jueves, 6 de abril de 2023

GESTIÓN KKKK


Peligro. El conurbano se vuelve una zona de miedo en las noches sin policías
El temor de los vecinos es ratificado por estadísticas que marcan un sostenido aumento de los delitos en el Gran Buenos Aires
Gustavo Carabajal
Dominados por el miedo a ser víctimas del ataque de los asaltos y sin móviles policiales para recorrer y cuidar los barrios, así viven los vecinos en las áreas más calientes por la inseguridad en el conurbano.
Según estadísticas oficiales, en los Departamentos Judiciales Lomas de Zamora, La Matanza, San Martín y Quilmes, subió entre 5 y 10 por ciento la cantidad de hechos delictivos denunciados. Y una recorrida realizada en las zonas más peligrosas del conurbano expuso que el miedo de los vecinos aumenta en mayor nivel que el delito reflejado en las estadísticas oficiales.
Anoche nadie protegió a los vecinos de La Matanza que viven o transitan en los 16 kilómetros desde Puente 12 hasta avenida Cristiania. En una recorrida realizada por Ciudad Evita, los monoblocks de La Tablada, Puerta de Hierro, 17 de Marzo, Villegas y San Alberto, este cronista no se cruzó con ningún móvil policial, entre las 18.50 y las 20.30.
Tampoco había policías en el barrio Don Bosco, al lado de Lomas del Mirador, a las 18.55, cuando Ariel, un vecino de 48 años, fue baleado en el brazo derecho cuando intentó cubrirse del balazo que le disparó uno de los cuatro asaltantes que le quisieron robar el Peugeot 308. “Ariel tuvo que ser internado en grave estado en el Policlínico de San Justo. No había patrullaje. Estaba entregado a los asaltantes. Acá en Don Bosco, hay dos zonas de patrullaje y tienen un móvil, nada más”, expresó Gabriel Lombardo, referente de Vecinos en Alerta.
No se observaron móviles policiales en el otro extremo de La Matanza.
Además, en la villa San Petersburgo, donde el 15 de julio pasado mataron al futbolista de Berazategui Federico Potarsky, asesinado para robarle el auto en el que trabajaba como chofer, levantaron el contenedor que funcionaba como destacamento móvil y que había sido instalado en el contexto del programa Barrios Seguros. Hasta el 29 de octubre pasado el destacamento móvil estaba en esa esquina. Allí funciona ahora una fiambrería.
La única presencia policial en los doce kilómetros de la segunda parte de la recorrida fue un contenedor de características similares al de Barrios Seguros instalado en el cruce de Crovara y Rama 4, a 20 cuadras de donde estaba el destacamento original.
El panorama cambió radicalmente entre las 19.30 y las 20. A esa hora cerraron los negocios y la gente desapareció de las avenidas.
Solo quedaron visibles las montañas de escombros y basura que los delincuentes colocaron en la esquina de Gaboto y Cristiania, para evitar que los móviles ingresen en la villa San Alberto en caso de una persecución.
Esas montañas de basura también son un obstáculo para los automovilistas que deben detener su marcha y son objetivos fáciles para los asaltos. “Acá falta prevención. No hay patrullajes. Hoy no pasó ningún móvil. Tampoco funcionan las paradas seguras. Esto es tierra de nadie”, concluyó Jorge Carballo, vecino del barrio San Alberto.
Las cifras del delito ponen al descubierto, además, que los vecinos solo denuncian los delitos cuando necesitan de la constancia policial para recuperar el bien robado o para avanzar con el proceso judicial.
Entre los delitos que aumentaron en los distritos judiciales de Lomas de Zamora, La Matanza, San Martín y Quilmes figuran robos de automóviles y abusos sexuales.
El Departamento Judicial Lomas de Zamora, que incluye los partidos de Almirante Brown, Ezeiza, Esteban Echeverría y Lomas de Zamora, fue escenario de 11.060 robos con armas de fuego en los primeros seis meses de 2022. Durante el mismo período de 2021, se habían registrado 9700 robos agravados.
En los primeros seis meses de 2022, en el mismo distrito se registraron 1270 robos de automóviles, 300 casos por encima del registro de 2021 y 1160 ataques contra la integridad sexual, 100 abuso más que en 2021.
Con respecto a los otros distritos, las estadísticas comparan los primeros nueve meses de 2022 con el mismo período de 2021. En ese período el departamento judicial San Martín, formado por los partidos de José C. Paz, Tres de Febrero, Malvinas Argentinas, San Miguel y San Martín, tuvo un crecimiento de 10% con respecto a 2021 en la cantidad de hechos delictivos denunciados.
En el departamento judicial Quilmes, donde hace un mes mataron al repartidor Danilo Marcieri para robarle la moto, y que está integrado por Berazategui, Quilmes y Florencio Varela, las denuncias aumentaron 9% en comparación con 2021. Mientras que, en La Matanza, la cifra de hechos denunciados aumentó 5%, según indican las cifras oficiales.
En Lomas de Zamora, los vecinos de la zona de Cuartel Noveno, formada por Ingeniero Budge, Fiorito y Centenario, están abandonados. No hay policías. Mientras que la gente que vive entre el Camino Negro y la avenida Alsina puede tener algo más de seguridad, pero los móviles que hay no alcanzan para cubrir toda la jurisdicción.
Los vecinos de esa zona denuncian que los narcos siguen activos y que faltan policías. Ayer, un habitante de Ingeniero Budge fue baleado para robarle el celular en la esquina de Andrés Bello y Baradero. “Es demasiado lo que está pasando acá. Vivo a la vuelta de donde fue el tiroteo. Mis hijos estaban entrenándose en la cancha que queda a pocos metros. Así no se puede más. Hagan algo. Fue a dos cuadras de un colegio”, expresó una vecina de la zona a raíz del ataque a balazos contra un hombre al que le robaron el celular en Ingeniero Budge.
“En Aldo Bonzi, se estaba mal desde hace unos cuántos años con respecto a la inseguridad. Pero desde hace seis meses, fue exponencial cómo aumentó la cantidad de robos, en un barrio chico que era el más tranquilo de La Matanza, en una superficie urbanizada de diez cuadras por diez cuadras”, manifestó Andrés Podgajny, vecino de la zona y referente de la lucha contra la inseguridad.
A Gisella, una vecina de Aldo Bonzi, le robaron su Volkswagen Suran cuando llegaba a su casa, en Cochrane y Pinedo. Anteayer, a las 18.30, fue sorprendida por tres delincuentes que descendieron armados de un Volkswagen Gol y le apuntaron a la cabeza. Los delincuentes le dieron diez segundos para que sacara a sus dos hijos del asiento trasero del Volkswagen Suran, antes de llevarse el automóvil.
Ese asalto ocurrió a 600 metros de la Jefatura Departamental La Matanza que funciona en el mismo predio en el que el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, instaló su comando operativo.
“Acá funciona una subcomisaría que se instaló donde antes estaba la biblioteca del barrio, pero no tiene móviles para patrullar. No hay vigilancia policial. Los delincuentes pueden andar libremente por la calle debido a que no los van a parar en ningún control o requisa”, agregó Podgajny.
El desamparo se repite en Laferrere. “Si cualquier vecino va a hacer la denuncia a la comisaría solo, no se la quieren tomar”, afirmó Liliana Andrada, quien junto con su esposo, Darío Ortigoza, fundó la ONG Un Amanecer Distinto para acompañar a las víctimas de los robos que sufren en el barrio La Juanita. Igual que en los barrios situados en la denominada zona de “los kilómetros”, de Virrey del Pino, donde fue asesinado el chofer de la línea 620 Daniel Barrientos, los vecinos de La Juanita, en Laferrere, deben caminar varias cuadras hasta la ruta para poder tomar un colectivo, porque durante la noche y la madrugada las unidades de las líneas 621 y 620 no ingresan a esa zona debido a la cantidad de robos que se registran allí.
En el barrio Don Bosco fue herido ayer un vecino que recibió un balazo en un brazo cuando intentó evitar el robo de su automóvil
A 600 metros de la Departamental La Matanza una mujer sufrió anteayer un violento asalto frente a sus dos hijos

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Sin policía, ambulancias ni asfalto: así se vive donde mataron a Barrientos
El barrio del crimen Los vecinos del barrio Vernazza, de La Matanza, relatan la cruda realidad que transitan a diario, donde la inseguridad se impone
Lucila Marin“Gracias por tu bondad”, el mensaje que los vecinos dejaron para Barrientos
“Los acompaño. Yo tengo dos hijos remiseros y rezo todas las noches, por ustedes también. No nos queda más que rezar, pero con eso no cambiamos nada”, dice una mujer mayor de 70 años mientras avanza con su andador por la calle Alicia Moreau de Justo. “Gracias, madre”, le contesta el guardia de la terminal de la línea 620. El playón, que ocupa cerca de una manzana, está completamente vacío: todos los compañeros de Daniel Barrientos, el colectivero asesinado anteayer en La Matanza, están en su velatorio. Solo queda un colectivo estacionado, que en la víspera no llegó a arrancar.
“Yo [a Barrientos] le decía ‘Capitán’. La última vez que hablé fue hace 15 días. Me dijo que no me quejara y que le quedaba un mes y medio para jubilarse, así que ahora estaba a un mes. Estuvo enfermo y se salvó dos veces. Mirá dónde fue a encontrar la muerte”, se lamenta el vigilador.
La postal se repite a unos 43 kilómetros, en la otra cabecera de esa línea, ubicada en la colectora de la ruta 3, en Virrey del Pino, la localidad matancera donde ocurrieron tres de los cinco asesinatos de choferes de colectivos en los últimos seis años.
En las columnas verdes hay fotos de Barrientos, a quien mataron de un disparo en el pecho a unas cinco cuadras de este predio, en la esquina de Cullen y Bernardino Escribano, en el interior del barrio Vernazza. “¡Daniel, un señor chofer! ¡Muy amable y respetuoso! Siempre un chiste o algún comentario gracioso al subir al cole. Abrazo a los compañeros, familia y choferes”, dicen los carteles. “Gracias por esperarnos siempre para llegar a los coles. Nos ayudaste mucho”, agregó alguien con marcador negro.
Adentro descansan 143 colectivos. Los restantes integran el cortejo especial que organizaron los compañeros en unidades de la 620 para marchar detrás del féretro. Juntos, recorrerán la cabecera de la línea, la casa de Barrientos y llegarán al cementerio.
Alan Félix no recuerda si esa noche se despertó por la lluvia o por los tiros. Escuchó tres. Vive en La Tranquera, un barrio nuevo de terrenos amplios con construcciones bajas de ladrillos; del lugar del crimen lo separa el predio del Parque Industrial. “Acá estás a la buena de Dios”, resumió. Y siguió: “Un móvil acá no vas a ver ni en pedo. El domingo, que los camiones no andan, es la muerte”.
“Muchas veces en los grupos de WhatsApp avisan que están robando. Un mismo auto hace poco les robó a varios vecinos. Hace un mes y medio robaron una camioneta a plena luz del día y dejaron el cuerpo del copiloto. Pasábamos con el colectivo y todos miraban”, relata.
El joven de 27 años cuenta que a su barrio no llegan los colectivos. Para ir a estudiar Derecho a la Universidad de La Matanza se acerca a la ruta y toma un colectivo hasta el kilómetro 29, la parada del tren. “A la vuelta me tomo un remís. Si no, estoy arriesgando mi vida, ni en pedo. El auto me deja en la entrada del barrio, tampoco entra”, indicó.
Pablo Oyala también opta por un remís para ir todos los días a la panadería de su madre, que está a tres kilómetros. “Si sacan todos los recorridos del barrio Vernazza, van a tener que venir para acá [la ruta]. Se tienen que juntar cinco o seis para que no los roben. Esto es tierra de nadie”, dice el hombre, que ronda los 40 años.
Esa misma frase usa Ana Noble, que atiende una verdulería frente a la terminal de la línea 620. “La gente acá ya sabe. Nosotros cerramos a las 19. Los que vuelven de trabajar a las 20 no llegan. Cuando ves que cierra un negocio, empiezan a cerrar todos. No te podés quedar solo por la inseguridad”, describe.
“Es muy triste. Acá no es el problema que no entren los colectivos: no entra la policía, no entra una ambulancia. Si tengo una urgencia, tengo que caminar 22 cuadras de 300 metros para llegar al kilómetro 43 de la ruta y de ahí tomar un colectivo hasta el kilómetro 32, donde está el Hospital Santa Evita. ¿Cómo hacés con un chico enfermo?”, relata Mónica Díaz, de 49 años, que vive en el barrio Recoleta, que nació de una toma.
“Llamás al 911 y no viene. Después de las 19, la mayoría de los vecinos salen armados. Lamentablemente acá sobrevivimos, querer planear tu futuro es imposible. No podemos ni salir a trabajar. Para poder entrar a un trabajo entre las 7 y 8, tengo que salir a las 4 e ir caminando a la parada, para llegar cerca de las 5. Yo renuncié. Tendría que conseguir un trabajo que me permita entrar a las 11”, sigue.
Basta doblar desde la avenida hacia cualquier calle para despedirse del asfalto que, al igual que colectivos, ambulancias y móviles policiales, no llega al interior de los barrios donde los nombres de las calles y la numeración de las casas son carteles de cartón.
“Yo estoy a ocho cuadras de la ruta para tomar un colectivo. Hay uno que pasa a tres, pero circula cada una hora y mientras estás esperando, te roban”, cuenta Zulema Yamango, vecina del barrio Sarmiento, en el kilómetro 47, el último de Virrey del Pino, donde solo hay dos calles asfaltadas. “Nosotros entendemos que los choferes no entren al barrio, pero ¿y nosotros? Tenemos que trabajar”, agrega.
Anteanoche, desliza, entraron a robar a dos cuadras de su casa y “empezaron a los tiros”. También anteanoche robaron hasta la comida y las ollas en la Escuela Nº 202 de Virrey del Pino. “No se puede vivir así”, resume Yamango. Y cierra: “No sabemos qué hacer ya. Ayer cortamos la ruta, mañana [por hoy] vamos a volver a cortar a ver si hay novedades, para ver si nos dan una solución. Siempre nos dicen que van a mandar patrulleros y nunca llegan”.

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