jueves, 27 de abril de 2023

Feria Internacional del Libro de Buenos Aires


Martín Kohan. “Voy a evitar el golpe de efecto, esa dinámica que vacía la lectura”
El autor tendrá a cargo el discurso inaugural de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que abre al público  en la Rural
 Daniel GigenaTratándose de una Feria del Libro, quería correr el eje hacia los libros y la lectura”
El escritor y docente Martín Kohan (Buenos Aires, 1967) sigue las instrucciones del fotógrafo en Caffe Tabac, en la esquina de avenida del Libertador y Coronel Díaz, y posa dentro y fuera de la confitería chic. Algunos clientes lo saludan y le palmean la espalda. Este año, el autor de Confesión fue elegido por la Fundación El Libro para inaugurar la 47ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que abre mañana en la Rural. Después del precedente establecido por Guillermo Saccomanno en 2022, los escritores que brindan el discurso cobran un honorario. “Está bien que se reconozca que es un trabajo”, señala Kohan. El suyo ya está corregido y tiene veinte páginas.
A partir de junio, los hinchas de Boca Juniors tendrán un buen motivo para recordar su nombre: Kohan va a publicar un libro sobre el club de sus amores. “Es muy especial para mí. Me hice de Boca a los cuatro años y aprendí a leer en el mismo momento; las dos cosas van a estar para siempre en mi vida. No me acuerdo de mí como no lector y no me acuerdo de mí cuando no era hincha de Boca. Es mi vida entera”.
Su ensayo más reciente es ¿Hola? Un réquiem para el teléfono (Godot), un trabajo heterodoxo donde conviven Roman Jakobson con Susana Giménez, Jorge Luis Borges y Carlos Perciavalle, y el Doctor Tangalanga con Walter Benjamin.
–¿Cuál será el eje del discurso?
–Uno, que estructura el resto, es plantear un desplazamiento de las ferias del libro o los festivales, que suelen hacer centro en la figura de los escritores, como una pasarela donde son contemplados. Quería correr el eje hacia los libros, es decir, hacia las lecturas y los lectores. Me parece clave. Si el autor se coloca como lector para tomar la palabra se abre un juego diferente, más interesante que el desfile de figuración. Es un intercambio de lecturas.
–¿No habrá referencias al contexto socioeconómico o político?
–Lo pensé mucho. Pasan muchas cosas en la Argentina y pasarán más. Intento poner el marco en qué relación hay entre un lector y un escritor, entre un escritor y una figura pública, entre un escritor y un intelectual que ocupa un lugar en la esfera pública. Me parece mejor plantear que está pasando hoy con las lecturas. Porque en general estas intervenciones tienen un grado de desarrollo, pero suelen quedar reducidas a dos frases sueltas y todo lo que a partir de ahí se genera sin conocer el resto del texto.
–¿Eso pasa muy seguido?
–Te diría que lo comprobamos a diario. Es como si perdurara todavía la lógica del título con gancho para enganchar lectores, cuando desde hace tiempo es evidente que lo que enganchás no es un lector, es un comentador que va a comentar sin leer. Yo no me dedico a los clics, yo hago textos. Mi destinatario es un lector. Siempre existió el que pispea por arriba y el que habla de lo que no leyó, para no sonar tan apocalípticos. Pero se notaba la falta.
–¿Lo atribuís solo a una estrategia de los medios?
–No, pasa en general. Los medios lo alimentan. Me encontré pensando que hay que volver a titular de este modo: “Pronunciose Fulano sobre tal tema” y nada más. ¿Querés saber cómo se pronunció Fulano? Entrá a la nota. Pensé en cómo no prestarme a esta dinámica que vacía la lectura: en el discurso voy a evitar la frase de impacto, que no haya ni una. El que no lee y se pronuncia igual no se va a enterar de lo que estoy diciendo.
–Los discursos de apertura tienen mucha repercusión pública.
–Eso me entusiasmó mucho y lo tomé como una responsabilidad. Quise evitar golpes de efecto. Si me sale o no, me dirán después.
–¿Te habrán convocado como representante de la generación intermedia de la literatura argentina?
–La literatura tiene esa generosidad, con 56 años no me siento viejo o recién empiezo a ser viejo. No sé por qué me eligieron, espero que no se hayan equivocado.
–Elegiste, entonces, defraudar las expectativas.
–Si se espera descolocación y llevás descolocación, no descolocás a nadie. Siempre hubo juegos de escándalo, aun en la literatura que es una práctica magra frente a otras disciplinas donde las personas son famosas y tienen repercusión, como en el fútbol o los medios. Los escritores estamos en un ámbito protegido, se supone que no tenemos una relación con el escándalo.
–¿El estado de la lectura en el país es muy crítico?
–Me parece que estamos mal, por lo menos en tres niveles: la circulación de la literatura argentina contemporánea; cuál es el volumen, no de ventas sino de lectura de lo que escribimos hoy; y el porcentaje alto de alumnos que terminan la primaria o la secundaria sin poder comprender un texto básico, no James Joyce. En las clases puedo palpar el estado de cosas y el punto es la escuela media: la formación de lectores y de destrezas de lectura; si se forman lectores con competencias en los textos más exigentes, ahí hay un lector que no es solo de literatura, es alguien capaz de interpretar y de dar sentido.
–Con tu pareja, la autora y psicoanalista Alexandra Kohan, coinciden en que es un tiempo de autofiguración de los escritores.
–Nos leemos mutuamente y en casa se habla de todo, aunque yo tiendo a hablar mucho de fútbol. El discurso inaugural es el lugar para plantear eso de la figuración. Puedo tomar posición sobre una cantidad de cuestiones, algo que he hecho en muchos lados. Me pareció mejor hacer un movimiento de reflexión sobre lo que se escribe, lo que se escucha, lo que se lee y lo que no se lee.
–¿Qué opinás de las cancelaciones en el ámbito cultural?
–No estoy de acuerdo con esas estrategias, creo que están equivocadas. Además, han logrado instalar lo peor: el miedo.
–¿Como lector cuándo te das cuenta de que algo es buena literatura?
–Gran cuestión. Es clave marcar la diferencia entre crítica y gusto. Es un campo de disputa y eso tiene que ver con la concepción de la literatura. ¿Es entretenimiento, es lenguaje, es estrategia de narración, es multiplicación de sentido, es representación de la realidad social, es una herramienta de concientización política? Eso vuelve interesante el debate.
–¿Te interesa el revuelo que se originó tras la muerte de Kodama y la ausencia de testamento?
–No tanto. La ley es la ley: reivindico los derechos de autor y que se pague por el trabajo intelectual. Pero el que trabajó ya murió. Estoy a favor de la difusión y la circulación de la obra de Borges. Por ejemplo, perseguir y hostigar a quienes retoman a Borges y hacen ejercicios de escritura no es algo muy propicio para difundir la obra de Borges. No es solo promoviendo contratos de traducción y asegurando la circulación como se difunde una obra; el modo en que una literatura es apropiada en la lectura y recreada en la escritura es un aspecto fundamental en la consolidación de una obra. Esto que digo lo aprendí leyendo a Borges.

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