martes, 4 de abril de 2023

Episodio confuso.


Episodio confuso.
La extraña muerte del infante Alfonso de España
Distintas versiones aseguran que el rey emérito Juan Carlos sostenía el arma que mató a su hermano en 1956
Jorge Martínez CarricartJuan Carlos con su hermano Alfonso, cuatro años menor
Semana Santa de 1956. Los condes de Barcelona reciben a sus hijos en Villa Giralda, su residencia en Estoril durante el exilio. Juan Carlos, con 18 años, trae en su equipaje un arma que le regaló un compañero en la Academia Militar. Se trata de una Long Automatic Star, calibre 22. Con Alfonsito, que entonces tenía 14, pasan horas disparando en el jardín, hasta que don Juan ordena guardarla bajo llave. Después de mil ruegos, convencen a su madre, doña María, de que se la devuelvan. Le dicen que está descargada y solo quieren mirarla. “No es para disparar, mami, solo para verla”.
Los hermanos están solos en la habitación cuando sucede el trágico desenlace. Según el escritor y periodista Abel Hernández, la infanta Margarita, a pesar de su finísimo oído, no escucha el disparo. Los padres tampoco. “Pilar sí, y nunca olvidará aquel ruido sordo”, asegura. La bala le entra a Alfonsito por la nariz y le alcanza el cerebro. El parte oficial, comunicado por la embajada española en Lisboa miente: “Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos”. Poco después, se conoce la verdad: Juan Carlos era quien empuñaba el arma cuando se disparó. Desde entonces, conviven distintas versiones del hecho.
Luis María Ansón, exmiembro del Consejo Privado de Don Juan, amigo personal de Juan Carlos y antiguo director del diario ABC durante 15 años, recuerda aquel trágico episodio: “Fue un accidente terrible. Lo conozco a la perfección. A don Juan Carlos le habían regalado una pistola en Zaragoza. Se la llevó a Portugal. Era jueves, día de ayuno y abstinencia en Villa Giralda, la residencia real, donde esas cosas se llevaban a rajatabla.
Cuando faltaban tres minutos para las ocho, Juan Carlos le dijo: ‘Alfonso, baja a traerme un bocadillo’. Y él subió con dos, uno para cada uno. Juan Carlos atrancó la puerta desde adentro y el niño daba patadas para poder ingresar. De pronto, dejó de sujetarla y Alfonso entró como un tren. A Juan Carlos se le disparó la pistola… Le entró el tiro por la cabeza, a la altura de la frente. Terrible, de verdad, terrible. Don Juan subió las escaleras de dos en dos, cogió al niño y lo bajó dando voces para que, cuando llegara el médico, Alfonsito ya estuviera en el vestíbulo. Pero no hubo manera. Estaba tumbado ahí… Antonio Eraso (un amigo de la familia) subió a hablar con Juan Carlos. Al rato bajó y dijo: ‘Está desolado, dice que se mete a monje cartujo’. Don Juan le ordenó que bajase, le cogió la mano y la puso en el pecho de su hermano muerto: ‘Jura que cumplirás con tus deberes dinásticos’. Juró y cumplió”.
En su libro El precio del trono, la periodista Pilar Urbano también refiere a la tragedia. En su versión, Juan Carlos estaba estudiando en su habitación, en Villa Giralda, cuando entra su hermano menor fingiendo que sostiene en sus manos un arma de juguete. Una metralleta. Lo apunta con sus dedos y hace el sonido de una ráfaga de disparos: “Ta-ta-ta-ta-ta”. Juan Carlos, algo molesto porque lo había desconcentrado, para responder la broma, toma una pistola que tenía en el cajón, que había traído de la Academia Militar, y creyendo que estaba descargada, dispara a su hermano en la cabeza. “Tú sí estás muerto”, le dice. Y gatilla. Y lo mata.
Pilar Urbano da nombre y apellido de sus fuentes, todos cercanos al rey emérito. “Como el único testigo es el rey, es la única versión. Franco no quiso que se investigara. No se hizo ni una autopsia. Es un episodio negro. Un homicidio involuntario”.
Juan Carlos, único testigo de la tragedia, jamás se refirió públicamente a aquel 29 de marzo de 1956, jueves santo de luna llena. Sin quererlo, su silencio dio lugar a mil especulaciones y crónicas en clave de novela negra. Una versión que se repite en cada reportaje hasta hoy asegura que don Juan envolvió el cuerpo de su hijo con la bandera española que arrancó del mástil de su casa, volteó hacia Juan Carlos y lo inquirió: “¡Júrame que no lo hiciste a propósito!”. En 2014, frente a la escritora francesa Laurence Debray, el rey emérito recordó a su hermano:
–Permítame que abordemos este tema doloroso, Su Majestad. ¿Podría decirme algo sobre su hermano pequeño Alfonsito? –le preguntó.
–Éramos muy cómplices. Lo quería mucho. Era muy simpático y despierto. Jugaba muy bien al golf. Lo sigo echando mucho de menos. No poder tenerlo a mi lado, no poder hablar con él, pero la vida debe continuar… –contestó el monarca.

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