martes, 13 de julio de 2021

ESTRENOS DE LA SEMANA


La verdad: Catherine Deneuve y Juliette Binoche brillan en una película a su medida
El logrado film en francés de Hirokazu Kore-eda es la historia de una familia bastante distinta a la de Somos familia, encabezada por una estrella déspota que se reencuentra con su hija guionista
D. B.
Catherine Deneuve y Juliette Binoche se sacan chispas como madre e hija en La verdad, el debut en Francia del premiado cineasta japonés Hirokazu Kore-eda

La verdad (La vérité, Francia-Japón/2019). Dirección y edición: Hirokazu Kore-eda. Guion: Hirokazu Koreeda y Ken Liu. Fotografía: Eric Gautier. Música: Alexei Aigui. Elenco: Catherine Deneuve, Juliette Binoche, Ethan Hawke, Clémentine Grenier, Manon Clavel y Ludivine Sagnier. Distribuidora: MACO Cine. Duración: 106 minutos. Calificación: apta para todo público. 

En su debut en el cine francés tras ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2018 con Somos una familia, el japonés Hirokazu Kore-eda concibió un proyecto para el lucimiento de dos estrellas de las dimensiones de Catherine Deneuve y Juliette Binoche. Es cierto que el director de After Life, Nadie sabe y De tal padre, tal hijo ratifica su solvencia para la puesta en escena, su sensibilidad para explorar las contradicciones de sus personajes y se muestra tan aplomado como siempre trabajando esa vez en un idioma que no le es propio, pero hay en su decisión algo de sabiduría mezclada con humildad: se trata de disponer las condiciones ideales, asegurar el contexto propicio para que ambas intérpretes puedan brillar y llevarse todos los elogios.
Deneuve es Fabienne Dangeville, una legendaria actriz que maneja su carrera y su vida personal de forma avasallante, una déspota que hace gala de un ego desbordante y hasta de cierto desprecio hacia su propio entorno. Justo cuando se publica su libro de memorias llega a su casona su hija Lumir (Juliette Binoche), una guionista radicada en Nueva York, acompañada por su marido Hank (Ethan Hawke), un mediocre actor de televisión que lucha contra el alcoholismo, y la pequeña hija del matrimonio, la encantadora Charlotte (Clémentine Grenier). Son tres generaciones de una familia disfuncional ligada al arte, llena de secretos y mentiras, y dominada por los traumas. La flamante autobiografía y el reencuentro familiar no hacen más que exacerbar las disputas y amplificar los reproches: de la madre hacia la hija, de la hija hacia la madre, dentro del matrimonio entre Lumir y Hank.
Lo mejor de la película transcurre precisamente en el ambiente íntimo de la casa, en las habitaciones, en las comidas o las charlas al paso. En cambio, cuando La verdad apuesta por la estructura del cine dentro del cine, con Fabienne yendo a rodar a un set de filmación y relacionándose con colegas más jóvenes (por allí aparece, por ejemplo, Ludivine Sagnier), los conflictos coquetean con ciertos lugares comunes propios de las dinámicas de las troupes artísticas en pleno proceso creativo. Historia de mujeres, juego de espejos y desdoblamientos, torrente emocional que remite por momentos al cine de John Cassavetes, La verdad expone con inteligencia y profundidad esas vulnerabilidades y esa mezcla de amor y dolor que brota cuando las corazas moldeadas a fuerza de cinismo y manipulación empiezan a resquebrajarse.


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Black Widow: entre espías, cuchillazos y un ansiado reencuentro familiar
Este jueves llega a los cines -y a la plataforma Disney+ el viernes- la nueva gran apuesta del Universo Cinematográfico Marvel, con los protagónicos de Scarlett Johansson, Rachel Weisz, David Harbour y Florence Pugh
N. T.
Scarlett Johansson en Black WidowPrensa Disney +

Black Widow (Estados Unidos, 2021). Dirección: Cate Shortland. Guion: Eric Pearson. Música: Lorne Balfe. Dirección de fotografía: Gabriel Baristain. Edición: Leigh Folsom Boyd. Elenco: Scarlett Johansson, Rachel Weisz, David Harbour, Florence Pugh, Ray Winstone. Distribuidora: Disney. Duración: 133 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años con reservas. Disponible: en salas y, desde el viernes, en Disney+ Premium. 

“Dudo de que el dios del espacio tenga que tomar un ibuprofeno después de una pelea”, le dice a Natasha Romanoff, uno de los personajes de Black Widow, la película que por fin se centra en la historia de la heroína que Scarlett Johansson encarna desde su primera aparición en
Iron Man 2. Y aunque tenga que tomar analgésicos y no cuente con los superpoderes de sus colegas de Avengers ni con los recursos ilimitados de Tony Stark, puede que la Viuda Negra sea uno de los personajes más intrigantes del universo cinematográfico de Marvel.
Una sospecha que por momentos confirma esta película dirigida por la australiana Cate Shortland, la primera realizadora a cargo de un film de la usina de superhéroes en solitario. Un hito que, más allá de la estrategia de promoción, se refleja en el desarrollo de la historia ubicada narrativamente en los años “perdidos” de Romanoff entre Capitán America: Civil War y Avengers: Infinity War. Aquí, el guion a cargo de Eric Pearson (Thor: Ragnarok), utiliza la idea de la historia de origen del héroe, un recurso muchas veces transitado pero que esta vez consigue darle espesura, matices y sentido a su protagonista.
Más historia de espías que espectáculo de ciencia ficción, Black Widow comienza con una secuencia que muestra a la adolescente Natasha en un escenario propio de la serie The Americans o la película Espías sin rostro, fingiendo ser una familia tipo del medio oeste norteamericano junto a los adultos Alexei (David Harbour) y Melina (Rachel Weisz) y la pequeña Yelena, la única que no sabe que todo se trata de una ficción creada por la KGB.

Johansson y Florence Pugh en Black WidowPrensa Disney +

A partir de allí la trama avanzará un par de décadas para intentar una reunión familiar que resulta conmovedora y al mismo tiempo muy cómica, especialmente gracias a la interpretación de Harbour (Stranger Things), ya un especialista en encarnar a padres adoptivos de mujeres jóvenes extraordinarias. Claro que por todo el oficio de Harbour y Weisz, lo más interesante del film -que falla al crear un frente enemigo de limitado interés- es el vínculo que logran transmitir Johansson y Florence Pugh, la talentosa actriz británica que interpreta a Yelena de adulta.
Es que Black Widow no solo salda parte de la deuda que Marvel tenía con el personaje de Johansson y las heroínas femeninas en general, sino que lo hace poniendo el foco en la compleja relación entre esas dos mujeres fuertes e independientes que entienden que su mayor enemigo no es el general Drykov (Ray Winstone) sino los traumas no resueltos de su pasado en común. Ese que intentan resolver entre patadas, cuchillazos y momentos de notable vulnerabilidad.

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