Mauro Bersanker los descubrió haciendo otra producción. “Siento que le conceden alma a las construcciones”, dice.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
La arquitectura de Buenos Aires es, sin dudas, una de las características distintivas de la Ciudad. Especialmente aquella de fines del 1800 y principios del 1900. Palacios, parques, avenidas y residencias que se construyeron en un momento del país en el que la economía permitía destinar dinero -público y privado- a este tipo de obras que le otorgaron la identidad que conserva. Es cierto que muchos edificios fueron derribados, como el Pabellón Argentino que participó de la Feria Mundial de 1889 en París y luego se rearmó en la zona de Plaza San Martín; o se transformaron, como el Palacio Anchorena, actual Palacio San Martín; el Palacio Paz, sede del Círculo Militar; o la Residencia Errázuriz Alvear, donde funciona el Museo de Arte Decorativo. Es así que la huella de los arquitectos franceses, alemanes e italianos se ve a cada paso.
Estas construcciones llegaron también a los barrios, claro que en una escala menor, no tan monumental. Balvanera, Almagro, San Nicolás, Boedo, Villa Crespo, Palermo, Monserrat, entre otros, conservan vestigios de estas construcciones que en general son viviendas, algunas de un piso, otras de dos pisos. Y muchísimas de ellas tienen mascarones en sus frentes. La gran mayoría de esos mascarones pasan desapercibidos para todos; menos para el fotógrafo Mauro Bersanker.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Los mascarones son esas caras de piedra que se ven en las fachadas, debajo de los balcones, sobre ventanas o puertas, en las cornisas y también en fuentes. La mayoría tiene un aspecto algo grotesco: muy serias o muy sonrientes. Se ven los rostros de faunos, diablos, náyades y otros personajes mitológicos, y también de animales y sabios. Son detalles artísticos que en muchos casos fueron caprichos de los arquitectos o, simplemente, la continuación de una costumbre.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Bersanker los descubrió con su cámara haciendo otro trabajo: "Comencé a fotografiarlos cuando realicé un estudio sobre construcciones Art Nouveau de la Ciudad. De a poco fui fascinándome con el gran museo al aire libre que son los edificios porteños. Es cierto que vamos por la calle mirando el celular, o quizá los grafittis y el cableado aéreo nos impide ver muchas cosas, pero en algún punto esos rostros de hormigón me llamaron la atención", reconoce Bersanker.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Algunas de estas fotos estuvieron en el Centro Cultural Borges el año pasado en el marco de una exposición sobre Art Nouveau y otras se encuentran expuestas en una galería de República Checa. En Buenos Aires se vieron en Mansión Berlín (Maipú 960).
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Pero se las puede ver en vivo y en directo: cinco de ellas en el barrio de Balvanera (en Catamarca 479), avenida Corrientes 3050, otra en Independencia 3287, en Hipólito Yrigoyen 2569 y Corrientes 2548. Dos de los mascarones están en San Telmo, uno en la fachada del edificio del Casal de Catalunya y otro en Estados Unidos 349. Y otros cuatro en los barrios de San Nicolás, en Boedo, Villa Crespo y Monserrat.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
"Surgen de las fachadas como observando el paso de los transeúntes. Siento que le conceden alma a las construcciones, muchas de ellas agonizando por el estado de deterioro en el que se encuentran. Quizá comencé a fotografiarlas para robarles el alma, para llevarlas conmigo, como dicen en los pueblos originarios", dice Bersanker.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
Mascarones de piedra en los edificios de la ciudad.
S. G.
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