Una noche llena de pánico, corridas e incertidumbre
A las 22.45 de anteayer, los ocupantes escucharon lo que creyeron que era una explosión; luego, escaparon en medio de nubes de polvo
Josefina Gil MoreiraEl mayor colapso se produjo en la parte trasera de la vivienda
Eran las 22.45 de anteayer y Marvin Meza estaba en su habitación junto a su hija de tres años. Hacía apenas un momento habían estado en el baño cepillándose los dientes. Unos instantes después, escucharon un estruendo y al darse vuelta, el baño ya no estaba. Era puro polvo y escombros. “Fue como si la casa se estremeciera”, dijo a Meza, que la nacion trabaja en un depósito y vivía desde hacía 17 años en la vivienda ubicada en Rivadavia 8758, en Floresta, que antenoche se derrumbó.
Él es una de las 120 personas que vivían allí y que anteayer tuvieron que escapar de la propiedad, tras el derrumbe. Jefferson Aquino, de 19 años, y Gabriela Jamile, de 12, murieron en el acto y Felicitas Cherry Ruiz, de 72 años, hasta el cierre de esta edición se encontraba desaparecida, aunque el equipo de rescate afirmó que ya no buscaban personas con vida en el lugar.
“Se escuchó un ruido muy fuerte y después, gritos. Con la polvareda y la oscuridad no se veía nada. Llegué a cerrar el agua y la luz y nada más. Tratamos de salir como fuera con mis tres hijos y mi señora. No tenemos ni un peso”, dijo Persy Manga, de 52 años, que trabaja como acompañante terapéutico de personas con discapacidad, y vivía en esa casa desde hacía más de 15 años.
Los vecinos contaron que, tras lograr escapar, se quedaron en la calle hasta cerca de las cuatro, mientras Bomberos de la ciudad, la Policía porteña y 25 ambulancias del SAME trabajaban en la búsqueda de personas atrapadas entre los escombros. Pasadas las cuatro, se pausaron las acciones y aquellos vecinos que no tenían dónde pasar la noche, fueron trasladados a un parador en Barracas. Cerca de las 8, se retomaron las tareas y las familias regresaron por sus propios medios al domicilio para conocer la situación.
Al llegar, cerca de las 9, Manga y su familia se encontraron con que había tres cuadras cortadas de la avenida Rivadavia y con la presencia de patrulleros, de bomberos, de personal del gobierno porteño y de medios de comunicación. Algunas madres se sentaron sobre el cordón de la vereda, con sus hijos en brazos o acostados sobre sus regazos, tapados con mantas y dormidos.
“Eran las 22.45 y se escuchó un estruendo grande desde la parte del patio, donde colgamos la ropa. Obviamente sentí miedo y pánico. Con mi papá y mis dos hermanas salimos por adelante. Estamos muy preocupados porque no sabemos qué va a pasar”, dijo Anthony Manga, de 28 años. El joven contó que estudia el profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto de Formación Docente N°1 de Avellaneda y que trabaja de manera informal como bartender.
“Se están diciendo un montón de mentiras, como que hay talleres clandestinos, que vendemos droga o que hay un prostíbulo, pero somos todas personas trabajadoras que nos conocemos y nos ayudamos entre nosotros”, agregó.
De acuerdo a los propios vecinos, que están organizados en una cooperativa de vivienda, la mayoría de las personas que vivían en la casa son de nacionalidad peruana, no pagaban alquiler, pero sí los servicios básicos.
Jhon Briceño, de 27 años, se despertó ayer, vio las noticias y se le heló la sangre. “Vi el noticiero y así me enteré que la casa de Felicitas se había derrumbado. Me vine corriendo para acá y no me voy a mover hasta que la encuentren. La conocí trabajando en Avellaneda, ella vendía medias y boxers y se convirtió como en mi mamá. Es una persona buena y amable, no sé por qué a las personas más buenas les pasan estas cosas”, dijo sobre la mujer desaparecida.
Los vecinos también niegan que en el domicilio ya hubieran ocurrido incidentes similares. “Nunca pasó nada ni tampoco es cierto que construyamos adentro”, dijo Juan, que prefirió reservar su identidad.
Durante la mañana de ayer se realizaron acciones de rastreo de personas entre los escombros con perros de la División K9 de la Policía de la ciudad que dieron resultado negativo y pasado el mediodía la Guardia de Auxilio volvió a hacer un relevamiento en la estructura de la vivienda e informó que presentaba condiciones inestables con peligro de derrumbe.
Tras recibir una botella de agua, una banana, un sándwich y café, personal del gobierno porteño les informó a los damnificados que el próximo paso es realizar el trámite para solicitar un subsidio de emergencia. “No puedo quedarme en el parador con mi hija. Yo solo puedo bancármela, pero no es un lugar para una nena de tres años. Nos quedó todo adentro. No sé qué vamos a hacer”, concluyó Meza.
Por qué se produjo el derrumbe en Floresta, que provocó la muerte de dos personas y más de 20 heridos
Las hipótesis de lo sucedido apuntan a la falta de mantenimiento del edificio que estaba tomado, las intervenciones irregulares y las nuevas construcciones sobre una estructura vieja que no estaba preparada
Mauricio Giambartolomei
Mientras las tareas de rescate para determinar si hay personas vivas bajo los escombros de las viviendas que se derrumbaron en el barrio de Floresta van dejándole lugar al relevamiento del lugar para saber si podría haber más fallecidos, se van conociendo algunos detalles que pueden explicar los motivos del colapso de la estructura que habitaban 35 familias y 120 personas.
Un inmueble tomado y sin mantenimiento, con construcciones irregulares y sin control, con una estructura que no estaba preparada para soportar peso sobre la base parecen ser, según las primeras hipótesis, los causantes del drama sobre la avenida Rivadavia 8758 donde, hasta el momento, hubo dos víctimas, un joven de 19 años y una niña de 12. La búsqueda de al menos una persona reportada como desaparecida, una mujer de 72 años, es la prioridad de los Bomberos de la Ciudad y la Guardia de Auxilio que están trabajando en el lugar desde la medianoche, cuando ocurrió el derrumbe.
El grupo canino K9 utilizado para rastrear personas con vida bajo los escombros y también, fallecidos
Las imágenes vía dron muestran la precariedad del lugar colapsado, con más de dos metros de escombros sobre la planta baja, mampostería colgando de tirantes de madera y habitaciones que apenas se sostienen. El derrumbe dejó al descubierto las entrañas de ese complejo habitacional que funcionaba como una especie de conventillo o módulo de viviendas similares a los macizos que se encuentran en las villas porteñas.
Allí, de acuerdo a algunos testimonios de vecinos, se habría producido un incendio hace algunos meses que podría haber afectado aún más a la estructura. Sin embargo, esta hipótesis no fue confirmada por fuentes de la investigación.
La planta baja del edificio de Floresta acumula una montaña de escombros de las plantas superiores que colapsaron
El edificio ocupado fue construido entre 1930 y 1940 en un lote de 17 metros de ancho por 40 metros de profundidad. Allí funcionaba una carnicería y vivía una familia, en una casa que, para la época, estaba en condiciones regulares. Hoy todavía pueden verse los pisos de pinotea y las escaleras de mármol de carrara que se destacan entre las construcciones ilegales que fueron agregándose con la usurpación.
“Es un edificio que no tiene estructura de hormigón, sino de hierro. Todo el peso de las plantas superiores se apoyaba en una construcción clandestina que cedió. Cayeron dos losas y lo que quedó en pie de esas losas, está en el aire”, explicó Walter Gómez Diz, jefe de la Guardia de Auxilio, en una pausa en las tareas de rescate y remoción de escombros.
“El colapso de la parte posterior, donde había una planta baja y un piso de 4,5 metros de altura, pudo haber sido por una sobrecarga, la vetustez de la estructura, el óxido de la armadura o porque los apoyos se vencieron. La loza de la terraza le pegó a la del primer piso y se llevó todo. Quedaron todos los tabiques en el aire”, agregó en diálogo
El equipo de Bomberos de la Ciudad participó de las tareas de rescate de las víctimas y de la búsqueda de sobrevivientes
“No hay estructura para apuntalar lo que quedó en pie, no se puede resolver de esa forma. La parte delantera del edificio, los primeros 20 metros, está en condiciones, no óptimas, pero no hay riesgo de desprendimiento o colapso de fachada que afecte la vía pública. La otra mitad está colapsada. Las losas que cayeron arrastraron vigas, maderas, chapas y ladrillos portantes”, agregó Gómez, quien aclaró que “ningún efectivo entrará en estas condiciones porque puede haber desprendimientos hacia el interior de la propiedad”.
En el hecho interviene la Fiscalía Penal Contravencional y de Faltas N° 25 que dispuso que se labre acta por el artículo número 189 que refiere a derrumbes y otros estragos.
Señales
Durante el operativo los rescatistas se fueron encontrando con diferentes irregularidades que también podrían explicar el colapso del edificio. Caños de agua que perforaban las losas, habitaciones agregadas en lugares atípicos, debilitamiento de los perfiles de las bovedillas, una pileta que concentraba mucho peso en determinado sector de una planta y otras condiciones de habitabilidad poco dignas. “Todo esto se sumó a la falta de mantenimiento. La casa no estaba preparada para que residan más de 120 personas como vivían hasta anoche”, resumió Gómez Diz.
El edificio funcionaba en los márgenes de la irregularidad pero, a pesar de eso, no contaba con denuncias que hayan ameritado una inspección del Gobierno de la Ciudad. Así lo dejaron en claro desde la Agencia Gubernamental de Control (AGC), el área del Ejecutivo que se encarga de inspeccionar ante una denuncia de construcción o ampliación en alguna propiedad para determinar si cuenta o no con la aprobación de la Dirección General de Registro de Obra y Catastro dependiente de la Secretaría de Desarrollo Urbano.
Cinco dotaciones de Bomberos de la Ciudad trabajaron desde anoche y toda la madrugada para rescatar a las víctimas. También se sumó el grupo canino K9, para hallar personas vivas, y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat que derivó a unos 30 damnificados al Centro de Inclusión Social ubicado de Barracas.
“Las condiciones de seguridad para trabajar no son las mejores porque hay riesgo de derrumbe. Se hizo un rastreo con perros especializado para la búsqueda de personas vivas y no hay. Queda el trabajo de remover los escombros para determinar si hay personas fallecidas”, contó el jefe de Bomberos, Juan Carlos Moriconi.
“Todos los derrumbes llevan su tiempo para garantizar un corredor seguro, se deben hacer tareas de apuntalamiento que pueden llevar una semana o un mes. No vamos a poner en riesgo a nadie hasta no estar seguros”, agregó.
Heridos y trasladados
Por el derrumbe ocurrido en la esquina de Rivadavia, entre Lacarra y Bolaños, todos los hospitales de la ciudad activaron el alerta roja. Más de 60 personas y 25 ambulancias del SAME trabajaron en el lugar para atender a más de 25 personas, de las cuales 15 fueron trasladadas a los hospitales Álvarez, Piñero, Ramos Mejía, Santojanni y Vélez Sarsfield.
A partir del operativo realizado por el SAME, se realizaron más de 15 traslados a distintos hospitales porteños. En el Piñero permanecen internados un menor y su mamá, ambos con politraumatismos y fuera de peligro.
En el Álvarez ingresaron dos hombres de mediana edad con politraumatismos y también fuera de peligro. Mientras que al Vélez Sarsfield llegaron cuatro damnificados, todos miembros de una misma familia, dos de los cuales son menores. Todos ya fueron dados de alta.
A su vez en el Ramos Mejía ingresaron dos personas que ya se retiraron por sus propios medios. Y el hospital Santojanni registró el ingreso de tres pacientes: una mujer de 54 años con una fractura en su mano, su hija que fue dada de alta y su nieto, un bebé de 16 días que fue ingresado en el área de neonatología. Dos niños fueron trasladados por el SAME al Piñero donde permanecen en observación, pero fuera de peligro.
Eran las 22.45 de anteayer y Marvin Meza estaba en su habitación junto a su hija de tres años. Hacía apenas un momento habían estado en el baño cepillándose los dientes. Unos instantes después, escucharon un estruendo y al darse vuelta, el baño ya no estaba. Era puro polvo y escombros. “Fue como si la casa se estremeciera”, dijo a Meza, que la nacion trabaja en un depósito y vivía desde hacía 17 años en la vivienda ubicada en Rivadavia 8758, en Floresta, que antenoche se derrumbó.
Él es una de las 120 personas que vivían allí y que anteayer tuvieron que escapar de la propiedad, tras el derrumbe. Jefferson Aquino, de 19 años, y Gabriela Jamile, de 12, murieron en el acto y Felicitas Cherry Ruiz, de 72 años, hasta el cierre de esta edición se encontraba desaparecida, aunque el equipo de rescate afirmó que ya no buscaban personas con vida en el lugar.
“Se escuchó un ruido muy fuerte y después, gritos. Con la polvareda y la oscuridad no se veía nada. Llegué a cerrar el agua y la luz y nada más. Tratamos de salir como fuera con mis tres hijos y mi señora. No tenemos ni un peso”, dijo Persy Manga, de 52 años, que trabaja como acompañante terapéutico de personas con discapacidad, y vivía en esa casa desde hacía más de 15 años.
Los vecinos contaron que, tras lograr escapar, se quedaron en la calle hasta cerca de las cuatro, mientras Bomberos de la ciudad, la Policía porteña y 25 ambulancias del SAME trabajaban en la búsqueda de personas atrapadas entre los escombros. Pasadas las cuatro, se pausaron las acciones y aquellos vecinos que no tenían dónde pasar la noche, fueron trasladados a un parador en Barracas. Cerca de las 8, se retomaron las tareas y las familias regresaron por sus propios medios al domicilio para conocer la situación.
Al llegar, cerca de las 9, Manga y su familia se encontraron con que había tres cuadras cortadas de la avenida Rivadavia y con la presencia de patrulleros, de bomberos, de personal del gobierno porteño y de medios de comunicación. Algunas madres se sentaron sobre el cordón de la vereda, con sus hijos en brazos o acostados sobre sus regazos, tapados con mantas y dormidos.
“Eran las 22.45 y se escuchó un estruendo grande desde la parte del patio, donde colgamos la ropa. Obviamente sentí miedo y pánico. Con mi papá y mis dos hermanas salimos por adelante. Estamos muy preocupados porque no sabemos qué va a pasar”, dijo Anthony Manga, de 28 años. El joven contó que estudia el profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto de Formación Docente N°1 de Avellaneda y que trabaja de manera informal como bartender.
“Se están diciendo un montón de mentiras, como que hay talleres clandestinos, que vendemos droga o que hay un prostíbulo, pero somos todas personas trabajadoras que nos conocemos y nos ayudamos entre nosotros”, agregó.
De acuerdo a los propios vecinos, que están organizados en una cooperativa de vivienda, la mayoría de las personas que vivían en la casa son de nacionalidad peruana, no pagaban alquiler, pero sí los servicios básicos.
Jhon Briceño, de 27 años, se despertó ayer, vio las noticias y se le heló la sangre. “Vi el noticiero y así me enteré que la casa de Felicitas se había derrumbado. Me vine corriendo para acá y no me voy a mover hasta que la encuentren. La conocí trabajando en Avellaneda, ella vendía medias y boxers y se convirtió como en mi mamá. Es una persona buena y amable, no sé por qué a las personas más buenas les pasan estas cosas”, dijo sobre la mujer desaparecida.
Los vecinos también niegan que en el domicilio ya hubieran ocurrido incidentes similares. “Nunca pasó nada ni tampoco es cierto que construyamos adentro”, dijo Juan, que prefirió reservar su identidad.
Durante la mañana de ayer se realizaron acciones de rastreo de personas entre los escombros con perros de la División K9 de la Policía de la ciudad que dieron resultado negativo y pasado el mediodía la Guardia de Auxilio volvió a hacer un relevamiento en la estructura de la vivienda e informó que presentaba condiciones inestables con peligro de derrumbe.
Tras recibir una botella de agua, una banana, un sándwich y café, personal del gobierno porteño les informó a los damnificados que el próximo paso es realizar el trámite para solicitar un subsidio de emergencia. “No puedo quedarme en el parador con mi hija. Yo solo puedo bancármela, pero no es un lugar para una nena de tres años. Nos quedó todo adentro. No sé qué vamos a hacer”, concluyó Meza.
Por qué se produjo el derrumbe en Floresta, que provocó la muerte de dos personas y más de 20 heridos
Las hipótesis de lo sucedido apuntan a la falta de mantenimiento del edificio que estaba tomado, las intervenciones irregulares y las nuevas construcciones sobre una estructura vieja que no estaba preparada
Mauricio Giambartolomei
Mientras las tareas de rescate para determinar si hay personas vivas bajo los escombros de las viviendas que se derrumbaron en el barrio de Floresta van dejándole lugar al relevamiento del lugar para saber si podría haber más fallecidos, se van conociendo algunos detalles que pueden explicar los motivos del colapso de la estructura que habitaban 35 familias y 120 personas.
Un inmueble tomado y sin mantenimiento, con construcciones irregulares y sin control, con una estructura que no estaba preparada para soportar peso sobre la base parecen ser, según las primeras hipótesis, los causantes del drama sobre la avenida Rivadavia 8758 donde, hasta el momento, hubo dos víctimas, un joven de 19 años y una niña de 12. La búsqueda de al menos una persona reportada como desaparecida, una mujer de 72 años, es la prioridad de los Bomberos de la Ciudad y la Guardia de Auxilio que están trabajando en el lugar desde la medianoche, cuando ocurrió el derrumbe.
El grupo canino K9 utilizado para rastrear personas con vida bajo los escombros y también, fallecidos
Las imágenes vía dron muestran la precariedad del lugar colapsado, con más de dos metros de escombros sobre la planta baja, mampostería colgando de tirantes de madera y habitaciones que apenas se sostienen. El derrumbe dejó al descubierto las entrañas de ese complejo habitacional que funcionaba como una especie de conventillo o módulo de viviendas similares a los macizos que se encuentran en las villas porteñas.
Allí, de acuerdo a algunos testimonios de vecinos, se habría producido un incendio hace algunos meses que podría haber afectado aún más a la estructura. Sin embargo, esta hipótesis no fue confirmada por fuentes de la investigación.
La planta baja del edificio de Floresta acumula una montaña de escombros de las plantas superiores que colapsaron
El edificio ocupado fue construido entre 1930 y 1940 en un lote de 17 metros de ancho por 40 metros de profundidad. Allí funcionaba una carnicería y vivía una familia, en una casa que, para la época, estaba en condiciones regulares. Hoy todavía pueden verse los pisos de pinotea y las escaleras de mármol de carrara que se destacan entre las construcciones ilegales que fueron agregándose con la usurpación.
“Es un edificio que no tiene estructura de hormigón, sino de hierro. Todo el peso de las plantas superiores se apoyaba en una construcción clandestina que cedió. Cayeron dos losas y lo que quedó en pie de esas losas, está en el aire”, explicó Walter Gómez Diz, jefe de la Guardia de Auxilio, en una pausa en las tareas de rescate y remoción de escombros.
“El colapso de la parte posterior, donde había una planta baja y un piso de 4,5 metros de altura, pudo haber sido por una sobrecarga, la vetustez de la estructura, el óxido de la armadura o porque los apoyos se vencieron. La loza de la terraza le pegó a la del primer piso y se llevó todo. Quedaron todos los tabiques en el aire”, agregó en diálogo
El equipo de Bomberos de la Ciudad participó de las tareas de rescate de las víctimas y de la búsqueda de sobrevivientes
“No hay estructura para apuntalar lo que quedó en pie, no se puede resolver de esa forma. La parte delantera del edificio, los primeros 20 metros, está en condiciones, no óptimas, pero no hay riesgo de desprendimiento o colapso de fachada que afecte la vía pública. La otra mitad está colapsada. Las losas que cayeron arrastraron vigas, maderas, chapas y ladrillos portantes”, agregó Gómez, quien aclaró que “ningún efectivo entrará en estas condiciones porque puede haber desprendimientos hacia el interior de la propiedad”.
En el hecho interviene la Fiscalía Penal Contravencional y de Faltas N° 25 que dispuso que se labre acta por el artículo número 189 que refiere a derrumbes y otros estragos.
Señales
Durante el operativo los rescatistas se fueron encontrando con diferentes irregularidades que también podrían explicar el colapso del edificio. Caños de agua que perforaban las losas, habitaciones agregadas en lugares atípicos, debilitamiento de los perfiles de las bovedillas, una pileta que concentraba mucho peso en determinado sector de una planta y otras condiciones de habitabilidad poco dignas. “Todo esto se sumó a la falta de mantenimiento. La casa no estaba preparada para que residan más de 120 personas como vivían hasta anoche”, resumió Gómez Diz.
El edificio funcionaba en los márgenes de la irregularidad pero, a pesar de eso, no contaba con denuncias que hayan ameritado una inspección del Gobierno de la Ciudad. Así lo dejaron en claro desde la Agencia Gubernamental de Control (AGC), el área del Ejecutivo que se encarga de inspeccionar ante una denuncia de construcción o ampliación en alguna propiedad para determinar si cuenta o no con la aprobación de la Dirección General de Registro de Obra y Catastro dependiente de la Secretaría de Desarrollo Urbano.
Cinco dotaciones de Bomberos de la Ciudad trabajaron desde anoche y toda la madrugada para rescatar a las víctimas. También se sumó el grupo canino K9, para hallar personas vivas, y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat que derivó a unos 30 damnificados al Centro de Inclusión Social ubicado de Barracas.
“Las condiciones de seguridad para trabajar no son las mejores porque hay riesgo de derrumbe. Se hizo un rastreo con perros especializado para la búsqueda de personas vivas y no hay. Queda el trabajo de remover los escombros para determinar si hay personas fallecidas”, contó el jefe de Bomberos, Juan Carlos Moriconi.
“Todos los derrumbes llevan su tiempo para garantizar un corredor seguro, se deben hacer tareas de apuntalamiento que pueden llevar una semana o un mes. No vamos a poner en riesgo a nadie hasta no estar seguros”, agregó.
Heridos y trasladados
Por el derrumbe ocurrido en la esquina de Rivadavia, entre Lacarra y Bolaños, todos los hospitales de la ciudad activaron el alerta roja. Más de 60 personas y 25 ambulancias del SAME trabajaron en el lugar para atender a más de 25 personas, de las cuales 15 fueron trasladadas a los hospitales Álvarez, Piñero, Ramos Mejía, Santojanni y Vélez Sarsfield.
A partir del operativo realizado por el SAME, se realizaron más de 15 traslados a distintos hospitales porteños. En el Piñero permanecen internados un menor y su mamá, ambos con politraumatismos y fuera de peligro.
En el Álvarez ingresaron dos hombres de mediana edad con politraumatismos y también fuera de peligro. Mientras que al Vélez Sarsfield llegaron cuatro damnificados, todos miembros de una misma familia, dos de los cuales son menores. Todos ya fueron dados de alta.
A su vez en el Ramos Mejía ingresaron dos personas que ya se retiraron por sus propios medios. Y el hospital Santojanni registró el ingreso de tres pacientes: una mujer de 54 años con una fractura en su mano, su hija que fue dada de alta y su nieto, un bebé de 16 días que fue ingresado en el área de neonatología. Dos niños fueron trasladados por el SAME al Piñero donde permanecen en observación, pero fuera de peligro.
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