Juana la Loca: la violencia del pasado, en un unipersonal
María Seghini interpreta a varios personajes, bajo la dirección de Ana Padilla
M. M.
María Seghini es Juana la Loca
Autor: Pepe Cibrián Campoy. Directora: Ana Padilla. Intérprete: María Seghini. Iluminación: Daniel Gismondi. Música original: Ana Foutel. Vestuario y escenografía: Pepe Uría. Sala: Patio de Actores, Lerma 568. Duración: 65 minutos. Funciones: Jueves, a las 20.30.
La fascinación del teatro por los personajes históricos tiene una explicación concreta: representar seres del pasado permite traerlos al presente de la teatralidad, invocarlos, volver a darles voz. Hay referentes argentinos muy transitados en obras reconocidas: la mirada sobre Arturo Illia que escribió Eduardo Rovner, la versión de El Farmer, sobre Juan Manuel de Rosas que llevaron a escena Pompeyo Audivert y Rodrigo de la Serna, las innumerables representaciones que se hicieron sobre Evita. Aunque existe una mirada documentada sobre estos seres, llevarlos a escena implica crear una nueva ficción y hasta permite cambiar el rumbo de sus vidas, aunque sea una pura construcción artística.
En esa búsqueda se encuentra Juana la loca, escrita por Pepe Cibrián y que ahora se presenta en una nueva versión con la actuación de María Seghini y dirección de Ana Padilla. La obra recupera figura histórica con la que tenemos más de 500 años de distancia: Juana I de Castilla fue reina de las coronas que conforman la actual España, aunque casi no pudo ejercer el poder porque fue encerrada durante 46 años en un palacio y apodada “la Loca” por una supuesta enfermedad mental alegada por su padre y por su hijo para apartarla del poder. Estos hechos son la base para que Cibrián desarrolle un monólogo escrito en verso, en el cual le da voz a una mujer que fue víctima de la crueldad de los hombres. María Seghini ofrece una actuación física y delicada para invocar a esta figura, que llega con un vestido desgastado, sentada en un trono antiguo para recordarnos sobre la violencia monumental del pasado, que todavía resuena en el presente.
María Seghini es Juana la Loca
Autor: Pepe Cibrián Campoy. Directora: Ana Padilla. Intérprete: María Seghini. Iluminación: Daniel Gismondi. Música original: Ana Foutel. Vestuario y escenografía: Pepe Uría. Sala: Patio de Actores, Lerma 568. Duración: 65 minutos. Funciones: Jueves, a las 20.30.
La fascinación del teatro por los personajes históricos tiene una explicación concreta: representar seres del pasado permite traerlos al presente de la teatralidad, invocarlos, volver a darles voz. Hay referentes argentinos muy transitados en obras reconocidas: la mirada sobre Arturo Illia que escribió Eduardo Rovner, la versión de El Farmer, sobre Juan Manuel de Rosas que llevaron a escena Pompeyo Audivert y Rodrigo de la Serna, las innumerables representaciones que se hicieron sobre Evita. Aunque existe una mirada documentada sobre estos seres, llevarlos a escena implica crear una nueva ficción y hasta permite cambiar el rumbo de sus vidas, aunque sea una pura construcción artística.
En esa búsqueda se encuentra Juana la loca, escrita por Pepe Cibrián y que ahora se presenta en una nueva versión con la actuación de María Seghini y dirección de Ana Padilla. La obra recupera figura histórica con la que tenemos más de 500 años de distancia: Juana I de Castilla fue reina de las coronas que conforman la actual España, aunque casi no pudo ejercer el poder porque fue encerrada durante 46 años en un palacio y apodada “la Loca” por una supuesta enfermedad mental alegada por su padre y por su hijo para apartarla del poder. Estos hechos son la base para que Cibrián desarrolle un monólogo escrito en verso, en el cual le da voz a una mujer que fue víctima de la crueldad de los hombres. María Seghini ofrece una actuación física y delicada para invocar a esta figura, que llega con un vestido desgastado, sentada en un trono antiguo para recordarnos sobre la violencia monumental del pasado, que todavía resuena en el presente.
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Parte de una trilogía exitosa de Gabriel Gavila
L. G.
El elenco de Chicos lindos
Autor y director: Gabriel Gavila. Intérpretes: Diego Nagrug, Bautista Barreiro, Bruno Rondini, Federico Cabello, Gastón Canestrari y Diego Schmukler. Vestuario: Fernando More. Entrenamiento corporal y coreográfico: Alexis Losada. Sala: La Sodería, Vidal 2549. Funciones: viernes, a las 20. Duración: 55 minutos.
Un amasijo de cuerpos, uno arriba del otro, en el medio del escenario en crudo, sin nada más. Un montículo de cadáveres que esperan el silencio de los espectadores para comenzar, de pronto, a desperezarse. Con una inspiración profunda, como si saliera de un largo ahogo, uno de ellos dice algo inesperado, habla de un sueño, de Broadway, de actuar. A partir de ese momento, esos seis jóvenes vestidos apenas con shorts negros y una venda retorcida en cada mano (que usarán después para atarse o cubrirse los ojos) inician un viaje fragmentado de monólogos de cara al público, cuadros confesionales, retratos íntimos que desnudan su vulnerabilidad detrás de la aparente comodidad de los cuerpos hegemónicos.
Son “chicos lindos” muy frágiles frente al mandato de la masculinidad estereotipada. Cada uno muestra cómo puede su modo de supervivencia, qué decir y qué ocultar, ante las miradas de lo que se supone se espera de ellos. Son cuerpos que se tocan y se rechazan, con una ferocidad actuada para el afuera que los desgarra, que nunca los deja en paz. La preocupación que los somete por igual es cómo lograr el éxito y si, en esa búsqueda, será o no el teatro la puerta al aplauso o la frustración.
Chicos lindos, de Gabriel Gavila, una deconstrucción de modelos establecidos
El autor y director Gabriel Gavila vuelve con este show performático –pariente lejano del mundo Muscari–, estrenado en 2014 en la desaparecida Casona iluminada, con otro elenco (el único que permanece es Diego Schmukler) y texto aggiornado ya que surge de los testimonios de los actores. Es la primera obra de una saga que se completó con Chicos malos y Chicos feos, trilogía que el año pasado, en su versión online, ganó el premio a Mejor Performance en Entornos virtuales, otorgado por el INT. Otra vez presencial, en una sala alejada de los circuitos tradicionales y sin apelar al humor del stand up ni a cantautores de última generación (los dos únicos temas que cantan pertenecen a los ya “clásicos” Leo García y Fito Páez), Gavila convoca a un público tan joven como los intérpretes.
El elenco de Chicos lindos
Autor y director: Gabriel Gavila. Intérpretes: Diego Nagrug, Bautista Barreiro, Bruno Rondini, Federico Cabello, Gastón Canestrari y Diego Schmukler. Vestuario: Fernando More. Entrenamiento corporal y coreográfico: Alexis Losada. Sala: La Sodería, Vidal 2549. Funciones: viernes, a las 20. Duración: 55 minutos.
Un amasijo de cuerpos, uno arriba del otro, en el medio del escenario en crudo, sin nada más. Un montículo de cadáveres que esperan el silencio de los espectadores para comenzar, de pronto, a desperezarse. Con una inspiración profunda, como si saliera de un largo ahogo, uno de ellos dice algo inesperado, habla de un sueño, de Broadway, de actuar. A partir de ese momento, esos seis jóvenes vestidos apenas con shorts negros y una venda retorcida en cada mano (que usarán después para atarse o cubrirse los ojos) inician un viaje fragmentado de monólogos de cara al público, cuadros confesionales, retratos íntimos que desnudan su vulnerabilidad detrás de la aparente comodidad de los cuerpos hegemónicos.
Son “chicos lindos” muy frágiles frente al mandato de la masculinidad estereotipada. Cada uno muestra cómo puede su modo de supervivencia, qué decir y qué ocultar, ante las miradas de lo que se supone se espera de ellos. Son cuerpos que se tocan y se rechazan, con una ferocidad actuada para el afuera que los desgarra, que nunca los deja en paz. La preocupación que los somete por igual es cómo lograr el éxito y si, en esa búsqueda, será o no el teatro la puerta al aplauso o la frustración.
Chicos lindos, de Gabriel Gavila, una deconstrucción de modelos establecidos
El autor y director Gabriel Gavila vuelve con este show performático –pariente lejano del mundo Muscari–, estrenado en 2014 en la desaparecida Casona iluminada, con otro elenco (el único que permanece es Diego Schmukler) y texto aggiornado ya que surge de los testimonios de los actores. Es la primera obra de una saga que se completó con Chicos malos y Chicos feos, trilogía que el año pasado, en su versión online, ganó el premio a Mejor Performance en Entornos virtuales, otorgado por el INT. Otra vez presencial, en una sala alejada de los circuitos tradicionales y sin apelar al humor del stand up ni a cantautores de última generación (los dos únicos temas que cantan pertenecen a los ya “clásicos” Leo García y Fito Páez), Gavila convoca a un público tan joven como los intérpretes.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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