jueves, 22 de septiembre de 2016
JUBILACIÓN....TODO HA CAMBIADO ¡¡OJO!!!
Nos ponemos viejos..., ¿qué hacemos como país?
Rafael Rofman
-¿Nos estamos poniendo viejos?
-La población argentina está envejeciendo lentamente, al aumentar la proporción de adultos mayores y disminuir la de niños. Esto es el resultado de cambios demográficos que deben ser muy bienvenidos, como la caída de la mortalidad (la gente vive más tiempo) y de la fecundidad (las familias aumentan su capacidad de decidir sobre el número de hijos). Los adultos mayores serán más y vivirán más: en 1950, una persona de 65 años podía esperar vivir unos 13 años más, hoy ese valor se acerca a los 18 y hacia 2100 llegaría a más de 25. Este aumento en la duración de la vida está acompañado por una mejora en su calidad. Hace no muchas décadas, alguien de 60 años era "viejo". Hoy ese concepto es absurdo y no sólo tenemos medallistas olímpicas de 54, sino que, en general, una persona de 60 está en la plenitud de su capacidad productiva, lo que seguramente aumentará a medida que las nuevas generaciones alcancen esa edad con mejores condiciones de salud.
-Pero si hay más viejos, ¿quién va a trabajar y producirpara que todos consumamos?
-Si bien la población en edad de trabajar tenderá a disminuir, en la Argentina hay muchos adultos jóvenes que podrían producir más si encontraran empleos de calidad y alta productividad. En particular ha sido un desafío el hecho de que es muy baja la inserción de las mujeres en empleos con alta productividad. Esto ha mejorado, pero aún hay mucho por recorrer. Elevar las tasas de actividad de la población podría moderar la caída de la fuerza de trabajo, pero no es una respuesta suficiente. Además es fundamental aumentar la inversión en capital humano (para que los trabajadores sean mucho más productivos) y en capital físico, con más equipos, más infraestructura, más tecnología y, fundamentalmente, más innovación para elevar la productividad en forma sostenida.
-¿Y si aumentamos la edad jubilatoria?
-Una propuesta habitual es aumentar la edad mínima jubilatoria. Eso tendría sentido sólo si quienes permanezcan más tiempo activos lo hicieran en trabajos de alta productividad. Sí sería una respuesta la adopción de reglas previsionales más flexibles, con beneficios básicos universales y esquemas que permitan el retiro más temprano de aquellos que así lo necesiten, pero que a la vez faciliten e incentiven la permanencia de quienes pueden seguir. Este tipo de modelo, con parámetros que aseguren sostenibilidad fiscal, es más transparente y efectivo para reconocer la heterogeneidad existente en la población y, además, avanza hacia la reducción de esquemas especiales que, en muchos casos, establecen privilegios injustos para pocos.
Líder del Programa para los Sectores Sociales en la Argentina, Paraguayy Uruguay del Banco Mundial, y coeditor del libro Los años no vienen solos
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