wonders of the World.
Hacia el norte, dinosaurios y termas
El itinerario turístico encaminado hacia el norte provincial apunta a deslumbrar al público con sus particulares paisajes y sus productos más representativos. Luego de recorrer 30 kilómetros desde la capital se llega a Sanagasta, donde la finca Vista Larga está dispuesta a mostrar sus nogales, viñedos y olivos. Para los más curiosos, muy cerca de allí hay un Parque de Dinosaurios que cuenta con una veintena de réplicas de ejemplares jurásicos a escala real.
Desde Sanagasta, por un camino rodeado de llamativos cerros agrestes se llega al departamento de Arauco y en Aimogasta, su cabecera, elaboradoras de aceite de oliva y aceitunas, como Agroaceitunera (Nucete, Cébila y Caucete), Hilal Hermanos y Nuclex tienen sus respectivos programas para el turismo. En las cercanías se erige una roca de 12 metros de alto, bautizada Señor de la Peña, porque su perfil se asemeja a una imagen de Cristo, y es el lugar donde todos los años se realiza una peregrinación en Semana Santa.
En Arauco es cita obligada conocer el llamado Olivo Cuatricentenario, símbolo vivo de la olivicultura riojana. Según la leyenda, es el único árbol que sobrevivió a una orden de la corona española de eliminarlos de América para evitar la competencia con la producción de su país. En este distrito, además de la exclusiva variedad Arauco de la Argentina, la oferta de alimentos típicos es muy amplia en almacenes y restaurantes que ofrecen membrillos, nueces, almendras, quesos artesanales y platos típicos, como el cabrito asado y la humita en chala.
Una aceituna arauco frente al olivo de 400 años
Dentro de Arauco, la ruta del olivo continúa rumbo al norte, hacia las cercanas Termas de Santa Teresita, que por sus altas temperaturas combinan un microclima ideal para ser visitadas en cualquier época del año, con aguas sanadoras que alcanzan temperaturas cercanas a los 42 grados. Por sus múltiples efectos hidroterapéuticos y “según estudios especializados, se encuentran entre las mejores del mundo y son muy buscadas por quienes gustan del turismo de salud”, resalta Karina Montivero, directora de Turismo del municipio.
En cuanto al olivo, la funcionaria señala que además, en la hostería de las Termas “se ofrece la olivoterapia, con la aplicación de extractos esenciales de aceite de oliva para cuidar la piel”. Una novedosa práctica que se vale de cremas y de jabones de tocador que además, se pueden comprar.
En las Termas, para arrancar el día, es costumbre “saborear tostadas con aceite oliva en el desayuno, además de nueces y almendras que produce la provincia, entre otros dulces y licuados con sabores locales” dispuestos para los visitantes –describe Montivero– y enfatiza la cantidad de actividades recreativas programadas para los huéspedes, entre salidas en bicicletas, cabalgatas y unimogs para realizar safaris fotográficos.
Para quienes optan por viajar al oeste de la provincia, saliendo desde la ciudad capital hacia el sur, por la ruta nacional 38, se impone detenerse en Vichigasta, ubicada a 30 kilómetros de Chilecito, y conocer la empresa agroindustrial Valle de la Puerta, donde se organizan bicicleteadas y visitas guiadas para informarse sobre cómo elaboran el aceite de oliva y también vino, con degustación incluida. En el Valle de Chilecito también se abre al turismo la fábrica de aceite y aceitunas VG SA que permite hacer trekking por sus plantaciones.
El método tradicional de molienda
Chilecito es la puerta de entrada a otra ruta: la del torrontés riojano, un circuito turístico-productivo destinado a promocionar la uva blanca muy plantada en la provincia. Abarca 19 bodegas situadas en este departamento y en los de Famatina, Villa Unión, Villa Castelli, Vinchina, General Lamadrid, Castro Barros, Sanagasta y San Blas de Los Sauces, entre otras zonas adonde “los turistas se interiorizan en su cadena de valor, desde la producción primaria hasta la mesa”, destaca Ivonne Hilal, directora de Programas Coordinados con Producción del Ministerio de Trabajo, Empleo e Industria de la provincia.
En la actualidad, la agroindustria olivícola le da trabajo a más de 10.000 personas, constituyéndose en una importante fuente de ingresos para 3000 pequeños productores minifundistas” localizados en diversos departamentos riojanos. “El trípode de producción olivícola Arauco-Capital-Chilecito se proyecta en la integración de la cadena de valor que se desarrolla en el territorio provincial desde la producción hasta la comercialización, pasando por la industrialización de la materia prima en origen”, destaca Hilal.
La directiva remarca que en 2019 “las exportaciones olivícolas representaron el 27,7 por ciento de las exportaciones provinciales; es decir, de cada 100 dólares que se exportan, 28 corresponden a estos productos” de las variedades Arauco, Manzanilla, Aloreña, Barnea, Picual, Arbequina, Kadesh, Fraontoio, Empeltre y Mission, y precisa que “los principales destinos son Brasil, Estados Unidos y España”.
La ruta se desarrolla en tres distritos clave: La Rioja capital, el departamento de Arauco en la zona norte, y el de Chilecito, hacia el oeste. Se trata de un programa consensuado por el clúster olivícola, constituido por organismos públicos, firmas y cámaras privadas, para fortalecer la competitividad del sector.
El inicio de la olivicultura argentina se atribuye a los colonizadores españoles, que llegaron a principios del siglo XVI y se encontraron con tierras mucho más áridas que las propias de su país, en medio de grandes desiertos, propicios para la proliferación del olivo. Encararon entonces este desarrollo productivo, mientras iban fundando pueblos en territorios del norte y, aunque existen distintas versiones sobre quiénes fueron los que plantaron los primeros olivos riojanos, el lugar elegido fue la actual localidad de Aimogasta.
La historia reconoce que los diaguitas, habitantes originarios de La Rioja, se caracterizaron por los avanzados sistemas de riego que utilizaron para cultivar en estos valles áridos, práctica que fue imitada por los colonizadores. Hoy, las técnicas de riego por goteo, entre otras, posibilitan que prosperen las plantaciones de olivo en estas zonas donde además, las lluvias son escasas.
En la ciudad capital se combinan recorridos tradicionales con visitas guiadas a fincas olivícolas, como las de Promas y La Candelaria, para conocer el proceso de la cosecha, la elaboración del aceite de oliva, degustarlo y adquirir productos. En tanto, en los restaurantes se preparan empanadas y platillos elaborados o aderezados con aceitunas, como su típico pastel de papas, o el api zapallo (con queso y vegetales cocidos en aceite de oliva) que se consume especialmente en Semana Santa. Todos apropiados para acompañar con un vino torrontés riojano.
Una variada cocina gourmet, con nombres que remiten a lugares, personajes y leyendas locales, es creada por el chef de proyección internacional Hugo Véliz. Desde su restaurante Orígenes, ofrece desde un muslo Pujllay (el Dios que preside la ancestral fiesta provincial de la Chaya) cocinado en vino tinto, hasta el helado de albahaca Perfumes de Chaya. “Siempre les digo a los turistas que prueben estos platos, porque sólo en La Rioja tendrán esta oportunidad”, afirma este reconocido cocinero que en 2016 fue distinguido como embajador de la cocina riojana por el Ministerio de Turismo de la Nación.
La elaboración de aceite de oliva sigue el método tradicional en muchas fábricas de la región de Arauco
Tras la opción de pasear por el mercado artesanal, entre tantos otros sitios capitalinos interesantes, se organizan salidas al //Parque Nacional Talampaya, ubicado en Villa Unión, departamento General Felipe Varela, donde también se puede almorzar en restaurantes tradicionales, mientras se aprecian las curiosas paredes rojizas que caracterizan al Parque, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y seleccionado entre las siete maravillas de la Argentina, por la fundación New 7 Wonders of the World.
Hacia el norte, dinosaurios y termas
El itinerario turístico encaminado hacia el norte provincial apunta a deslumbrar al público con sus particulares paisajes y sus productos más representativos. Luego de recorrer 30 kilómetros desde la capital se llega a Sanagasta, donde la finca Vista Larga está dispuesta a mostrar sus nogales, viñedos y olivos. Para los más curiosos, muy cerca de allí hay un Parque de Dinosaurios que cuenta con una veintena de réplicas de ejemplares jurásicos a escala real.
Desde Sanagasta, por un camino rodeado de llamativos cerros agrestes se llega al departamento de Arauco y en Aimogasta, su cabecera, elaboradoras de aceite de oliva y aceitunas, como Agroaceitunera (Nucete, Cébila y Caucete), Hilal Hermanos y Nuclex tienen sus respectivos programas para el turismo. En las cercanías se erige una roca de 12 metros de alto, bautizada Señor de la Peña, porque su perfil se asemeja a una imagen de Cristo, y es el lugar donde todos los años se realiza una peregrinación en Semana Santa.
En Arauco es cita obligada conocer el llamado Olivo Cuatricentenario, símbolo vivo de la olivicultura riojana. Según la leyenda, es el único árbol que sobrevivió a una orden de la corona española de eliminarlos de América para evitar la competencia con la producción de su país. En este distrito, además de la exclusiva variedad Arauco de la Argentina, la oferta de alimentos típicos es muy amplia en almacenes y restaurantes que ofrecen membrillos, nueces, almendras, quesos artesanales y platos típicos, como el cabrito asado y la humita en chala.
Una aceituna arauco frente al olivo de 400 años
Dentro de Arauco, la ruta del olivo continúa rumbo al norte, hacia las cercanas Termas de Santa Teresita, que por sus altas temperaturas combinan un microclima ideal para ser visitadas en cualquier época del año, con aguas sanadoras que alcanzan temperaturas cercanas a los 42 grados. Por sus múltiples efectos hidroterapéuticos y “según estudios especializados, se encuentran entre las mejores del mundo y son muy buscadas por quienes gustan del turismo de salud”, resalta Karina Montivero, directora de Turismo del municipio.
En cuanto al olivo, la funcionaria señala que además, en la hostería de las Termas “se ofrece la olivoterapia, con la aplicación de extractos esenciales de aceite de oliva para cuidar la piel”. Una novedosa práctica que se vale de cremas y de jabones de tocador que además, se pueden comprar.
En las Termas, para arrancar el día, es costumbre “saborear tostadas con aceite oliva en el desayuno, además de nueces y almendras que produce la provincia, entre otros dulces y licuados con sabores locales” dispuestos para los visitantes –describe Montivero– y enfatiza la cantidad de actividades recreativas programadas para los huéspedes, entre salidas en bicicletas, cabalgatas y unimogs para realizar safaris fotográficos.
Para quienes optan por viajar al oeste de la provincia, saliendo desde la ciudad capital hacia el sur, por la ruta nacional 38, se impone detenerse en Vichigasta, ubicada a 30 kilómetros de Chilecito, y conocer la empresa agroindustrial Valle de la Puerta, donde se organizan bicicleteadas y visitas guiadas para informarse sobre cómo elaboran el aceite de oliva y también vino, con degustación incluida. En el Valle de Chilecito también se abre al turismo la fábrica de aceite y aceitunas VG SA que permite hacer trekking por sus plantaciones.
El método tradicional de molienda
Chilecito es la puerta de entrada a otra ruta: la del torrontés riojano, un circuito turístico-productivo destinado a promocionar la uva blanca muy plantada en la provincia. Abarca 19 bodegas situadas en este departamento y en los de Famatina, Villa Unión, Villa Castelli, Vinchina, General Lamadrid, Castro Barros, Sanagasta y San Blas de Los Sauces, entre otras zonas adonde “los turistas se interiorizan en su cadena de valor, desde la producción primaria hasta la mesa”, destaca Ivonne Hilal, directora de Programas Coordinados con Producción del Ministerio de Trabajo, Empleo e Industria de la provincia.
En la actualidad, la agroindustria olivícola le da trabajo a más de 10.000 personas, constituyéndose en una importante fuente de ingresos para 3000 pequeños productores minifundistas” localizados en diversos departamentos riojanos. “El trípode de producción olivícola Arauco-Capital-Chilecito se proyecta en la integración de la cadena de valor que se desarrolla en el territorio provincial desde la producción hasta la comercialización, pasando por la industrialización de la materia prima en origen”, destaca Hilal.
La directiva remarca que en 2019 “las exportaciones olivícolas representaron el 27,7 por ciento de las exportaciones provinciales; es decir, de cada 100 dólares que se exportan, 28 corresponden a estos productos” de las variedades Arauco, Manzanilla, Aloreña, Barnea, Picual, Arbequina, Kadesh, Fraontoio, Empeltre y Mission, y precisa que “los principales destinos son Brasil, Estados Unidos y España”.
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