La moda circular permite cuidar el ambiente y ahorrar hasta un 70%
Se afianza en el país la tendencia mundial de comprar ropa usada para contrarrestar el impacto del sector en el planeta
Silvina VitaleComprar o vender ropa usada, tendencia firme
Una segunda oportunidad es la premisa que abrazan las nuevas generaciones y que vuelven parte de sus hábitos de consumo. Y cuando se habla de moda, cada vez más, los jóvenes se alejan del fast fashion (los grandes volúmenes de prendas producidas por esta industria) para inclinarse –lejos de prejuicios– a la reutilización y el reciclado de la vestimenta. Sin embargo, esta tendencia llamada moda circular, que crece a nivel mundial con un propósito sustentable y ambientalista, en la Argentina se ve impulsada, además, por la crisis económica.
Es necesario considerar que a nivel local, el rubro textil refleja los aumentos a causa de la inflación, lo que repercute directamente en la capacidad de las familias de renovar el guardarropas. De hecho, entre marzo del año pasado y el mes último, los precios del rubro prendas y calzados aumentaron un 118,8%. En ese sentido, los datos hasta el mes pasado sobre ventas en comercios minoristas que publica la Confederación Argentina de Mediana Empresa (CAME) refieren una caída en las ventas de indumentaria en un 10,1% interanual.
En un contexto de crisis económica, desde hace aproximadamente unos cinco años, comenzaron a proliferar propuestas de tiendas, showrooms o sitios de venta online de indumentaria y calzado de segunda mano. Si bien no es un fenómeno nuevo, el diferencial de estos comercios que afloran por estos días es la curaduría, es decir una selección minuciosa que privilegia la calidad y el buen estado de prendas, calzado y accesorios.
En cuanto a valores, en estas tiendas de segunda mano se puede renovar el placard por valores que van entre un 40% y un 70% por debajo de los que se encuentran en locales de un shopping.
Por ejemplo, un tapado de paño corto se consigue a entre $8000 y $10.000, mientras que uno similar de una primera marca cuesta entre $50.000 y $60.000; una remera manga larga de algodón está entre $2000 y $4000 a diferencia de una que cuelga en un perchero en un local de un centro comercial que sale entre $12.000 y $15.000, y en pantalones de jean, los precios se ubican entre los $4000 y $9000 en una tienda second hand, mientras que está por encima de los $25.000 en locales de shoppings.
Quienes se inclinan por estas propuestas destacan la calidad a buen precio. “Hace alrededor de un año y medio que vengo viendo cuentas de moda circular en las redes, pero nunca había comprado nada hasta mediados del año pasado. En ese momento, una conocida hizo una feria de ropa de segunda mano y me pareció todo superlindo, estaba prácticamente nuevo. Compré varias prendas de calidad a muy buen precio”, cuenta María Florencia Guzmán, estudiante de 19 años de Villa Urquiza.
La joven considera que las personas se vuelcan a este tipo de consumo por diferentes razones que van desde encontrar prendas de marcas exclusivas que son verdaderas perlitas, los precios reducidos en comparación con lo que se puede encontrar en un centro comercial, a la vez que pesa una mayor conciencia ambiental y, en ese sentido, afirma que hoy son muchas las personas que no están dispuestas a contribuir con el fast fashion.
Sin embargo, para María Marta Sáez, que tiene 49 años y vive en Parque Chacabuco, el principal beneficio de estas tiendas de segunda mano o vintage es un precio acorde a los bolsillos en época de crisis. “Creo que la gente se inclina más por este tipo de consumo por una cuestión económica, no sé si tanto por la conciencia ambiental”, advierte.
Si bien señala que no compra habitualmente en este tipo de locales, sí visitó uno hace poco. “En estos lugares se puede encontrar ropa de marca a valores accesibles y casi nueva. La desventaja es que no hay mucha variedad, son oportunidades únicas”, aclara. Y destaca que la clave es ir con tiempo y tener una cuota de buena suerte.
Vestir responsable
Coincide Julieta Alalu, dueña de Búnker, junto con su socia Iara Weich, en que una razón de peso para que la gente se vuelque cada vez más a esta modalidad es el precio: “La cuestión económica tiene un peso importante porque la gente cuida su bolsillo”.
El foco de la propuesta de Búnker, una tienda de segunda mano que comenzó hace seis años con un showroom en Colegiales y hoy tiene un local en Palermo, es hacer accesibles prendas de marca. “Hacemos una curaduría exhaustiva”, dice. Pero advierte otra lógica en la decisión de compra que observa mayormente en las nuevas generaciones: “Los más jóvenes son más conscientes en esto de reutilizar, son más abiertos y no tiene prejuicios con ponerse ropa second hand”.
A partir de observar esta demanda de las nuevas generaciones y de una parte de la población que busca consumir “en forma responsable” es que desde sus inicios en 2019 Urban Luxury promueve la moda circular. La idea de este emprendimiento –con 10 sucursales en la ciudad y el Gran Buenos Aires– es asesorar a las personas para que renueven su guardarropa de manera responsable. “Buscamos reducir el impacto ambiental producido por la industria de la moda”, dice Juan Cruz Pagnutti, CEO y fundador. En su caso, la clave para que los clientes vuelvan también es asegurarse que lo que está colgado en el perchero sea de buena calidad, provenga de marcas reconocidas y esté en excelente estado.
Otra marca que se sube a la movida circular es Cocoliche Ropa, con locales en La Plata y en la ciudad [en Belgrano y en Palermo]. “Nuestra marca tiene diez años y desde siempre creímos en la importancia de la moda responsable como impacto positivo en contraposición con la contaminación producida por la industria textil”, dice Franco Nencini, jefe de marketing, que señala que se puede tener un vínculo con la moda más consciente y solidario.
Por lo general, el second hand ofrece una doble vía de beneficios: los clientes pueden comprar ropa usada de calidad y a buen precio y, en la mayoría de estos locales se venden las prendas que ya no usan y que se conservan en buen estado. El procedimiento requiere sacar un turno y, en algunos casos, la compra mínima parte de las diez prendas. Estas tiendas adquieren solamente ropa apta para entrar al circuito de uso nuevamente.
“En mi caso, luego de bajar de peso tuve que armar un nuevo guardarropas. Vendí la que ya no iba usar y compré prendas de segunda mano acordes con mi nuevo talle. Estoy feliz de hacer mi aporte y evitar el impacto ambiental de acumular indumentaria que no se recicla”, explica Verónica Laura Romero, de 52 años. Sin embargo, no deja de lado la economía y afirma que, así, puede acceder a prendas que le sería imposible comprar en locales de primera.
La circularidad de las prendas es un fenómeno ya afianza en Europa y en Estados Unidos. Claudio Drescher, presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), sostiene: “Lo han incorporado las principales marcas que tienen un canal específicamente diseñado para esto en el que las clientas venden su ropa o se contactan con otras para hacer un intercambio. Esto tiene que ver con una mayor conciencia del cambio ambiental y la sostenibilidad”, describe.
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