sábado, 22 de abril de 2023

EL ESCENARIO Y CASO ARACRE


Sin tiempo para que pague el que sigue
Luis Cortina
Paga el que sigue. La vieja broma de amigos en el bar que resume esa frase popular parece ser la fórmula concreta que los gobiernos vienen aplicando desde 2003, con mayor o menor intensidad, por decisión consciente o por ineficacia, según el caso. El problema para Alberto Fernández y Cristina Kirchner es que la bomba, ahora, amenaza con estallar en sus propias manos y la hora de pagar se adelantó en medio del año electoral.
Años de procrastinación con ese objetivo no hacen más que confirmar que los problemas son más difíciles de resolver si no se los encara a tiempo, más allá de los costos políticos (que nadie quiere pagar) y económicos (que, los argentinos lo saben bien, los pagamos entre todos).
Llegamos así al momento en que cualquier cable que se corte puede provocar una explosión. Sergio Massa y, por extensión, el Presidente y la vice tienen por delante varios problemas, ya conocidos de sobra: a la economía argentina le faltan dólares (muchos), le sobran pesos (muchos), la acosa el aumento cada vez más galopante de los precios, los gobiernos de distinto nivel, salvo excepciones, gastan más de lo que recaudan y no tienen casi nada de crédito (más allá del estrictamente necesario para financiar el rollover de la deuda).
Resultado: la economía no crece desde hace más de diez años (más allá de algunos rebotes coyunturales), el empleo apenas repunta en el sector público y en la informalidad y la inflación crónica y creciente condena a la pobreza y la indigencia a cada vez más argentinos, como lo confirman los datos del Indec conocidos ayer.
La postergación de los ajustes tiene en sí misma una trampa obvia: es posible de aplicar cuando algunas variables permiten financiar la coyuntura (por ejemplo, la vigencia de precios internacionales altísimos para los principales productos de exportación del país en los primeros años de Néstor Kirchner en la Casa Rosada). Pero se complica sobremanera cuando esas condiciones desaparecen o, mucho más, ante los tan temidos “cisnes negros”.
Aquí entran los argumentos del Gobierno: la pandemia, la invasión rusa a Ucrania y la terrible sequía que asola al campo. ¿Son problemas reales? Obvio que sí. Pero el camino y la gestión estuvo y está repleto de mala praxis, lo que reduce sensiblemente los márgenes de maniobra, sobre todo cuando la posibilidad de regenerar confianza en la política pública está prácticamente agotada.
Un repaso de las distintas herramientas puestas en marcha muestra lo siguiente: contra la inflación, se vienen aplicando distintos mecanismos de control de precios (con nombres que tratan de disimularlo), como si alguna vez eso haya tenido algún éxito en la larga historia inflacionaria argentina. Ante la escasez de reservas, la gestión Massa ya va por la tercera versión del dólar soja/agro. Pero una vez agotado el parche, no solo el Banco Central no sumó demasiados dólares (al contrario), sino que lo que se liquidó anticipadamente en un momento redujo los recursos meses más adelante. El también famoso pan para hoy, hambre para mañana.
“Se persiste en un mecanismo que termina de quebrar al Banco Central… que compra dólares a 300 pesos y los vende, por ahora, a 215. Las pérdidas son tanto más altas cuanto más exitoso es el mecanismo: si se liquidan US$9000 millones, la diferencia supera los $750.000 millones. Si es un ‘fracaso’ con solo US$5000 millones, la pérdida se limita a poco más de $400.000 millones”, explica Juan Luis Bour, director de FIEL, en sus Indicadores de Coyuntura.
La diferencia, coinciden todos los economistas, se cubre con más emisión monetaria, lo que mete más presión a la inflación y, peor aún, acelera las expectativas sobre esa curva. “Resulta claro que tanto las autoridades como el mercado saben que el mecanismo de ajuste del tipo de cambio ‘especial’ es aplicar una tasa muy próxima a la inflación”, dice Bour. Si se toma como base los $200 del tipo de cambio del dólar soja I, de septiembre pasado, los $300 de la edición vigente es un ajuste muy cercano a la tasa de inflación de estos meses, “de alrededor de 52%”. En consecuencia, calcula el economista, “todos deberían esperar para diciembre enfrentar un tipo de cambio nominal bien por arriba de los 450 pesos”. Incluso podría superar ese valor, a la luz de los números conocidos.
Esta realidad, y la profunda dispersión política en el oficialismo como en la oposición, está detrás de lo sucedido esta semana en el mercado cambiario. Las versiones que habría echado a rodar el hoy exasesor Antonio Aracre solo alimentaron la hoguera.
Por lo pronto, los datos de la balanza comercial no hacen más que adelantar que la falta de dólares seguirá golpeando a la economía: las exportaciones de marzo cayeron 22,2% interanual y las importaciones, 4,2%, con un déficit de US$1059 millones, el peor nivel desde agosto de 2018, “evidenciando que el déficit comercial es cada vez más frecuente y profundo”, consignó la consultora Abeceb en su informe.
Menos dólares, más inflación, más recesión. El resumen de un año con todas las cartas abiertas.
 
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Caso Aracre. Los detalles de un almuerzo crítico con el Presidente
El exasesor presidencial desplazado había dejado recomendaciones sobre el tipo de cambio y para combatir la inflación
Francisco Jueguen
El encuentro fue el lunes. El presidente Alberto Fernández se sentó a almorzar con Antonio Aracre, entonces su asesor principal. El exCEO de Syngenta estaba preocupado por la aceleración de la inflación –72 horas antes el Indec había difundido el 7,7% de marzo– y por la sangría de dólares en el Banco Central (BCRA). Para Aracre, el dólar soja 3.0 no tenía suficiente atractivo para los productores agropecuarios.
Pero también tenía temor por la “creciente descoordinación” entre el Ministerio de Economía y el BCRA. Aracre le propuso entonces al Presidente una mesa con ellos dos, el jefe de Gabinete, Agustín Rossi; el ministro de Economía, Sergio Massa; y el presidente de la entidad monetaria, Miguel Pesce.
Luego, volvió a mostrar su hoja de ruta con algunas de las recomendaciones que venía haciendo y peligros que observaba camino a las elecciones presidenciales. “Hay que ajustar algunas cosas”, le habría dicho entonces Aracre al Presidente.
“Nunca hubo un plan para destituir a Massa”, contaron, pese a que esas sugerencias sí aparecieron con fuerza en artículos con información deslizada desde la propia Casa Rosada. De hecho, habría sido la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, la encargada de difundir en algunos medios la hoja de ruta de Aracre.
consultó sobre esta información la nacion en la oficina de Cerruti. “Ese documento no estuvo en manos de Gabriela”, señalaron allí. Massa ya lo tenía desde hacía tres semanas. Las propuestas de Aracre no fueron una novedad para el ministro de Economía, enojadísimo con su difusión pública.
Para aquellos que habitan el quinto piso del Palacio de Hacienda, a un peligroso cocktail de inflación en ascenso, la necesidad de reformular el acuerdo con el FMI y un lento arranque del dólar soja, se sumaron los rumores de la salida de Massa. Esto último, interpretaron, encendió la mecha de un dólar que se sigue empinando. La suba de las divisas libres, sinembargo,estabadescontadaentre economistas, que veían a la inflación escapando a esas cotizaciones.
“Yo sé que vos no querés devaluar, pero mi recomendación sería hacerlo por un 30%, para achicar la brecha. Sin embargo, no me parece un punto determinante y podemos avanzar con el plan de estabilización SIN DEVALUAR (sic)”, dice la hoja de ruta de Aracre. Anteayer, en Economía, justificaban que no hubo liquidaciones de los exportadores por la propuesta de Aracre de devaluar un 60%. Son dos versiones oficiales del mismo hecho.
“Lo que sí me parece muy importante es lograr un esquema más previsible y transparente que el actual para acceder al dólar oficial”, alertó Aracre en ese mismo documento.
“Hay que tomar medidas extraordinarias”, le dijo el entonces asesor presidencial a Alberto Fernández. Hablaba de la suba de precios y de la necesidad, por lo menos, de que el 7% de inflación se convirtiera en un 5%. “Hay que frenar la inercia y eso no se hace por generación espontánea”, comentó el ex-CEO.
Propuso un congelamiento general de precios por 180 días, entendiendo que esa situación no era la ideal, pero que era preciso si no quería llegar a las PASO en un escenario más “complejo”. Luego recomendó pagar una suma fija de $50.000 y adelantar haberes de jubilaciones y cuotas de acuerdos paritarios. “En dos meses, esto es inmanejable”, pintó, y pidió crear un puente hasta octubre.
Luego, Aracre habló de la situación que se vive con el dólar. “Hay un derrape absoluto de la divisa y de la confianza”, le describió el ex-CEO de Syngenta al Presidente. Estimó que el déficit fiscal de 1,9% fijado por el Fondo solo cierra con más emisión, la que eleva el rojo cuasi fiscal por la esterilización monetaria que debe hacer el BCRA. Aclaró que las crecientes tasas de las Leliq de 7% u 8% mensual es una bola que va a explotar y advirtió por la posibilidad de que en julio, agosto y septiembre comience un “goteo de dolarización” de un 20% o 30% de los tenedores de pasivos remunerados. “Van a decir, yo a $450 compro dólar”, pronosticó.
“Es agónica”, dijo Aracre sobre la situación del balance del BCRA y sus reservas internacionales. Principalmente, cuestionó que la entidad siga comprando dólares a $300 y vendiendo aun poco más de $200.“Haciendo eso nos fundimos en dos meses. Nos va a matar”, explicó el ex asesor.
La hoja de ruta de Aracre mencionaba la opción de un cuasi desdoblamiento. Es el mismo que debió negar Economía hace tres semanas y que filtró la Casa Rosada. En rigor, la idea del ex-CEO de Syngenta era poner también otros productos a $300. Sumaba insumos, bienes suntuarios y algunos servicios para “equilibrar la balanza cambiaria”.
Además, mencionó en el almuerzo al dólar agro, que lanzó Massa. Dijo que faltaban “incentivos” para los productores. Y que la medida sólo beneficiaba a los exportadores. Propuso un “bono verde”. Afirmó que era imposible bajar las retenciones, pero que se podían entregar estos bonos equivalentes a un 50% de las retenciones a pagar en diez años. Podrían ser usados para adquirir insumos. Esas empresas podrían contabilizar esos bonos sin que fueran considerados pérdidas.
Cerró con un tema espinoso. Aracre le dijo a Alberto que si Massa iba a ser candidato a presidente, era clave garantizar que no hubiera una “situación de disrupción” con su salida de Economía y pidió medidas para encorsetar aún más el camino a las elecciones. En caso contrario, alertó, el país iba a ser “ingobernable”

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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