Mandados 3.0
Los servicios de mensajería digital crecen y cambian la rutina de los porteños
Soledad y Analía usa una app para pedir que le compren y entreguen en su casa la medicación para su gato
Tres caramelos, insulina para el gato, la ropa de fútbol para el partido que se armó después de la oficina, el trabajo práctico que había que presentar sin falta en el colegio, o el “trapito” del bebé con el que duerme todas las noches y quedó olvidado en la casa de la suegra. Al modelo de negocio basado en el reparto de comida preparada o envíos de supermercados, se sumó desde hace algunos meses la tendencia de los mandados virtuales. Una suerte de delivery de la vida cotidiana que está disponible en cualquier momento, y que puede gestionarse desde una app.
Todo, o casi todo, puede ser entregado a través de la mensajería exprés. “Siempre y cuando quepa en la maleta que nos asignan en la empresa”, dice Alfredo Nessi, un venezolano de 28 años que desde que llegó a la ciudad trabaja como mensajero en bicicleta para rappi, una de las últimas aplicaciones que hicieron pie en la Capital para revolucionar el concepto de delivery.
Carolina madre de tres chicos, dice que desde que conoció Glovo su rutina cambió. “El otro día salimos de casa más temprano que de costumbre, porque uno de mis hijos juraba la bandera y había un acto en la plaza. Cuando llegamos me di cuenta de que nos habíamos olvidado una de las mochilas, y si tenía que ir a buscarla después del acto llegaba tardísimo al trabajo. Por 60 pesos y en apenas 15 minutos, un chico en bicicleta fue a buscarla a casa y me la trajo”, cuenta.
Los glovers, como les dicen a los mensajeros de la compañía española del logo amarillo, o los “rapitenderos”, como se autodenominan en la competencia que llegó de Colombia y viste de naranja, pueden ocuparse de casi todo. Ambos, principalmente, llevan comida, pero como en ese negocio hay otros jugadores que ya pisan fuerte, el caso de Pedidosya, las nuevas aplicaciones que desembarcaron en el país quieren posicionarse como una solución de logística alternativa. Ya lo habían experimentado las locales Treggo y Ando, dos plataformas desarrolladas por argentinos, en las que, a diferencia del servicio de moto tradicional, a través de todas estas aplicaciones se puede monitorear minuto a minuto por dónde circula el pedido.
Eso hizo Analía Pastorino, directora de la empresa True Subtitles, cuando se le ocurrió usar el ícono que está en el centro de la pantalla de Glovo con el dibujo de una varita mágica: “Lo que sea”, o Anything en su versión en inglés. Al tocar ahí, se puede dar todas las instrucciones necesarias al mensajero para que compre lo que el usuario necesite. En este caso, insulina para el gato.
“Cuando llegué al apartado Anything se me vino a la cabeza el trastorno que me provoca ir desde Caballito hasta Once cada vez que tengo que comprar la insulina para mi gato diabético. Hice el pedido con todos los detalles. La dirección, el nombre del gato para que le dieran el producto en la farmacia y cuánto había que pagar por la insulina. Programé el pedido para las 11 del día siguiente, y cuando llegó la hora me mandaron un mensaje para avisarme que mi pedido estaba en camino. Lo seguí en todo el recorrido y solo pagué en efectivo la propina que le di al mensajero”, cuenta.
La idea, argumentan desde las compañías, es facilitarles la vida a los usuarios, ahorrarles tiempo y evitarles el incordio de tener que resolver en medio de una jornada laboral algún olvido importante, como las llaves. “Estas ocupan el segundo puesto de rappifavores, detrás de la ropa de fútbol, que es algo muy pedido por los varones que se organizan a último momento para ir a jugar a la pelota después de la oficina –indica Natalia russo, líder de Comunicación de rappi Argentina–. Sabemos que el tiempo es uno de los valores más preciados de nuestra época, y sobre todo en la rutina de las grandes ciudades, donde se requiere cada vez de mayor disponibilidad para realizar múltiples tareas”.
Múltiples usos
Esa es la mirada corporativa. Los mensajeros, que ganan alrededor de 40 pesos por viaje, aportan otro punto de vista. Misael tiene 22 años, es ingeniero industrial y llegó desde Venezuela hace dos meses. Trabaja en la entrega de pedidos exprés unas diez horas por día, pedaleando por toda la ciudad. “Una vez me pidieron tres caramelos. Creí que era una broma. Pagaron más por el costo del servicio que por el producto. Me parece que aquí la gente es un poco floja. No le gusta salir y comprar. Si otro puede hacerlo por ellos, bienvenido”, describe.
Sin embargo, algunos de los usuarios confiesan haber usado el servicio por razones de seguridad. Cecilia Conde, que dirige el emprendimiento La Cápsula, perdió el documento en la calle la semana pasada, y recibió un mensaje por Facebook de una persona que decía haberlo encontrado, y que lo podía pasar a buscar por su casa. “Me daba cosa ir yo hasta ese lugar. Le agradecí que se haya tomado el trabajo de escribirme y mandé una moto de Glovo. Era cerca de mi casa. Por 40 pesos recuperé mi DNI y zafé de todos los trámites”.
Rappi opera en la Argentina desde marzo de este año, y entre sus verticales más importantes están los restaurantes y supermercados, que representan el 80% de las órdenes mensuales. Sin embargo, el rappifavor –afirma russo– crece mes a mes desde su lanzamiento.
Glovo fue creada hace tres años por un joven emprendedor, Oscar Pierre, de apenas 24 años, que confesó en una entrevista reciente al diario El País las demandas más curiosas que recibieron en los últimos meses: “Llevar la plancha a reparar; algo que termine con la resaca; una prueba de embarazo; o que por favor toquen el timbre de la casa para despertar a un marido con sueño profundo”.
Uno de los pedidos más delirantes lo aporta russo, y sucedió en Colombia. “Nos pidieron un rappifavor para jugar a la Playstation en un partido de cuatro jugadores”.
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