Ganadores y perdedores. El impacto del resultado en Neuquén y Río Negro
El kirchnerismo vivió una jornada para el olvido; en Pro festejaron el triunfo de Figueroa
Las elecciones de gobernador en Neuquén y Río Negro, en el primer gran domingo político del año, tuvieron una fuerte impronta provincial, con triunfos, en los dos casos, de frentes locales. Los ganadores hicieron lo posible por no mezclarse con la política nacional ni con los candidatos presidenciales. Ya tendrán tiempo de acercarse al que se quede con el poder. Sin embargo, una lectura fina de los resultados deja a algunos referentes nacionales mejor parados que otros después de involucrarse, con suerte diversa, en estos comicios.
Frente de Todos
La coalición peronista vivió un domingo para el olvido, en el que exhibió su inusual fragmentación en las contiendas patagónicas que, de alguna manera, reflejaron su actual crisis a nivel nacional. Los líderes principales rasparon la olla en busca de algún consuelo que les permitiera mostrar que no todo les salió mal. Lo cierto es que ningún peronista se sentó anoche claramente en la mesa de los ganadores. Veamos caso por caso:
Alberto Fernández: miró de lejos las elecciones en Neuquén, Río Negro y la ciudad de Trelew (Chubut). No participó en actos de campaña ni en afiches callejeros. Al terminar los escrutinios felicitó a los ganadores, pero su cosecha ha sido extremadamente pobre en términos de la discusión interna en el Frente de Todos. En Río Negro le dio un tibio apoyo a la candidata del Movimiento Evita, Silvia Horne: terminó tercera, con 10,6% de los votos. En Neuquén pudo disimular algo el fracaso porque un concejal de la capital, Marcelo Zúñiga, integró el variopinto frente del gobernador electo, Rolando Figueroa. Zúñiga, del Movimiento Evita, presentó una colectora que sumó 3 puntos y quedó séptima entre las nueve listas que anotó Figueroa.
Cristina Kirchner: en otros tiempos dominante en la Patagonia, tuvo poco y nada para festejar. En Neuquén vio cómo se derrumbó Ramón Rioseco, candidato de Oscar Parrilli: pasó de salir segundo en 2019, con 26%, a quedar tercero, con apenas el 12%. En Río Negro respiró aliviada en medio de la inusual fragmentación en cuatro partes del Frente de Todos. Ella validó el pacto que el camporista Martín Doñate selló con Alberto Weretilneck (un aliado habitual en el Senado). El kirchnerismo presentó una lista propia (Nos Une Río Negro) con Weretilneck como candidato y aportó al triunfo. Aunque su cosecha fue módica: 11 puntos. Un suspiro más que lo que obtuvo la “albertista” Horne. Exactamente 0,35 más (900 votos).
Máximo Kirchner: noche amarga para el líder de La Cámpora. Al consuelo de haber salvado la ropa en Río Negro con el acuerdo sellado con Weretilneck lo opaca su desastroso resultado en Trelew, segunda ciudad de Chubut. Había viajado allí para acompañar a su candidato a la intendencia, Emanuel Coliñir, que terminó tercero, con 14% de los votos. La ciudad –que era gobernada por el kirchnerista no camporista Adrián Maderna– pasa a Juntos por el Cambio. En Neuquén, La Cámpora estuvo ausente, sin especial participación en la campaña de Rioseco.
Sergio Massa: el líder del Frente Renovador tiene poco para festejar en las dos provincias que eligieron gobernador, en las que no tiene espefestejar cial inserción. Sus dirigentes locales se sumaron al proyecto de Weretilneck, sin anotar lista propia. En Trelew, su partido fue parte de la coalición derrotada que impulsó La Cámpora. Un resultado doloroso para él, ya que Chubut es la única provincia en la que puede decirse que el gobernador, Mariano Arcioni, responde al ministro de Economía. No obstante, Massa celebró los resultados de Neuquén y Río Negro: tuiteó fotos suyas sonriente con Weretilnek y Figueroa, y los definió como “dos grandes amigos”. En Neuquén, el Frente Renovador fue en una colectora que apoyaba a Marcos Koopmann (MPN), derrotado por Figueroa. La colectora sumó el 1,57% y quedó quinta entre las diez del MPN.
Juntos por el Cambio
Los referentes nacionales de Pro se amontonaron para festejar el triunfo histórico de Figueroa, aunque el candidato ganador hizo todo lo posible para provincializar su victoria. No hubo referentes nacionales en las fotos y en realidad la alianza triunfadora es de una heterogeneidad importante, del macrismo al albertismo. En Río Negro, la división de la coalición facilitó el triunfo de Weretilneck. Trelew les dio un motivo de celebración con la victoria de Gerardo Merino, que posiciona al senador Ignacio Torres como favorito para las elecciones de gobernador. La conducción del radicalismo quedó tocada, casi sin nada que celebrar.
Mauricio Macri: fue el primero en el triunfo de Figueroa y presentarlo como “un hecho histórico” que anticipa un cambio en el escenario electoral. Macri validó la integración de Pro en el frente de Figueroa, a quien recibió en Cumelén durante el verano. Operó personalmente para “sacar a la familia Sapag” del poder en la provincia de Vaca Muerta, dicen en su cercanía. La colectora de Pro obtuvo 4,15% y fue la segunda más votada entre las nueve que anotó el ganador. En Río Negro puso poco en juego y tampoco fue parte de la campaña de Merino en Trelew.
Horacio Rodríguez Larreta: se atribuyó también el éxito de la estrategia de Figueroa. Y aprovechó para jugar en su pelea con Macri y Patricia Bullrich por las elecciones porteñas, al destacar la velocidad del escrutinio con boleta única electrónica. En Río Negro le dio su apoyo a Aníbal Tortoriello, que salió segundo, con 23,9%, un porcentaje que estuvo dentro de lo esperado y lejos de dar una pelea real. En esa provincia se rompió Juntos por el Cambio. También presentó como propio el resultado de Merino en Trelew.
Patricia Bullrich: celebró efusivamente el éxito de Figueroa y una dirigente larretista, Leticia Estévez, salió a acusarla de haber apoyado al MPN. En realidad, la candidata a presidenta respaldó al ganador tiempo antes y mandó a gente de su confianza a hacer campaña. En Río Negro estuvo menos presente en la estrategia de Tortoriello. Celebró, por lo simbólico, el triunfo de Pro en Villa Mascardi –a pesar de que son poco más de 100 votantes–.
Gerardo Morales y Martín Lousteau: salvo por los triunfos en Trelew y General Cabrera (Córdoba), fue un mal día para los radicales. En Neuquén, Pablo Cervi (Evolución) se resistió a seguir la estrategia de Pro, mantuvo una candidatura propia y peleó en la Justicia para llevar el nombre Juntos por el Cambio. Salió quinto, con apenas el 3,75% de los votos. Otros dirigentes del radicalismo lo abandonaron y se fueron a la alianza que finalmente triunfó. En Río Negro, la exdiputada radical Lorena Matzen se enfrentó con Tortoriello, de Pro, y se colgó como colectora de Weretilneck. Sacó 7 puntos con su lista de legisladores. En Trelew, aunque ganó un radical, lo hizo después de haber vencido en las internas al postulante que apoyaba la conducción nacional del partido.
Elisa Carrió: explotó contra Macri y Pro por sumarse a Figueroa en Neuquén, al que acusa de ser parte de la estructura que manda en la provincia desde hace 60 años. Ella apoyó a Cervi. Tampoco tuvo mucho para celebrar en Río Negro y en Trelew.
La Libertad Avanza
Javier Milei debutó con candidatos propios con un resultado que no alcanza para alentar la idea de una ola libertaria. Él no hizo comentarios al final del escrutinio. No tuvo una participación muy activa en la campaña, más allá de fotografiarse con sus representantes. En ambos casos quedaron cuartos, con algunas particularidades para destacar. En Neuquén, apoyó a Carlos Eguía (bajo el nombre Cumplir), un exdirigente de ARI, que sacó el 8% de los votos. El candidato rionegrino de Milei fue Ariel Rivero (Primero Río Negro), un exdirigente de Juntos por el Cambio, que obtuvo el 9,17% de los votos.
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La Ciudad lo utilizará en agosto y en octubre; dudas por los tiempos
Laura Serra
El Instituto de Gestión Electoral porteño (IGE) llamará a licitación pública para que las próximas elecciones en la ciudad de Buenos Aires se realicen por medio de una boleta única de manera electrónica. Si bien las autoridades del organismo aseveran que de aquí al 13 de agosto –fecha de las primarias– habrá suficiente tiempo para llevar adelante el proceso, algunas voces críticas mantienen sus dudas.
La decisión de avanzar con una modalidad electrónica de votación va de la mano del anuncio que hizo el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de convocar a elecciones concurrentes en la ciudad. Esto implica que las elecciones nacionales y porteñas se realizarán el mismo día, pero con dos instrumentos de votación distintos, las primeras con la boleta partidaria de papel y las segundas con una versión electrónica.
El Código Electoral porteño es muy estricto: en su artículo 126 establece que el IGE deberá aprobar el sistema electrónico que se utilice en la elección con, al menos, 50 días de anticipación al día de los comicios. La aprobación debe incluir los resultados de las auditorías sobre los sistemas. En buen romance, en los próximos dos meses, el IGE deberá elaborar los pliegos, llamar a licitación pública, seleccionar la empresa proveedora del servicio y encarar todo el proceso de auditoría y certificación de tecnologías para presentar la documentación en tiempo y forma.
¿Podrá el IGE llevar adelante semejante tarea en solo un par de meses, cuando se trata de un organismo recién creado, sin estructura y cuyo titular –Ezio Emiliozzi– aún no fue confirmado por la Legislatura? Se cree que no. Aquí empiezan las críticas. Según la ley de creación, el IGE debe ser un organismo autárquico y autónomo del gobierno de la ciudad. Sin embargo, en los hechos todavía no lo es. Con las elecciones encima, es evidente que los que llevarán adelante el proceso electoral serán los equipos del gobierno porteño.
En el IGE se muestran confiados en que, “salvo imponderables”, se llegará a tiempo y sin mayores dificultades a la elección con la tecnología aprobada.
Expertos en cuestiones electorales son escépticos. “No cuestiono que se instrumente un mecanismo de emisión electrónica del voto –sostiene Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe–. Aun cuando esta fuera una decisión autónoma del IGE –cosa que dudo, porque actuó en sintonía con lo que anunció Larreta–, ¿están dadas las garantías y los controles para un proceso de licitación amplio y transparente y que no termine en manos de las mismas empresas?”
El Instituto de Gestión Electoral porteño (IGE) llamará a licitación pública para que las próximas elecciones en la ciudad de Buenos Aires se realicen por medio de una boleta única de manera electrónica. Si bien las autoridades del organismo aseveran que de aquí al 13 de agosto –fecha de las primarias– habrá suficiente tiempo para llevar adelante el proceso, algunas voces críticas mantienen sus dudas.
La decisión de avanzar con una modalidad electrónica de votación va de la mano del anuncio que hizo el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de convocar a elecciones concurrentes en la ciudad. Esto implica que las elecciones nacionales y porteñas se realizarán el mismo día, pero con dos instrumentos de votación distintos, las primeras con la boleta partidaria de papel y las segundas con una versión electrónica.
El Código Electoral porteño es muy estricto: en su artículo 126 establece que el IGE deberá aprobar el sistema electrónico que se utilice en la elección con, al menos, 50 días de anticipación al día de los comicios. La aprobación debe incluir los resultados de las auditorías sobre los sistemas. En buen romance, en los próximos dos meses, el IGE deberá elaborar los pliegos, llamar a licitación pública, seleccionar la empresa proveedora del servicio y encarar todo el proceso de auditoría y certificación de tecnologías para presentar la documentación en tiempo y forma.
¿Podrá el IGE llevar adelante semejante tarea en solo un par de meses, cuando se trata de un organismo recién creado, sin estructura y cuyo titular –Ezio Emiliozzi– aún no fue confirmado por la Legislatura? Se cree que no. Aquí empiezan las críticas. Según la ley de creación, el IGE debe ser un organismo autárquico y autónomo del gobierno de la ciudad. Sin embargo, en los hechos todavía no lo es. Con las elecciones encima, es evidente que los que llevarán adelante el proceso electoral serán los equipos del gobierno porteño.
En el IGE se muestran confiados en que, “salvo imponderables”, se llegará a tiempo y sin mayores dificultades a la elección con la tecnología aprobada.
Expertos en cuestiones electorales son escépticos. “No cuestiono que se instrumente un mecanismo de emisión electrónica del voto –sostiene Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe–. Aun cuando esta fuera una decisión autónoma del IGE –cosa que dudo, porque actuó en sintonía con lo que anunció Larreta–, ¿están dadas las garantías y los controles para un proceso de licitación amplio y transparente y que no termine en manos de las mismas empresas?”
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