Polichinela o divertimento para los muchachos
De la comedia del arte a la tragedia contemporánea
Polichinela o divertimento para los muchachos puede leerse como un estudio erudito sobre los 104 dibujos que Giovanni Domenico Tiepolo le dedicó a finales del siglo XVIII a Polichinela, uno de los personajes de la Comedia del Arte, cuyo perfil meditabundo convoca interés por el hecho de que "la filosofía tiene que ver tanto con la risa como con el llanto". Pero también puede leerse como una serie de apuntes autobiográficos en los que la excusa es explorar el rigor de preguntas como "¿qué hombre soy?, ¿cuál es mi carácter?".
Desde una u otra perspectiva, la propuesta general de Giorgio Agamben (Roma, 1942) es, primero, tomar una zona poco frecuentada de la obra de un pintor y grabador veneciano, en la que Polichinela (personaje mitad sátiro, mitad trágico, y aun así también político) revela "la menos que humana, animalesca o casi divina experiencia". Y, luego, trasladar allí la agudeza de sus lecturas filosóficas acerca del sentido jurídico y metafísico de la vida dentro de los márgenes más siniestros de la era moderna, como demuestra su reconocido desarrollo de los conceptos biopolíticos de " homo sacer" y " nuda vida" en el contexto de los campos de concentración nazis.
El aspecto deforme y bufonesco de Polichinela (cuya etimología latina remite a "polluelo"), una especie de pájaro sin alas que en manos de los titiriteros suena como el Pato Donald y que por su tamaño y vestimenta podría confundirse con un duende, se remonta a documentos del siglo XIV y XV. Fue el dramaturgo Silvio Fiorillo quien en 1632 marcó para siempre su origen napolitano. "Polichinela no es un sustantivo, es un adverbio: él no es un qué, es solo un cómo", escribe Agamben, decidido a demostrar que el valor filosófico de este personaje va más allá de su carácter y su destino. De hecho, ni los placeres de la dicha ni los accidentes de la desdicha afectan a Polichinela, cuyo errar entre los hombres está más allá de la muerte. "Por esto, ante Polichinela, el derecho muestra su máscara cómica, el proceso se hace parodia, siempre va a dar al lado de lo que debería juzgar y comprender. Y la prueba es que la cuerda no podrá estrangularlo, las balas no lo herirán y las llamas no podrán quemarlo. Lo que queda en manos del derecho es solo el hombre de paja, el fantoche de bayeta que ha sustituido al verdadero carnaval", señala Agamben.
Entre el collage de las ideas y el collage de las imágenes, el balance final se asemeja a un recorrido demasiado fugaz por el escritorio del filósofo.
Recién en la última página Agamben confiesa su objetivo: descifrar el lugar de Polichinela entre los modos de vida de un cuerpo biológico -esto es, una "vida desnuda" sin sujeción a ningún marco político y a merced del poder-, y un cuerpo político, gracias al cual la "vida pública" abre el destino hacia posibilidades más allá de lo viviente.
En este punto, que el autor de Homo Sacer y Lo que queda de Auschwitz repita que la tarea de la filosofía es "no reír, no llorar y no indignarse nunca sino comprender" debe leerse como otro necesario recordatorio sobre la vena profundamente tragicómica del pensamiento. Incluso cuando este apunta hacia lo más indiscernible de un mundo que hace reír y llorar en idénticas proporciones.
POLICHINELA O DIVERTIMENTO PARA LOS MUCHACHOS
Por Giorgio Agamben
Adriana Hidalgo, Trad.: Rodrigo Molina-Savalía
108 págs, $640
N. M.
POLICHINELA O DIVERTIMENTO PARA LOS MUCHACHOS
Por Giorgio Agamben
Adriana Hidalgo, Trad.: Rodrigo Molina-Savalía
108 págs, $640
N. M.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.