domingo, 22 de enero de 2023

EL AÑO SABÁTICO



Año sabático. ¿Productivo o perjudicial? El dilema de los jóvenes que se toman un descanso entre el colegio y la universidad
Indecisos: según los especialistas, los chicos tienen cada vez más dificultades a la hora de elegir una carrera y por eso deciden hacer una pausa
Para muchos esta decisión otorga autonomía e incluso puede ser una cualidad positiva en la búsqueda de futuros empleos; otros, en cambio, señalan riesgos como sufrir depresión o no retomar los estudios
Matías Avramow
Rosario decidió hacer una pausa en su vida a 12.000 metros de altura, en un avión, cuando volvía de un programa de trabajo de verano en los Estados Unidos. Hacía poco había comenzado la carrera de Arquitectura en la Universidad de Mar del Plata, pero algo, en ese momento, le hizo clic.
“Me di cuenta de que tenía que hacer un cambio. Fue como una revelación espontánea: decidí que no iba a volver a estudiar, al menos por ese año. Se lo dije a mi compañero de asiento y eso fue todo. No necesité consentimiento. Y no me arrepiento”, reconoce hoy, 20 años después.
Contadora, arquitecta y madre de tres hijos,  de 40 años, describe aquel año sabático como un paso fundamental para convertirse en profesional. “En ese año no viajé, sino que me quedé en casa y me dediqué a fabricar pijamas que vendía a bazares y gente conocida. También hice un test vocacional que terminó arrojando que mi carrera afín era Arquitectura, así que luego la retomé. Todos esos meses me sirvieron para reafirmar mi decisión”, reflexiona.
Rosario (40): “Todos esos meses que me tomé antes de retomar la carrera de arquitectura me sirvieron para reafirmar mi decisión”
Según las últimas cifras del Ministerio de Educación, la deserción universitaria en Argentina es alta: en el período 2020-2021, solo en el primer año de cursada, casi el 40% de los estudiantes dejó la universidad y el 22% cambió de carrera.
Si bien esto ocurrió durante el lapso más álgido de la pandemia, el dato es significativo a la hora de pensar en la creciente cantidad de jóvenes que deciden hacer un “parate” al terminar el secundario o, incluso, durante la universidad. Y si antes el miedo solía ser un impedimento para llevar a cabo esta apuesta, hoy hay muchos índices auspiciosos para quienes desean tomarse un respiro antes de elegir la vocación a la que se dedicarán, con suerte, el resto de su vida.
“En general, el secundario se termina y aparece una crisis vocacional. Creo que hay mucho de eso en el por qué tomarse un año sabático”, explica Sara Zusman de Arbiser, médica psicoanalista y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). En sus pacientes jóvenes, dice la profesional, observa cada vez más dificultad para elegir una carrera y son muchos los que ven en el año sabático una forma de resolverlo.
“Es una gran presión, muchos empiezan una carrera y no se encuentran. Entonces la dejan o les va mal. Otros cambian hasta 5 o 6 veces y vienen a terapia, justamente, por esa crisis”, describe Cynthia Zaiatz, Jefa de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros.
Como explica Josefina Saiz Finzi, psicoanalista de APA, “muchos chicos ya no quieren seguir las carreras tradicionales y hay tanto para elegir que se congelan. Estudiar ya no es lo que era antes, sobre todo porque no se traduce en estabilidad económica”.
Claro que una de las preguntas más frecuentes es si un año sabático retrasa la formación académica y, por ende, dificulta la posterior inserción laboral. Ante esto, muchas empresas plantean exactamente lo contrario. Al menos las que tienen un perfil tecnológico y cosmopolita…
Diego Gastón Rodríguez, por ejemplo, es CEO de Aliantec, una empresa reclutadora de Tecnologías para la Información (TI), que asegura que, al analizar perfiles, experiencias como la de los años sabáticos se convierten en activos para contratar gente joven.
“Para perfiles junior, nos resulta valiosa la gente que viaja o que tiene experiencia en el exterior, que logra conocer otras culturas y practicar idiomas. Para la industria de la tecnología es un plus, porque cuando llegan a trabajar o empiezan a ser empleados tienen esas nuevas capacidades. Me parece que son candidatos con inquietudes profesionales y culturales que no son sencillas de conseguir. En muchos casos, además, ese chico o chica tuvo que hacer un esfuerzo para juntar la plata con la que llevó a cabo el año sabático”, describe el CEO. “La gente que vive esa experiencia parece más resiliente, se adapta más a los cambios”, añade.
“Lo que más se valora desde Recursos Humanos es que aquellos candidatos que se tomaron un año sabático no van ‘en piloto automático’, no se aceleran, conocen el mundo y se encuentran abordando problemas desde diferentes enfoques –suma Alejandro Melamed, experto en temas del mundo laboral y Recursos Humanos–. Esto los favorece mucho a la hora de ser elegidos en un puesto laboral. Yo creo que la única limitante que se puede observar es que el año sabático se extienda toda la vida”.
Desde las instituciones educativas también notan que hay mucha incertidumbre en los egresados del secundario. Darío Álvarez, fundador de Red Educativa Itinere, que nuclea varios colegios en Argentina y Uruguay, asegura que él ve un aumento en el número de chicos que terminan el último año sin saber qué estudiar e ingresan a una carrera de la que pronto se arrepienten.
“Tenemos más de 5000 alumnas y alumnos en la actualidad, y podría decir que cerca del 50% cambian de carrera o de facultad”, dice. “Yo no tengo una mirada negativa del año sabático, lo que nosotros buscamos es que los chicos encuentren su proyecto personal de vida y esto puede ser una opción”, añade Álvarez.
Los expertos recomiendan que los chicos desempeñen actividades estimulantes como viajes, talleres, o programas de estudio. También remarcan que los padres deben servir como contención emocional para sus hijos en esta etapas
¿Qué se hace en ese tiempo?

Cuando se menciona el concepto “año sabático”, más de uno imaginará viajes, mochilas y hostales. En efecto, Estanislao Campos, que hoy tiene 25 años, decidió viajar por Europa apenas terminó el secundario, en 2015.
Al egresar del colegio Belgrano Uno, sintió que la presión para dar el siguiente paso era muy grande y se animó a plantear la posibilidad de un descanso, para disfrutar, y también para ordenar sus ideas con respecto al futuro. “Primero yo creía que debía estudiar una carrera antes de viajar, porque mi viejo y mis hermanos lo habían hecho así. Pero al final decidí tomar otro rumbo y fue la mejor decisión”, dice Campos.
El viaje, además, fue productivo: por su ascendencia polaca, Estanislao logró entrar en un programa de estudios de la lengua y cultura polaca en la Universidad Jagellonian en Cracovia, Polonia. Su idea era quedarse en Europa los 6 meses del programa, pero unas semanas antes del regreso su padre le propuso que recorriera algunos países más.
“Tuve la suerte de que él me financiara el viaje, aunque fue austero, es algo por lo que siempre le voy a estar agradecido”, reflexiona Campos. Así, en los siguientes 6 meses, recorrió 21 países. “Me quedaba 4 o 5 días en cada lugar. Viajaba en colectivo, dormía en hostales y comía de la forma más económica que encontré”, describe.
Estanislao(25): “El viaje que hice cuando terminé el secundario me permitió conocer más de mí, en situaciones donde estaba fuera de mi zona de confort”
En ese viaje también se reencontró con su pasado. “Restablecí lazos familiares del lado de mi madre que se habían roto desde los ‘40, cuando mis abuelos emigraron a la Argentina. Estar allá me permitió conocer más de mí, en situaciones donde estaba fuera de mi zona de confort. Ahí también me di cuenta de que quería estudiar Comercio Exterior”, cuenta Estanislao, que está cerca de recibirse y ya trabajó en la Fundación Multidisciplinaria de Oncología como administrativo y en Unlimited World I como operador logístico de comercio exterior.
A tener en cuenta
Ahora bien; en general, los caminos de cara al año sabático son dos y es importante prestar atención a los riesgos. “En mis pacientes veo dos casos: los que permanecen en la casa sin hacer mucho, o los que se van al extranjero y generalmente se quedan en el país al que se fueron”, explica Zaiatz.
En la primera situación, plantea la profesional, los chicos no tienen ningún tipo de plan y suele ocurrir que eso desemboque en una depresión. “Ven a sus compañeros que están aprendiendo y relacionándose con sus pares, y cuando descubren que ellos están estáticos les agarra impotencia y frustración”, detalla Zaiatz.
Por otro lado, si los chicos pueden o deciden viajar, no necesariamente es para recorrer países. Varios se van a trabajar a Australia con el programa Work & Holiday (que emite 1500 visas de trabajo), o a Europa, especialmente a Barcelona.
“He visto casos en los que les comienza a gustar ganar dinero y optan por no estudiar”, comenta Zaiatz, y agrega que existen personalidades que se adaptan al formato del año sabático, pero que para otras puede ser perjudicial: “No es para cualquiera, yo en general no lo recomiendo”.
Nicolás  terminó el secundario en 2022, está por cumplir 18 años y planea irse a Barcelona a trabajar el año que viene. Como no pudo hacerlo ahora por problemas con el trámite del pasaporte, acordó con sus padres que cursará durante un año la carrera de Dirección de Cine en la FUC (Universidad del Cine) y se tomará un año sabático en 2024. Después de eso, regresará para terminar sus estudios.
Él dice que esto es algo que viene planeando desde segundo año del secundario. Su padrastro se tomó un año sabático cuando era adolescente y las historias que cuenta sobre esa época siempre asombraron a Nicolás. Además, en España tiene amigos que se fueron unos años antes y con los que se quedará hasta conseguir trabajo. “Espero encontrar algo en locales de ropa, hamburgueserías o cosas por el estilo”, comparte. El salario promedio por trabajos como los que él busca es de 1800 euros al mes, y los gastos rondan entre los 800 y 1200 euros.
De todas formas, su objetivo, como el de la mayoría de los chicos de su edad, no es solo trabajar: también le atrae la posibilidad de tener nuevas experiencias. En un futuro, admite, le gustaría vivir en Europa.
“Ahora voy a probar, luego volveré a Buenos Aires y estudiaré, pero ya habiendo hecho conexiones en España. Tengo claro que me gustaría probar suerte allá, lo que no voy a hacer es dejar de estudiar por eso”, asegura Capria.
Según varios expertos, el apoyo de los padres es determinante para que un chico tenga éxito en una decisión de este tipo: permitirles ese espacio, es clave. La psicóloga Sara Zusman de Arbiser, detalla: “Estar lejos de la familia muchas veces ayuda a no sentirse condicionados a definir el propio futuro”.
Muy pocos jóvenes, además, tienen una identidad sólida a los 17 años. “En ocasiones los chicos eligen una carrera por presión familiar o por seguir el camino profesional. Yo tuve una paciente que estudió oftalmología solo porque su padre se dedicaba a eso. Naturalmente, se terminó arrepintiendo y dejó de estudiar”, ejemplifica Zusman de Arbiser.
Nicolás  (17): “Me voy a tomar un año sabático en Barcelona en 2024. En el futuro me gustaría probar suerte allá, pero no voy a dejar de estudiar por eso”
“El año sabático es una forma de ser libre. Pero también tiene un componente de confusión, de no saber qué hacer. Yo hablo con los padres de los chicos que quieren tomarse esa pausa y les explico que, si es para estar tirados en la cama y jugar videojuegos, esta opción es terrible. Pero si hay viajes o planes de por medio, me parece positivo”, opina Álvarez, fundador de la Red Educativa Itinere.
Según la psicoanalista Saiz Finzi, el éxito o fracaso del año sabático tiene más que ver con las personas que rodean a los adolescentes y menos con dejar de estudiar o no. “Si hay un juicio crítico y tajante desde los padres o los tutores, ese año puede ser muy contraproducente. Hay que saber acompañar y contener la libertad”, postula la profesional.
En esa misma línea se ubica Fernando  papá de Nicolás, quien cuenta orgulloso que su hijo viene planeando solo el viaje desde hace 5 años y que le encanta apoyarlo en su decisión. “Él, por su cuenta, empezó a averiguar sobre hospedajes, costos de vida, tipos de trabajo posibles y contactos de gente”, describe Fernando, aunque también admite que apoyar a su hijo no significa que no tenga miedo.
Fantasea mucho con la idea de que Nico no quiera regresar, confiesa, mientras que a la madre le asusta que su hijo no aprenda a vivir solo. “Lo que acordó con su mamá es que ella lo acompañará el primer mes y lo apoyaremos económicamente hasta que consiga trabajo”, explica Fernando. Ambos están emocionados con la aventura que emprenderá su hijo. “Nadie te corre para terminar una carrera rápido. Ese viaje será pura experiencia, disfrute y aprendizaje”, concluye Fernando.

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