miércoles, 19 de abril de 2023

EL PAÍS DESPUÉS DE OCTUBRE Y EL ISEN


La Argentina necesita shocks económicos
Alfredo Romano
Nuestro país se encuentra en una agonía sin fin. Se habla mucho de “cuándo explota”, mientras que la realidad indica que ya hemos implosionado, pero en cámara lenta. Recordemos aquella analogía que dice que si se sumerge una rana en agua a la que se le sube paulatinamente la temperatura, se cocinará a fuego lento, mientras que si intentas lanzarla a la olla con agua hirviendo saltará y se escapará. La Argentina es el ejemplo perfecto de esa rana que se ha ido cocinando a fuego lento y ya perdió su oportunidad de vivir.
Vayamos a algunos números crudos para entender nuestra triste realidad: si miramos el poder adquisitivo, tenemos uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina, con $189 dólares, mientras que en países como Ecuador es de $450 dólares o Uruguay, de $540. En ese mismo ranking, que lidera Costa Rica con $600 dólares, la Argentina ocupa el penúltimo puesto de 17 naciones y solo superamos el miserable salario venezolano, de $8 dólares. Si analizamos la cantidad de argentinos que dependen del Estado para llegar a fin de mes, los números son más dramáticos. Los planes sociales crecieron más de 600% desde la salida de la convertibilidad hacia fines de 2001, y en la actualidad 22 millones necesitan del Estado para sobrevivir. En 21 años hemos multiplicado por 11 el apoyo social y, aun frente a un gasto social que alcanza casi los $300.000 millones mensuales, la Argentina tiene una pobreza que ronda el 43%, según datos oficiales. ¡Vaya que hemos implosionado!
Pero el fin de este análisis no es relatar la realidad, sino discutir qué debería hacer nuestro país para salir de este laberinto. La realidad nos indica que en materia monetaria y fiscal el kirchnerismo ha dejado una trampa económica muy peligrosa para la nueva gestión. La irresponsabilidad de emitir más de 16% del producto en menos de 40 meses, llevándonos a un nuevo régimen inflacionario de 3 dígitos, o la indisciplina fiscal que alcanzará seguramente 3% del producto cuando hacemos el análisis primario. A este delicado frente monetario y fiscal le sumamos que el sistema financiero quedó rehén de un Banco Central populista, en donde ya el 70% de los activos de las carteras de los bancos privados más grandes se encuentran expuestas al riesgo estatal. Y si a todo esto le sumamos un stock de deuda flotante del Tesoro con vencimientos en los próximos 24 meses por más de $16 billones, pero creciendo a un ritmo del 125% anual, y un stock de letras de liquidez que alcanzarán la suma de más de $16 billones para agosto de 2023, y que representarán un 250% de nuestra base monetaria, parecería que el camino hacia la prosperidad y el crecimiento se verá nuevamente minado por esta trampa mortal.
Sin embargo, aquí es donde escucho propuestas de los principales referentes económicos de distintos sectores de la oposición y disiento abiertamente. Uno de los mensajes que se han comenzado a gestar en la opinión pública es que, a partir de la trampa del kirchnerismo, la Argentina no puede tomar decisiones tan duras en un inicio de gestión económica. Parecería que el aprendizaje de la gestión de Mauricio Macri, donde hubo shock monetario y gradualismo fiscal, les enseñó que el camino ahora será con shock fiscal, pero con gradualismo monetario. Es decir, más gradualismo, pero cambiándole las palabras.
La Argentina ¿está preparada para más gradualismo? ¿La clase política escucha realmente las necesidades que pide a gritos la sociedad o sigue en el juego interno de intercambiar poder por cargos?
La Argentina necesita líderes con coraje, dispuestos a tomar las decisiones más difíciles en pos de no seguir cocinándonos a fuego lento. Los gradualismos en nuestro país nunca nos llevaron a buen puerto. ¿Será 2024 nuevamente una oportunidad perdida? ¿O veremos propuestas económicas que decidan cambiar drásticamente las reglas de juego? Me inclino por lo último, donde el shock en el frente monetario y fiscal tiene que ser contundente desde el día uno si se quiere conseguir la confianza necesaria para enfrentar la trampa mortal del kirchnerismo.

Director de la carrera de Economía Empresarial de la Universidad Austral

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Los 60 años del ISEN
En un mundo hiperconectado, los vínculos entre las naciones son claves. No existe país, por más cerrado políticamente que sea su sistema de gobierno, que pueda prescindir de la construcción de lazos externos y de la articulación de una política exterior con esos fines.
Construir relaciones internacionales sólidas, basadas en la confianza mutua, requiere no solo de profesionalismo, sino también de credibilidad y constancia. Con este espíritu, deben celebrarse los 60 años de trabajo ininterrumpido del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), organismo único de selección, formación e incorporación del personal del cuerpo diplomático, cuyos objetivos de imparcialidad, estabilidad, ordenamiento en el régimen de reclutamiento y promociones permiten asegurar un servicio exterior de calidad y eficiente.
Fue creado el 10 de abril de 1963, por el canciller Carlos Manuel Muñiz y, en 1975, la ley del Servicio Exterior de la Nación lo incorporó a su normativa.
Es gracias a la valiosa labor del ISEN que la República Argentina cuenta con un cuerpo especializado, institucionalizado y altamente calificado. Para poder presentarse a sus exámenes de ingreso, especialmente exigentes y competitivos, es necesario tener título universitario y hablar idiomas. De aprobarse, se cursan dos años de formación técnica antes de la incorporación al servicio exterior en el rango inicial de la carrera diplomática.
Mediante convenios de cooperación e intercambio con instituciones similares de otros países, entre ellas, el Instituto Río Branco de Brasil y la Academia Diplomática Andrés Bello de Chile, eleva también su nivel académico.
La adecuada formación profesional de quienes transitan la carrera diplomática en sus diversos tramos debería impactar mucho más positivamente en el desempeño de quienes nos representan fronteras afuera si los gobiernos reconocieran la formación, el mérito y la experiencia como herramientas insustituibles en la toma de decisiones con escaso margen para la improvisación.
La experiencia y la relevancia de determinadas funciones en nuestras representaciones extranjeras aconseja no abusar de los embajadores políticos, amigos del poder de turno, la mayoría de las veces exiliados, como contraprestación dadivosa por servicios prestados. El ISEN es el mejor instrumento de nuestra diplomacia para asegurar que una carrera no sea fruto de la casualidad, de la improvisación o, incluso, de la militancia.
Desde su creación, egresaron del ISEN más de mil diplomáticos, integrantes de una red natural de trabajo a lo largo de todos los estamentos de la carrera. Un equipo forjado con un marcado sentido de pertenencia a un cuerpo, a una carrera y a una institución.
La diplomacia profesional constituye uno de los recursos estratégicos para la defensa de los intereses de la Nación y el Instituto del Servicio Exterior de la Nación es garantía de ello. Merece destacarse su continuidad por encima de cambios políticos, circunstancias históricas y profundas mutaciones en el ámbito internacional. Sus 60 años de existencia legitiman y consolidan a una institución en condiciones de brindar la mejor preparación para sortear los desafíos del futuro.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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