Último adiós al colectivero Daniel Barrientos: el recuerdo de sus compañeros y la caravana para despedirlo
Tras el velatorio del chofer que fue asesinado en Virrey del Pino, sus restos fueron inhumados en el panteón policial del cementerio “Campo Santo” de González Catán
Fabián
Fabián que prefiere no dar más datos de su identidad por temor. Un miedo que se hace sentir cada día que sale a conducir uno de los tantos internos de la 620. En sus ojos hay rastros de tristeza por la prematura muerte de Barrientos.
“Era una persona con mucha energía. Llegaba y saludaba a todos con un ‘buen día, capitán‘”, cuenta el compañero del colectivero asesinado a este medio mientras con sus manos acompaña el gesto cordial de saludo que hacía la víctima cada mañana. “Daniel se movía con mucha energía. Se preparaba un desayuno rápido y salía a trabajar ‘porque le gustaba hacerlo’”, agrega Fabián.
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Aún cuando lo habían operado del estómago varias veces no dejo de asistir a la empresa. “Toda la vida como colectivero”, agrega Luis, otro de los choferes. Sus ojos están rojos, con lágrimas que apenas se atreven a asomar. Luis no solo tiene miedo de qué va a pasar con su vida cada vez que está al frente de su unidad recorriendo las calles de La Matanza. Desde el momento que atraviesa la reja de su casa, en la localidad de Isidro Casanova, teme por lo que pueda pasarle. Suele esperar 20 minutos por un colectivo sobre la ruta 3 para llegar a la terminal. Durante ese lapso de tiempo, raras veces ve pasar un patrullero. El dolor por la perdida de Daniel no impide que Luis y Fabián exijan justicia y más controles policiales. “Las 24 horas”, resaltan.
José se jubiló hace un tiempo, pero compartió varios años con Daniel. Recuerda que, como estaba enfermo y tenía varias dolencias, en el último tiempo su amigo hacia recorridos de tramos cortos, los denominados rondines.
Los robos a los colectiveros no son algo nuevo. José recuerda que sufrió entre 7 y 8 durante su carrera. “Agachaba la cabeza y entregaba todo”, dice. Por fortuna, nunca fue víctima de un hecho tan violento, suspira y otra vez se estrecha en un fuerte abrazo con un excompañero.
Poco antes de las 9, llegaron cuatro internos de la 620 que, alrededor de las 13.15, acompañaran el cortejo fúnebre hasta el cementerio Jardín del Oeste. A la altura del kilómetro 33 de la ruta 3 y luego dos kilómetros para adentro.
A medida que avanza la mañana, cada vez más choferes de acercan a la casa velatoria, donde reina la indignación y el desconsuelo. “A nadie le importa nuestra seguridad”, resaltan los colectiveros. Ni la eterna promesa de una cabina blindada alivia el enojo. Un compañero de Daniel así lo dice “Solo protegería al conductor, pero los pasajeros seguirían expuestos”.
“Era un tipazo. Se nos fue un amigo”, es la frase que utiliza la mayoría de los choferes que pasan unos instantes a darle el último adiós a Daniel. Todos destacan que era un hombre que pese a que atravesaba una dura enfermedad “siempre entraba a los gritos, con energía, a la terminal de González Catán”. “Quería vivir y lo mataron. Mañana volvemos a laburar y podemos ser nosotros “, dice Alberto Rodríguez, otro de los tantos trabajadores que lleva unos 30 años en la empresa.
Antonio Petkovsek, uno de los delegados de la 620, se mostró desalentador ante el futuro. “Ojalá cambiara algo, pero tantas veces nos prometieron cosas. Cabinas, botones antipánico y más seguridad, pero nunca se hizo nada. Nos están matando”, dijo
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Tras el velatorio del chofer que fue asesinado en Virrey del Pino, sus restos fueron inhumados en el panteón policial del cementerio “Campo Santo” de González Catán
Fabián Induti
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Los restos del chofer Daniel Barrientos (55), asesinado este lunes de un disparo en el pecho durante un asalto a bordo del colectivo de la línea 620 que conducía por la localidad bonaerense de Virrey del Pino, partido de La Matanza, partieron pasado el mediodía desde una casa velatoria de Gregorio de Laferrere hasta el cementerio “Campo Santo” de González Catán, la localidad donde Barrientos vivía. donde tras una ceremonia religiosa eran inhumados en el panteón policial.
El cortejo fúnebre partió a las 13.30, acompañado por cuatro colectivos de la 620, desde la casa “Nuestra Señora del Valle”, ubicada en el kilómetro 20 de la Ruta 3, en la mencionada localidad del sudoeste del conurbano bonaerense, donde los restos del colectivero fueron velados desde ayer a las 20.
Minutos antes de partir, desde la casa velatoria, un centenar de personas pedían a gritos “Justicia”. Entres ellas estaba José, un histórico entre los colectiveros de la zona, jubilado hace cinco años, y ex compañero de Barrientos. “Lo habían operado del colon a Daniel. A veces necesitaba pararse, hacía viajes cortos, no podía pasar mucho tiempo sentado. Siempre decía: ‘Voy a vivir lo que me queda con plenitud’”, confió el chofer
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A la cabeza de la caravana estuvo uno de los amigos más cercanos de Daniel Barrientos, Adrián, quien conocía al chofer hace 30 años y a quien describió como una “persona muy noble y servicial, que no tenía problemas con nadie”.
“Él estaba feliz de la vida, con una perspectiva buena de vivir. Quería disfrutar la vida, porque tenía problemas de salud. Quería disfrutar lo que le quedaba de vida fuera del sistema de trabajo”, relató el hombre en diálogo con C5N, que se refirió a los pocos días que le faltaban a Barrientos para jubilarse como colectivero.
“Él nunca tenía un día malo. Si lo tenía, no lo traía al trabajo. Tenía varias operaciones en el estómago. Pero no sabés las ganas de vivir que tenía ese hombre”, agregó el hombre, que también se desempeñó como chofer de la misma línea de colectivos. Además señaló que el caso de Leandro Alcaraz, chofer de la línea 620 asesinado en Virrey del Pino en el 2018, había tenido un fuerte impacto en Daniel.
“Él me decía que la situación no daba para más y yo le insistía para que siga. Estamos a días del aniversario de la muerte de Leandro y hoy estamos luchando por Dani. Los choferes tienen que cuidarse y encomendarse Dios. Para que nos proteja de la gente mala que hay en el sistema social en el que vivimos”, concluyó.
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La problemática de los asaltos a colectivos, que se cobró la vida de tres choferes en cinco años en Virrey del Pino, ya es historia repetida. El mes pasado, un chofer de la línea Almafuerte recibió un disparo, lo que llevó a un paro de seis líneas en la zona.
Este lunes a la tarde, a comienzos del funeral, sobresalió la indignación, la tristeza y a la vez los buenos recuerdos que dejó Daniel entre los suyos. Jorge, uno de sus compañeros de trabajo y colectivero hace tres décadas, quien se encontraba anoche en la cochería, contó que estuvo junto a Barrientos horas antes del asesinato. “Estuvimos juntos: yo tomando mate, él un cafecito. Siempre con buena onda”, manifestó.
En ese momento, Barrientos también había hablado Andrea, su pareja, quien relató la última conversación que mantuvo con el chofer antes de que fuera asesinado: “Le dije que me llame cuando llegue para que no usara el celular mientras iba manejando, y no me contestó más”.
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En medio de la incertidumbre, y cuando ya se había propuesto ir a hablar con los inspectores en la terminal de la línea en González Catán, Andrea recibió un llamado telefónico: del otro lado de la línea una voz le comunicó que Barrientos había fallecido. “Me arrancaron la mitad de la vida. Me sacaron las ganas de vivir”, dijo más tarde en declaraciones televisivas.
“Queríamos viajar, comprar nuestra casa. Vivir lo que nos quedaba, poner un negocio. También teníamos el proyecto de irnos de Buenos Aires. Estaba muy complicado todo. No pudimos”, continuó.
La UTA, sindicato al que pertenecía Barrientos, confirmó que el chofer estaba a pocos días de jubilarse.
Sergio, compañero de Daniel, comentó sobre el ataque a Berni: “No justifico la violencia con más violencia. Pero esto es fruto del cansancio por tantas promesas incumplidas. Estamos cansados de siempre lo mismo. Vienen, dicen, firman y se van”.
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