jueves, 1 de agosto de 2019
EL PASADO TE CONDENA
Lo mejor y lo peor de las políticas tributarias de los candidatos presidenciales
Ezequiel Passarelli
¿Qué fue lo mejor y lo peor en materia tributaria de los principales candidatos a ejercer la presidencia de la Nación?
Alberto Fernández fue jefe de Gabinete entre el 25 de mayo de 2003 y el 23 de julio de 2008. Durante su gestión, la presión tributaria total (nacional, provincial y municipal) pasó de 17,7% a 23,4% del producto bruto interno (PBI): aumentó 32,2% en 5 años. Sin dudas, en esos años de gestión del actual candidato, en la Argentina se experimentó el incremento más grande en términos de presión fiscal de los últimos 30 años.
En particular, en esos años se produjo un muy fuerte aumento de los impuestos provinciales (Ingresos Brutos), que pasaron de 2,4% a 4,4% del PBI. Es decir, el peso de la carga medido en relación al producto se incrementó 83,33% en un lustro. Algo similar ocurrió con los impuestos municipales (tasa de seguridad e higiene), que aumentaron su peso 72% en el lapso.
Esta cuestión (el incremento de los impuestos provinciales y municipales) fue producto de uno de los grandes problemas fiscales que tenemos en la Argentina: el injusto (y arbitrario) sistema de coparticipación entre la Nación y las provincias, que obligó a estas últimas a aumentar sus ingresos cuando la Nación no se los proporcionaba.
Por dar un ejemplo: el 6 de septiembre de 2004, es decir, durante los años de gestión del actual candidato, las provincias decidieron, ante la falta de recursos, crear uno de los sistemas más perversos que han existido en materia fiscal: el Sircreb, basado en retenciones bancarias. Ese mecanismo generó, durante muchos años, que las empresas pagaran mucho más de lo que en realidad deberían haber abonado por Ingresos Brutos.
En materia de actualizaciones, cabe recordar, por ejemplo, que el monotributo mantuvo sus variables congeladas (sin actualizar) durante todos esos años. A pesar de la inflación que hubo en esa época, los montos que definen las categorías recién se actualizaron en 2013, después de más de 13 años sin modificaciones.
Para que se pueda entender la gravedad de esto último, hay un efecto a tener en cuenta: un monotributista paga entre 4% y 11% de su facturación en impuestos. Por el contrario, un responsable inscripto paga entre el 25% y el 45%. En otras palabras: nadie quisiera "pasarse" del monotributo al régimen general.
Al no actualizarse las categorías del impuesto simplificado durante 13 años, una persona que vendía la misma cantidad (o incluso menos), pero aumentaba sus precios por la inflación, pasaba a pagar hasta diez veces más de impuestos, al "saltar" de categoría.
Finalmente, uno de los grandes conflictos a los que se tuvo que enfrentar Fernández en su gestión fue el provocado por la conocida resolución 125 del entonces ministro Martín Lousteau, del 11 de marzo del 2008, por la cual se establecía un nuevo sistema de retenciones móviles a las exportaciones.
Justamente, fue tras el rechazo de ese proyecto por parte del Senado que el hoy candidato presentó su renuncia, el 23 de julio de 2008.
¿Y qué fue lo mejor y lo peor en materia tributaria del actual presidente, Mauricio Macri?
Macri inició su mandato el 10 de diciembre de 2015. La presión tributaria total, en ese momento, ascendía a 25,8% del PBI y, después de 4 años, terminará aproximadamente en 26,2%, lo que significará un aumento de 1,55% de esa tasa.
Respecto de los impuestos provinciales (Ingresos Brutos), el 16 de noviembre de 2017 el gobierno nacional firmó el Consenso Fiscal con (casi) todas las provincias (la excepción fue San Luis), intentando bajar la presión tributaria provincial en 2,5% del PBI en 5 años.
A un año y medio de aquel pacto, lo cierto es que, si bien se mejoró fuertemente en algunos puntos muy controvertidos (el famoso caso de las "aduanas interiores", por ejemplo), la presión tributaria provincial promedio no bajó.
En materia de impuestos municipales, la situación resultó incluso peor. En más de la mitad de los municipios se introdujo alguna tasa o contribución nueva en los últimos tres años. Y en el 25% de los municipios las tasas subieron.
En lo que refiere a actualizaciones, posiblemente, encontremos uno de los mejores puntos de este Gobierno. Ahora el monotributo se actualiza automáticamente cada año. Y eso ya no depende de la voluntad del Poder Ejecutivo de turno. Lo mismo ocurre con las deducciones personales (mínimo no imponible) del impuesto a las ganancias a cargo de las personas.
Como contrapunto, sin embargo, este año esas variables se actualizaron de forma muy insuficiente (alrededor de 20 puntos por debajo de la inflación), lo que hizo que muchas más personas empezaran a estar alcanzadas por el tributo.
Sin dudas lo peor de la gestión tributaria se centra en tres puntos: 1) la creación del impuesto a la renta financiera, el tributo más complejo que hemos tenido y que tuvo una ínfima recaudación; 2) la creación de las retenciones a las exportaciones, una medida que ahuyenta al sector que más deberíamos estar alentando, y 3) el incremento de Bienes Personales: una "traición" para todos los que ingresaron al blanqueo fiscal.
El autor es contador público y docente en la Universidad de Buenos Aires
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