jueves, 6 de abril de 2023

PENSAMIENTOS Y LECTURA


Las derechas extremas y el uso político de las nuevas tecnologías La inteligencia artificial, ¿un copiloto para la mente?
El historiador italiano Steven Forti, invitado a la Noche de las ideas, afirma que los Orbán o los trump amenazan el sistema democrático
Daniel Gigena
Uno de los invitados internacionales a la séptima edición de La Noche de las Ideas, que concluyó ayer, fue el italiano Steven Forti (Trento, 1981), profesor de Historia Contemporánea en la Universitat Autónoma de Barcelona y analista político. 
Las investigaciones de Forti, autor de Extrema derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla (Siglo XXI de España), se centran en los nacionalismos, los populismos y las extremas derechas, y en la historia política de los siglos XX y XXI. Ayer, Forti conversó con el investigador Heber Ostroievsky y el sociólogo Mario Santucho sobre las “nuevas mutaciones” de la extrema derecha.
“La definición de extrema derecha 2.0 quiso ser una provocación para superar el interminable debate sobre cómo llamar a los Trump, los Bolsonaro, las Le Pen, los Orbán, las Meloni, los Kast o los Milei –dice Forti a este diario–. ¿Se trata de neofascismo, posfascismo, nacionalpopulismo, derecha radical? No existe un consenso en la academia”. Destaca cuatro aspectos de este fenómeno. “Primero, situar estas formaciones políticas en la posición que ocupan realmente en el eje ideológico izquierdaderecha; segundo, se trata de un fenómeno que tiene elementos radicalmente nuevos respecto del pasado; tercero, que entendieron antes y mejor que los demás las potencialidades de las nuevas tecnologías para difundir su discurso, y cuarto, que se trata de una gran familia global porque, aunque puedan tener divergencias, comparten referencias ideológicas y estrategias comunicativas, al existir una tupida red internacional de asociaciones,think tank y fundaciones que se ocupan de elaborar una agenda común y compartir prácticas. Por eso, quizás, sería más apropiado declinar en plural el concepto: extremas derechas 2.0”.
A diferencia de otros especialistas, Forti considera que el populismo no es una ideología, y ni siquiera una categoría útil para abordar la política actual. “No tiene un corpus doctrinal, sino una retórica, un estilo o una estrategia política –sostiene–. Hoy en día vivimos una fase populista, es decir, una época marcada por lo que Marc Lazar e Ilvo Diamanti han llamado ‘pueblocracia’. El populismo lo empapa todo. Las extremas derechas 2.0 utilizan la retórica y el estilo populista, pero no son los únicos actores políticos que lo hacen. Miren los candidatos más votados en las elecciones presidenciales en Francia: Macron, Le Pen y Mélenchon. A los tres se los llama populistas: de extremo centro, de extrema derecha y de extrema izquierda, respectivamente. ¿De qué nos sirve pues el concepto de populismo si todos son populistas?”.
Algo similar pasa con el término “fascismo”. Para este pensador, el fascismo no fue solo una ideología ultranacionalista, racista y reaccionaria. “Tenía otros elementos nucleares: la utilización de la violencia como herramienta política, la voluntad explícita de construir un régimen totalitario de partido único y el objetivo de encuadrar a las masas en grandes organizaciones –señala–. Las nuevas extremas derechas no tienen ninguno de estos elementos. El problema de fondo es que hemos banalizado tanto el término ‘fascismo’ que se ha vaciado de contenido para convertirse en un insulto. Ahora bien, esto no significa que no haya elementos de continuidad con el pasado, en algunos contextos nacionales más que en otros”.
Forti no duda en afirmar que la extrema derecha es la “mayor amenaza existente” al orden democrático. “No se trata solo del asalto al Capitolio o al Planalto –dice–. En la Hungría de Viktor Orbán la extrema derecha gobierna desde hace trece años. En una resolución de 2022, el Parlamento Europeo definió ese país como un ‘régimen híbrido de autocracia electoral’. El Estado de derecho brilla por su ausencia: no hay separación de poderes ni pluralismo informativo; el gobierno cambia a su antojo la ley electoral y los colegios electorales para mantenerse en el poder, hay un retroceso brutal en derechos. Hungría es el modelo para todas las extremas derechas. Viajan a Budapest para aprender a construir lo que Orbán definió como ‘democracia iliberal’, un verdadero oxímoron”. Admite que también en la izquierda hay sectores extremistas, aunque opina que son “ultraminoritarios” y anticuados.
Respecto de la situación en Europa, otra vez territorio bélico desde febrero de 2022, el historiador afirma que la Unión Europea no ha conseguido “jugar un rol autónomo tras la invasión rusa de Ucrania” y que, de ahora en más, “todo dependerá de China y Estados Unidos, además de Rusia, obviamente”. Y concluye: “Por lo visto, no hay mucha voluntad de que la guerra termine pronto”
Las imágenes del Papa Francisco con una parka inmaculada, generadas por un diseñador amateur en Chicago con el software Midjourney, se convirtieron en la primera alerta global sobre los riesgos de estos usos de la inteligencia artificial: la verosimilitud, la sorpresa, la viralidad y la falsedad circularon con la misma velocidad con la que hace una semana se creó esa serie de imágenes.
Días después, el miércoles, la advertencia llegó como carta admonitoria de figuras como Elon Musk y otros más de mil referentes de la industria, pidiendo suspender por seis meses la investigación y el entrenamiento de grandes sistemas de I.A. hasta definir y consensuar bases más seguras.
“¿Debemos permitir a las maquinas inundar canales de información con mentiras? ¿Debemos automatizar todos los trabajos? ¿Debemos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización?”, alertaban con un tono tan deliberadamente tremendista como ingenuo.
Una semana intensa para la adopción de y la discusión sobre la inteligencia artificial asociada a productos de uso cotidiano, pero con aplicaciones tan disímiles como la creación de memes o el riesgo de perdidas masivas de empleos. Goldman Sachs advirtió el mismo miércoles en un informe que las tecnologías de inteligencia artificial generativas podrían automatizar las tareas de unos 300 millones de empleos. El historiador Yuval Noah Harari, también firmante de la carta abierta, fue más lejos en un texto firmado en The New York Times: “Pronto nos encontraremos viviendo dentro de las alucinaciones de la inteligencia no-humana”
La paradoja del pedido de pausar las investigaciones es que contrasta con la velocidad de adopción masiva de las herramientas más accesibles de esta nueva ola de productos y servicios derivados de los últimos avances públicos de la inteligencia artificial. Estos fueron acelerados desde el año pasado por Dall-e y Midjourney para imágenes, pero sobre todo por CHATGPT y los lanzamientos de Microsoft junto a Openai, los anuncios de Google sobre la evolución de su buscador y, sobre todo, la más reciente de GPT4, el más evolucionado. Curiosamente, la habilidad conversacional o el desarrollo de grandes modelos de lenguaje parece haber sido el salto que multiplicó tanto la consideración masiva como también los peores temores. No nos ponemos de acuerdo en que sea “inteligente”, pero… ¡habla!
Al conflicto sobre la veracidad, se suman dilemas éticos profundos y, también, asuntos legales como los de derechos de autor: la ingesta para el entrenamiento de estos sistemas de la mayor cantidad de información, textos, imágenes, disponibles es uno de los grandes focos de discusión. O, como describió Slavoj Žižek: “La apropiación indiscriminada de toda la cultura existente”.
Google logró, con su buscador, sistematizar, indexar y ranquear de la manera más eficiente toda la información disponible en páginas de internet (y montar un fenomenal negocio publicitario y un conglomerado de empresas alrededor de ese servicio sorprendente). Ahora parecemos haber llegado a otro estadio: las herramientas desarrolladas sobre la base de inteligencia artificial parecen ocupar, mucho más que un chatbot que nos dice verdades, el de un ayudante para el pensamiento. Más que una prótesis técnica, una suerte de “pasante no humano”, al que entrenaremos para ayudarnos en esos procedimientos. Un copiloto para la mente, como lo describió días atrás el experto Dan Shipper. Siguiendo la analogía, algo similar a lo que hicieron las calculadoras con las cuentas matemáticas, pero ahora aplicado a actividades profesionales, laborales o procesos mentales como resumir, ordenar, sistematizar, conectar ideas y datos, y el conocimiento existente.
“En el próximo año o dos, espero que GPT4 y sus sucesores se conviertan en un asistente de investigación digital que te permita acceder a la suma de lo que leíste, pensaste y olvidaste”. Problemas de eficiencia y productividad al pensar: más que una inteligencia artificial, una extensión de nuestra actividad intelectual, disponible todo el tiempo, a un clic de distancia. Una verdadera revolución en la relación con nuestros hábitos mentales, creativos y productivos. De hecho, Copilot es el nombre con el que Microsoft bautizó a la reciente evolución de su suite de herramientas de trabajo. Presentada días atrás, el propio CEO Satya Nadella definió: “Es un gran paso en el modo que interactuamos con la computación que cambiará nuestro modo de trabajo y destraba una nueva ola de productividad”.
Las comparaciones con la invención de la imprenta o la propia llegada de la “autopista informática” alimentan tanto estupor y tantos temblores. Las nuevas herramientas, especialmente las basadas en el desarrollo de lenguajes naturales, parecen capaces de llevarnos a una incomprensible, pero sobre todo impredecible, relación con el conocimiento acumulado

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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