domingo, 29 de enero de 2023

LOS RECORDADOS 70


Durante la década del 70, los galanes Rodolfo Bebán, Claudio García Satur, Guillermo Bredeston y Arnaldo André causaban furor en Mar del Plata
Durante la década del 70, Guillermo Bredeston, Rodolfo Bebán, Claudio García Satur y Arnaldo André fueron las caras de la etapa de “los galanes”, que tuvo su segunda versión años después
Alejando CruzGuillermo Bredeston, Rodolfo Bebán y Claudio García Satur
Entre 1974 y 1977, en medio de tiempos políticos sumamente complejos para el país con la vuelta de Perón, su muerte y el comienzo de la dictadura militar, la temporada teatral de Mar del Plata estuvo denominada por una serie de comedias protagonizadas por los galanes de la época que venían de encabezar las grandes telenovelas del momento. La serie de obras de “los galanes” –así se las denominaba en los medios–, se inició en la temporada 1973/1974 cuando Claudio García Satur, Rodolfo Bebán y Guillermo Bredeston protagonizaron Cada vez me gusta más, con libro de Abel Santa Cruz y dirección de Eduardo Vega. Las 900 butacas del Teatro Provincial explotaban de gente: se cuenta que la única forma que García Satur tenía de entrar o salir del teatro era subido a un camión de bomberos para poder ordenar el caos de fanáticas que querían tomar contacto con él.
Satur venía de hacer Rolando Rivas, taxista, la telenovela de Alberto Migré que paralizaba al país (y no es metáfora). En la primera temporada de esa pieza clave en la historia de la televisión argentina, hacía pareja con Soledad Silveyra quien, finalizada esa temporada, decidió alejarse de la serie. En la segunda temporada, su pareja de ficción fue Nora Cárpena, esposa en la vida real del actor y empresario teatral Guillermo Bredeston. Satur y Bredeston, todo un pionero de las temporadas de teatro marplatenses, ya habían trabajado juntos en televisión. El terceto de la obra en Mar del Plata que abrió el ciclo se completó con Rodolfo Bebán, el galán de la telenovela El amor tiene cara de mujer, de mediados de los 60, que venía de hacer en televisión Malevo, una historia de guapos escrita por Abel Santa Cruz. Ahí trabaja junto a Gabriela Gili, su pareja y madre de sus tres hijos, quien murió en diciembre de 1991. Los tres galanes compartían escenario con Mariana Karr, Érika Wallner, Ámbar la Fox, Estela Molly, Marcos Zucker, Elena Sedova y la misma Gabriela Gili.
En los setenta, los tres actores –que a lo largo de su trayectoria no siempre estuvieron asociados con la comedia– trabajan de galanes según el modelo de una época no regida por la estricta métrica de esos hombres de cuerpos esculpidos en gimnasios. Si se quiere, la empatía era el signo de seducción. Y como reconoció algunas vez García Satur en un reportaje, si bien la televisión les daba una inmensa popularidad, el dinero estaba en el teatro (claro, dato no menor, si el proyecto funcionaba en la boletería). Bien, en este caso, Cada vez me gusta más funcionó. Y mucho. Tanto que, ya pensando en el título de la siguiente temporada, cuentan que se armó una especie de cábala que se repitió durante varios años: los siguientes títulos de las comedias siempre tuvieron cinco palabras y una de ellas debía ser la palabra “más”. A juzgar por los resultados, la cábala funcionó.
La temporada siguiente, 1974-75, a la dupla conformada por Rodolfo Bebán y García Satur se le sumó Arnaldo André, el que venía de romper récords y corazones con Pobre diabla, otro éxito de Migré con Soledad Silveyra y con un recordado papel a cargo de la gran China Zorrilla. En el escenario del Provincial el trío de galanes de Somos hombres y algo más actuaba junto a Virginia Faiad, Gabriela Gili y María Valenzuela. Fue, decididamente, otro éxito. “En esa época me rehusaba a ir a trabajar a Mar del Plata porque necesitaba descansar. Pero me convencieron y fui. Fue un verdadero éxito, con gente desde las 10 en la boletería para poder sacar la entrada, con la sala llena de público y con gente, sobre todo mujeres, esperándonos a la salida. Era una fiesta, fue una seguidilla de noches maravillosas en una época en que la gente iba a Mar del Plata por 15 días o un mes”, apunta el prestigioso actor que hace la comedia El enganche, de Julio Mauricio, con dirección de Osvaldo Laport.
“Te convocaban según el éxito obtenido en las telenovelas. Lamentablemente, como hoy casi no hay ficción en la pantalla chica, eso no les va a suceder a mis colegas jóvenes. Pero aquellos que pudimos estar presentes en esas grandes telenovelas hoy estamos vigentes gracias a ellas”, apunta el actor que expone también el prejuicio que existía sobre el teatro de verano: “Esas obras eran pensadas para Mar del Plata o para giras. En ese momento circulaba la idea de que no se podía llevar a Buenos Aires una comedia ligera y sí una obra de repertorio. Como contrapartida, buena parte de nuestro público en Mar del Plata era porteño”.
En 1975-76 fue el turno de estrenar Esta noche o nunca más, de Abel Santa Cruz. Ante la partida de André, a la dupla de Bebán y García Satur se le sumó Juan José Camero. El trío de galanes estaba acompañado por Gabriela Gili y Cristina Lemercier. En la temporada 197677, el ciclo se cerró con Es más lindo con amor, en la que nuevamente se repitió la fórmula Bebán-satur esta vez junto a Daniel Guerrero, el locutor de Sábados continuados, uno de los clásicos programas ómnibus de esos tiempo. Luego de ese debut teatral, Guerrero pasó a trabajar en varias telenovelas junto a Verónica Castro (Cara a cara) y Linda Cristal (Rossé). Compartió escenario con Gabriela Gili y Zulma Faiad, quien luego se convirtió en su esposa.
Frente a propuestas de teatro de repertorio y comedias dramáticas, las distintas versiones de estos títulos protagonizados por galanes marcaron una época dominada también por la sinergia entre esas telenovelas icónicas y el teatro de verano. En perspectiva, Rodolfo Bebán, Claudio García Satur, Guillermo Bredeston, Arnaldo André, Juan José Camero y Daniel Guerrero marcaron una época en lo que hace a la temporada teatral de Mar del Plata que tuvo una operación retorno cuando los tres actores que inauguraron este ciclo, en 2000, estrenaron en el teatro Corrientes Los galanes peinan canas.
Así como la serie de los galanes terminó en 1977, a los pocos años vino su segunda etapa que los medios llamaron “los galancitos”. A juzgar por los difusos archivos, esta nueva etapa comenzó en 1981, en el teatro La Campana, sala de la calle Rivadavia con una cantidad de butacas mucho más reducida que el Provincial, la sede del fenómeno de los galanes. Allí se estrenó La vida fácil, protagonizada por Ricardo Darín, Carlos Olivieri, Raúl Taibo y Gustavo Rey, junto a Silvia Pérez y Virginia Faiad. Al año siguiente, sin cábala en lo que hace a los títulos, “los galancitos” se trasladaron a una sala teatral montada en el Club Mar del Plata. El título no se anduvo con rodeos ni metáforas: Los galancitos, locos, lindos y solteros. Allí estaban Darío Grandinetti, Carlos Olivieri, Antonio Caride y Daniel Fanego, entre otros.
Y en eso del traslado de éxitos televisivos al teatro, fórmula que tanto “los galanes” como “los galancitos” aplicaron siempre, tras la excelente repercusión que tuvo la telenovela El Rafa en Canal 9, hizo que Alberto de Mendoza y Carlos “Carlín” Calvo, los protagonistas de aquel éxito, desembarcaran en el teatro Provincial con Engañemos a mi mujer, junto a Silvia Montanari. Si se quiere, fue el final de los galancitos.
En 1984, el periodista José de Zer entrevistó a Ricardo Darín en un video que se puede ver por Youtube en el cual también se aborda los prejuicios de la época. Durante la nota, el periodista le remarca a Darín que, a juzgar por sus últimos trabajos, quedaba demostrado que los galancitos también podían actuar. Tras escuchar el comentario, Darín apaga el cigarrillo, lo tira al piso (todo un detalle de época) y toma aire. “Es una costumbre muy argentina la de prejuzgar, a apresurarnos con los juicios y, otras veces, a tardar demasiado. Eso de galancito fue una especie de rotulillo que nos pusieron que hasta me pareció gracioso y fue una manera de diferenciarnos de otros galanes. En ningún momento lo tomamos como algo peyorativo. Lo importante es no detenerse en este tipo de cosas. El tiempo se encarga de demostrar que uno estaba equivocado o acertado”, reflexionó.
Según recuerda un experimentado productor, el verdadero éxito de los galancitos era más de tapas de revistas de la farándula que de boleterías. Era más lo que sucedía en las puertas de las salas que adentro. Claro que hubo un hecho que generó que ese grupete de locos, lindos y solteros saltara de las revistas Antena o Gente a El Gráfico. Decidieron formar un equipo de fútbol con fines benéficos que llegó a tener a César Luis Menotti como DT. El 23 de febrero de 1981, se calzaron los cortos Carlín Calvo, Ricardo Darín, Raúl Taibo, Darío Grandinetti, Adrián “Facha” Martel, Diego Torres y Pablo Codevilla. A lo largo de una década, al equipo de Los Galancitos se sumaron y alternaron los galanes de los ‘70 (caso Rodolfo Bebán y Claudio García Satur), pero también Gonzalo Urtizberea, Miguel Ángel Solá, Norberto Díaz, Antonio Caride, Tito Mariani y siguen los nombres. La despedida llegó en 1991 con un partido a beneficio del Hospital Fernández. La AFA se sumó al encuentro y hubo una atracción: la presencia de Diego Armando Maradona.
En 1974 llegó a Buenos Aires una impactante versión de Yerma, el texto de Federico García Lorca, con puesta del tucumano Víctor García y con la actuación protagónica de Nuria Espert, la gran actriz española. Esa impresionante puesta elogiada y premiada en Europa se presentó en Astral con un asombroso éxito. En el libro Los muros y las puertas en el teatro, de Víctor García, se cuenta que en la segunda función de los sábados quedaban unas 500 personas afuera del gran teatro de Julio Gallo. O que debían agregar sillas en los pasillos para cubrir la demanda.
Habría que contextualizar un poco la cosa. En 1971, Sir Laurence Olivier lo había invitado a Víctor García a dirigir una obra su sala de Londres. El director montó un texto de Fernando Arrabal protagonizado por Anthony Hopkins. Eran tiempos en que el gran maestro Peter Brook decía de este tucumano que era un director capaz de “romper las barreras del idioma y la forma convencional”. Con el prestigio europeo a cuestas y el éxito porteño, el productor Julio Gallo llevó a Yerma al año siguiente a Mar del Plata. Fue un fracaso. En el libro Los productores, lo reconoce sin muchas vueltas. “Mi obra de mayor repercusión y la de más ruidoso fracaso fue, curiosamente, la misma Yerma, representada por una muy buena compañía española, con la que llenamos muchas funciones en el Astral, pero con la que resbalamos durante la temporada de verano en Mar del Plata. Ahí hice lo que yo sabía que no había que hacer: enamorarme del espectáculo”. En otro reportaje, el decano productor habló de aquella patinada y cerró el comentario con otra afirmación contunde: “El teatro es una ruleta”
Resbalón o patinada, Nuria Espert aquella temporada obtuvo el Premio Estrella de Mar por su trabajo interpretativo. Fue el mismo año en el que los amores y señores de las telenovelas abrieron la etapa de los galanes con una serie de comedias livianas que marcaron una época en el teatro de verano de Mar del Plata que, todavía hoy, sigue teniendo sus derivas.

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