De película. El núcleo de la Tierra se detuvo y ahora gira en sentido inverso
Así lo postula un estudio de investigadores de la Universidad de Pekín; afirman que el cambio solo puede causar perturbaciones menores
Robin George Andrews
NUEVA YORK.– Imaginen que el núcleo interno de la Tierra es como una pesada bailarina de metal de hierro, capaz de hacer piruetas a diferentes velocidades.
Ese núcleo estaría en el punto culminante de un gran giro: los sismólogos informaron a través de la revista científica Nature Geoscience que, después de hacer algunas pausas breves pero curiosas, cada varias décadas el núcleo interno del planeta empieza a girar en sentido contrario al movimiento de la superficie terrestre. Y en este preciso momento se estaría produciendo una de esas contramarchas.
Parece el escenario de una película de cine catástrofe, pero no hay razones para temer.
Esa reversión del núcleo planetario se estaría repitiendo desde hace millones de años y no hay que esperar ningún resultado apocalíptico. Por el contrario, el objetivo de los investigadores que proponen este modelo especulativo es profundizar el conocimiento sobre el reducto más recóndito de la Tierra y su relación con el resto del planeta.
El núcleo interno “es como un planeta dentro de un planeta, así que obviamente su movimiento es muy importante”, dice Xiaodong Song, sismólogo de la Universidad de Pekín, China, y uno de los autores del estudio.
En 1936, la eminente sismóloga danesa Inge Lehmann descubrió que el núcleo exterior líquido de la Tierra recubre una bola de metal sólido, que desde entonces desconcierta a los científicos.
“Es bastante raro que haya una especie de pelota de hierro sólido flotando en el centro de la Tierra”, dice John Vidale, sismólogo de la Universidad del Sur de California, que no participó del estudio. Los científicos creen que el núcleo interno se solidificó en medio de esa sopa de metal fundido en algún momento del pasado no tan remoto de la Tierra, cuando el infierno interior del planeta se enfrió lo suficiente para permitir que fraguara.
No hay forma de extraer una muestra para análisis de ese núcleo interno, pero las ondas de energía sísmica provocadas por los terremotos más potentes y por los ensayos de armas nucleares durante la Guerra Fría han llegado hasta el núcleo interno, y el análisis de esas ondas revela algunas de sus características. Los científicos sospechan que está compuesto mayormente de hierro y níquel, que tiene unos 2400 kilómetros de diámetro y que es tan candente como la superficie del Sol.
Pero esas ondas también planteaban un enigma. Si el núcleo es inerte, la trayectoria de las ondas que rebotan por terremotos o detonaciones nucleares de una misma intensidad no debería cambiar nunca, pero a lo largo del tiempo sí lo hace.
Y una explicación posible era que el núcleo interno girara, desviando la trayectoria de las ondas. A mediados de la década de 1990, el sismólogo Song fue uno de los primeros científicos en sugerir que el núcleo interno tal vez rotaba a velocidad diferente que la superficie terrestre. Desde entonces, los sismólogos de todo el mundo han ido más allá, encontrando evidencia de que el núcleo interno se acelera y también desacelera.
¿Por qué? Una idea es que hay dos fuerzas titánicas luchando por el control del corazón del mundo. El campo magnético de la Tierra, generado por las corrientes de hierro líquido que se arremolinan en el núcleo externo, tira del núcleo interno, haciéndolo girar. Pero esa fuerza es contrarrestada por el manto, la capa mucilaginosa que se encuentre entre el núcleo externo y la corteza terrestre, cuyo inmenso campo gravitatorio atrapa el núcleo interno y frena su giro.
Al estudiar las ondas sísmicas registradas desde la década de 1960 hasta la actualidad, Song y Yi Yang, otro sismólogo de la Universidad de Pekín y coautor del estudio, postulan que este descomunal tira y afloja hace que el núcleo interno gire en un sentido o en otro siguiendo un ciclo de aproximadamente 70 años.
A principios de la década de 1970, en relación con alguien parado en la superficie de la Tierra, el núcleo interno no giraba. Desde entonces, ha girado gradualmente cada vez más rápido hacia el este, superando finalmente la velocidad de rotación de la superficie de la Tierra. Posteriormente, el giro del núcleo interno en sentido este se desaceleró, hasta que en algún momento entre 2009 y 2011 pareció detenerse.
Ahora está comenzando a girar gradualmente hacia el oeste en relación con la superficie de la Tierra, y es probable que se acelere y luego desacelere una vez más, llegando a otro aparente punto muerto en la década de 2040, cuando habrá terminado su último ciclo de giro completo en ambos sentidos.
Si efectivamente existe, ese ciclo de 70 años podría tener efectos tangibles en las entrañas más profundas de la Tierra, pero tal vez solo pueda causar perturbaciones comparativamente menores más cerca de la superficie, como sutiles alteraciones en el campo magnético del planeta, o incluso ligeras modificaciones en la duración del día, que –como ya se sabe– aumenta y disminuye en una fracción de milisegundo cada seis años.
El modelo de Song es tan solo uno de varios modelos que compiten por explicar los erráticos viajes de las ondas que llegan hasta el núcleo. Otra posibilidad es que la capa más interna de la Tierra simplemente se bambolea de un lado para otro en medio de ese infierno líquido. También puede ser que el núcleo ferroso de la Tierra tenga una superficie metamórfica, que retuerza cualquier onda sísmica que lo atraviesa. “Sin importar el modelo especulativo que se elija, en todos habrá datos que no terminan de encajar”, sostiene Vidale.
Y como ese reino abismal es totalmente inaccesible, tal vez nunca tengamos la respuesta. “Es muy posible que nunca lo averigüemos –dice Vidale–, aunque soy optimista y creo que algún día todas las piezas van a encajar en su lugar”
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