Borges en la Biblioteca Miguel Cané
En el año 1938 bajo la dirección del poeta Francisco Luis Bernárdez, se produce uno de los hechos más significativos en la historia de la Biblioteca Municipal Miguel Cané. Ingresa como empleado el escritor Jorge Luis Borges, por recomendación de Adolfo Bioy, padre del escritor Adolfo Bioy Casares.
Se incorpora de manera provisoria el 8 de enero de 1938. En agosto del mismo año lo confirman en el puesto de hemerotecario auxiliar.
Comienza realizando tareas de catalogación y clasificación del fondo bibliográfico. Lo más notable de su paso por la Biblioteca Cané es que en sus ratos libres se dedica a leer y escribir notas y reseñas bibliográficas para las revistas literarias El Hogar y Sur y además prólogos y traducciones de obras del inglés al español.
Así llegan cuentos como “La biblioteca de Babel”, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, “Pierre Menard, autor del Quijote” incluidos en su libro "El jardín de senderos que se bifurcan", que más tarde formaría parte de "Ficciones".
La biblioteca donde trabajó Borges
Conocida mundialmente por haber sido el lugar donde el escritor se empleó por primera vez, la Biblioteca Municipal Miguel Cané constituye una visita obligada para todos los autores que visitan Buenos Aires.
La Biblioteca Miguel Cané encierra en sus salas historia y presente.
Avenida Carlos Calvo, entre Muñiz y Avenida La Plata: hay una fiambrería, una verdulería, una biblioteca, un restaurante chino... “¿Biblioteca? Hace 30 años que vivo acá y recién me doy cuenta de que esto es una biblioteca”, dicen algunos de los vecinos. Historias que se ocultan ante la mirada desatenta del ciudadano que no repara en aquellos lugares únicos que siempre se ven, pero pocas veces se miran.
La Biblioteca Municipal Miguel Cané es uno de esos casos. Sus puertas están abiertas desde el 11 de noviembre de 1927, cuando fue inaugurada por una designación de la Municipalidad de Buenos Aires. “Es una biblioteca muy importante. De tamaño medio en cuanto a volúmenes y con muchos años de historia. Incluso, fue la primera en la que hubo libros en braille. Hoy ya no tenemos esos tomos. ¿Qué pasó? La desidia”, afirma Miguel Rivas, uno de los bibliotecarios referencistas.
Conocida mundialmente por haber sido el primer lugar en el que Jorge Luis Borges se empleó de manera efectiva entre 1938 y 1946, la Cané recibe visitas periódicas de extranjeros que quieren conocer el lugar donde trabajó el mundialmente reconocido escritor.
Para este fin, se decidió armar una pequeña sala simbólica en la que están dispuestas una máquina de escribir, un escritorio y algunas de las obras más conocidas de autor, como "La Biblioteca de Babel". “La gente no entiende que acá se trabaja en todo el salón, ellos esperan encontrarse con un lugar puntual en el que se sentaba y escribía Borges. Fue por eso que armamos ese lugar, pero un bibliotecario no está siempre en un mismo escritorio. Lo gracioso es que hay muchos que tocan la mesa, respiran profundo y dicen: ‘Se siente su presencia –la de Borges-’, yo me como las carcajadas y les digo que sí”, cuenta Miguel.
Pero la historia de la Biblioteca de Carlos Calvo no termina ahí. Muchos escritores mundialmente destacados la visitaron varias veces y son recordados en las paredes del lugar. En 2008, recibió la visita del mexicano Juan Villoro, del peruano Mario Vargas Llosa (quien fue declarado visitante ilustre), y del chileno Jorge Edwards, entre otros.
La mayoría de ellos llegó al lugar atraído por la historia de Borges. Sin embargo, la opinión de Rivas en relación con el escritor no es de lo más amigable: “La verdad es que me tienen cansado con Borges. Fue un gran escritor, no hay dudas, pero hay que separar al escritor de la persona. Como ser humano, había cosas que me molestaban mucho: su soberbia, por ejemplo”, dispara. Lo que más le molesta al referencista es la forma en la que Borges concebía al trabajador público: como a "una clase de personas que se la pasaban hablando de mujeres y fútbol", cuenta.
Y es que la importancia de la biblioteca no radica únicamente en quienes trabajaron en ella, sino en el hecho de que aún hoy, luego de 85 años, sigue trabajando con la misma dedicación que siempre, pese a los avances de la tecnología, que le quitaron gran parte de su terreno como fuente de información. “La concurrencia mermó bastante de la mano de Internet. Los más chicos ya no vienen acá. Las cosas que les piden en el colegio las consiguen en Internet. Sin embargo, en los adultos aún persiste el rito de la lectura por suerte”, finaliza Miguel, expresando su deseo de que ese rito nunca pierda vigencia y de que la biblioteca vuelva a sus años de esplendor.
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