viernes, 17 de enero de 2020

SOLEDAD


La epidemia de la soledad

Santiago Bilinkis
La paradoja de esta época hipercomunicada en la que tenemos cientos de amigos en las redes sociales es que, al mismo tiempo, nunca hubo tanta gente sola como ahora. Una de cada cuatro personas en EE. UU. -equivalente a 80 millones de personas- considera que no tendría a nadie en quien apoyarse en el caso de una necesidad extrema, y el Reino Unido creó en 2018 una dependencia de gobierno para enfrentar el dramático aumento en la cantidad de gente aislada. Los países latinos, gracias a nuestra idiosincrasia, parecen mejor plantados frente a este fenómeno. En una encuesta que realicé, solo el 1% dijo no contar con soporte social alguno, aunque casi el 30% se siente más solo que una década atrás.

En paralelo, una investigación realizada en la Universidad Bringham Young, en 2015, mostró los efectos devastadores que tiene la soledad para nuestra salud y bienestar: la falta de vínculos fuertes tiene efectos negativos comparables con fumar, ser obeso o padecer adicciones. Y viene creciendo hasta alcanzar dimensiones de epidemia.
La manera en que la soledad funciona es bastante antiintuitiva. Por un lado, estar rodeado de gente no garantiza que no estemos solos. La soledad se padece aún más cuando tenés personas alrededor pero no te sentís aceptado e incluido. Por otro, desarrollar la capacidad de estar solos es un mecanismo clave para no sentir soledad. Necesitamos poder separarnos para lograr acercarnos. En la encuesta, casi la mitad de las personas siente que las redes eliminan los vacíos que hacían posible la introspección, como si nos propusiéramos suprimir el silencio llenando cada instante con ruido.

El desafío, en palabras de la investigadora en psicología del MIT Sherry Turkle, es lograr estar "solos juntos". Sin embargo, en la era de las redes "estar solo se siente como un problema que necesita ser inmediatamente solucionado". Basta que exista cualquier tiempo muerto, a veces hasta un semáforo, para que recurramos instantáneamente al celular para llenar ese vacío. Las redes aparecen como el antídoto que nos entretiene y nos hace sentir acompañados y logran el efecto contrario. Minando nuestra capacidad de estar solos terminan aumentando nuestra sensación de soledad. Un informe de la Academia de Pediatría de los Estados Unidos registró un nuevo fenómeno al que bautizaron la depresión de Facebook, que ocurre cuando los preadolescentes y adolescentes que pasan muchas horas en esa red social empiezan a manifestar síntomas de depresión con el consiguiente riesgo de aislamiento social que eso conlleva.

Como síntoma más extremo, varias compañías están utilizando inteligencia artificial para crear apps que sirvan como amigos. Una de ellas cuenta ya ¡con más de 1 millón de usuarios! Probablemente no exista una conexión más ilusoria que esa. Nuestra mayor disposición a mostrarnos vulnerables con un software antes que con una persona dice mucho de la época en que vivimos.
En definitiva, más que los amigos imaginarios el mejor antídoto contra la soledad probablemente sea destinar más tiempo a cultivar nuestros vínculos fuertes y conectarnos más en lugar de comunicarnos tanto. Si te sentís solo, quizá sea momento de usar menos las redes y sumarte a un club, hacer trabajo voluntario en una ONG o simplemente recontactar con viejos conocidos e invitarlos a tomar un café.


El autor es emprendedor y tecnólogo, autor del libro Pasaje al futuro (Sudamericana)

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