domingo, 24 de abril de 2016

LECTURA RECOMENDADA



"Ésta es la única novela mía cuya moraleja conozco. No creo que sea una moraleja espectacular, es sólo que sé cuál es: somos lo que fingimos ser, así que debemos tener cuidado con lo que fingimos ser." Con estas palabras de Kurt Vonnegut La Bestia Equilátera presenta su reedición de Madre noche, novela que el autor de Cuna de gatos publicó por primera vez en 1961.

La acción transcurre en la Alemania nazi, donde un escritor estadounidense se desempeña como doble agente, aunque lo único que de verdad le importa es el amor de su esposa, Helga. En el prefacio que agregó en 1966, incluido en esta edición, Vonnegut cuenta algunas de sus experiencias en relación con la Segunda Guerra Mundial. Participó como soldado y fue tomado prisionero, por lo que se vio obligado a trabajar en una fábrica de Dresde. Allí estaba en 1945 cuando los aliados bombardearon la ciudad. Lo salvó de la muerte el hecho de que él y su grupo, junto con los guardias que los custodiaban, se encontraba en ese momento bajo tierra, en un frigorífico ubicado en el subsuelo de un matadero. Pasado el aquelarre de fuego y explosiones, los alemanes pusieron a los presos a trabajar en el rescate de los cuerpos que habían quedado atrapados y calcinados en los sótanos a los que la gente había acudido buscando refugio. Eran ciento treinta y cinco mil, recuerda Vonnegut


El ajetreado ambiente del rock argentino en los años 80 tiene su historia en el libro de Laura Ramos y Cynthia Lejbowicz, Corazones en llamas, cuya versión corregida y ampliada Aguilar pone nuevamente en circulación. La portada lleva una foto distinta de la edición original, aunque perteneciente a la misma serie: Fito Páez y Fabiana Cantilo sentados, Charly García y Gustavo Cerati de pie.
No hace falta siquiera empezar a hojear las páginas para entrar en el mundo de aquellos años y respirar la intensidad que imantaba o alejaba violentamente a sus protagonistas: ya el jugoso texto elegido para la contratapa bosqueja la trama de relaciones y el escenario en que éstas se jugaban. En pocas líneas, son narrados allí los entretelones de la sesión en la que se tomaron las ya emblemáticas imágenes. Fue en casa del fotógrafo Alejandro Kuropatwa. El elemento de tensión, claro, lo introdujo García, que llegó con varias jornadas de insomnio encima. Para la foto había pedido vestirse igual que Cantilo, y estalló de furia cuando en cambio le entregaron un anodino saco negro. En el punto en que todo estaba por naufragar, una camisa parecida a la de Fabi, un par de medias de seda negras y una botella de bourbon aparecidas como por arte de magia calmaron los ánimos y suavizaron la tarea. Al día siguiente, Charly fue internado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.