Caminito cumple 60 años y sus obras de arte estrenan QR
El emblemático pasaje de La Boca fue un baldío y ahora es uno de los lugares más fotografiados del mundo; buscan acercar su riqueza cultural a los visitantes
El pintoresco pasaje congrega hoy a porteños y turistas de todo el mundo
Si metés en una licuadora a La Boca, sale Caminito. Así resume Víctor Fernández, director del Museo Quinquela Martín, el espíritu de ese pasaje de menos de 100 metros que no solo definió la identidad de todo un barrio, sino que representa a la Argentina. Tiene a su cargo el legado del genial pintor boquense que tuvo la idea de transformar un terreno baldío ferroviario en un museo a cielo abierto. Es la idea de una sociedad carnavalesca, con la omni- presencia del arte, y todo al alcance del pueblo?, afirma Fernández.
Hoy se cumplen 60 años de su inauguración oficial y, para revalorizar las obras y los artistas que están expuestos, el museo empezó a colocar placas con código QR que ofrecen información detallada sobre aquellas y sus creadores, muchos olvidados pero de gran renombre. Caminito es nacional, sugiere el director del museo al relacionar las obras que Quinquela eligió para exponer en esa cortada visitada por miles de turistas de todo el mundo. Según Google, está entre los diez lugares más fotografiados del mundo, por arriba de la Estatua de la Libertad, recuerda.
Esta calle boquense consagra en su nombre al tango que dio la vuelta al mundo. Caminito tiene música de Juan de Dios Filiberto y letra de Gabino Coria Peñaloza. Fue oficializado en 1926 en un concurso de canciones nativas, en el que ganó el primer premio, pero fue abucheado por la gente. La bisagra fue Corsini, afirma Fernández al referirse al momento en el que el cantante Ignacio Corsinilo grabó en 1927. Carlos Gardel lo había hecho un año antes, pero su versión no tuvo éxito.
La historia del pasaje que se llamó La Curva hasta que tomó su nombre definitivo se remonta a 1866, cuando la compañía británica Ferrocarril Buenos Aires habilitó un tramo adicional a su ramal que llegaba hasta el puerto de La Boca: un desvío entre las calles Lamadrid, Garibaldi, Magallanes y Del Valle Iberlucea. En 1928 dejó de pasar el tren y se convirtió en un terreno baldío.
Recién en 1954 los hermanos Arturo y Aníbal Cárrega, que tenían un almacén naval frente a La Curva, deciden darle un uso más comunitario. Con la ayuda de sus empleados, limpiaron el baldío y colocaron dos postes en la entrada y la salida del pasaje para que no pudieran entrar vehículos. Ellos decidieron que fuera peatonal -afirma Fernández- Lo fueron a ver a Quinquela y él se involucró en el proyecto. Aún sin autorización municipal, Benito le encargó a Aníbal un cartel de pinotea (fondo blanco y letras negras) de 15 x 80 con el nombre Caminito?, escribe Walter Caporicci Miraglia en su libro El hombre que fue nosotros, una biografía de Quinquela.
La idea de Quinquela fue hacer un museo a cielo abierto, que siguiera el guión del suyo?, explica Fernández, desde su oficina por cuya ventana se ve Caminito, concurrida por decenas de grupos de turistas y alumnos de escuelas. En 1955, ya sin las vías, nivelado y con capa asfáltica, el pasaje empezó a recibir estatuas, murales cerámicos y relieves que Quinquela seleccionó. Se une lo local con lo nacional agrega, para resumir alguna de las obras expuestas que refieren a la propia actividad portuaria, pero también al Santos Vega, por ejemplo.
Una mención aparte merece el monumento al General San Martín, obra de Roberto Capurro. Pedido por Juan Domingo Perón, fue emplazado en 1950 en la entrada del barrio, en Martín García y Almirante Brown. Para realizarlo, se formó una comisión que integró Quinquela; también se hizo un bono contribución y los vecinos lograron juntar $200.000. En 1955, con la caída de Perón, el monumento se removió; estuvo trece años en un depósito municipal y por gestiones del propio Quinquela, en 1969, se colocó en el ingreso a Caminito.
Consagración Por entonces ya había empezado a perfilarse como un lugar turístico, pero también de gran valor cultural. El arte conquistó un espacio, se proyectó como una vidriera de un modo de concebir nuestra identidad cultural ante el mundo?, completa Fernández. Los contingentes de turistas no pararon. En 2001 fue el aluvión masivo de turistas, confirma Fernández. Caminito y su fuerte identidad barrial y cultural tienen una cucarda de la que pocos lugares pueden jactarse: allí se instaló un McDonalds, pero debió cerrar.
El éxito del tango precedió a la consagración del pasaje peatonal. A través de los años, tanto Filiberto como Coria Peñaloza relataron y modificaron el origen de este monumento musical. En una entrevista en El Gráfico en 1939, Filiberto aseguró que caminando por La Curva garabateó las notas del tango inmortal, pero quedaron archivadas tres años hasta que se encontró con Coria Peñaloza. Luego noveló su relato, diciendo que se inspiró en una muchacha que todos los días lo miraba desde una ventana de un conventillo. Un día pasó, pero no la encontró más.
Existen tres Caminitos en el país: el de La Boca, una evocación en el pueblo riojano de Olta -que fue visitada por el poeta-y una calle que lleva ese nombre en Chilecito, también en La Rioja, porque allí murió Coria Peñaloza.
Paradójicamente uno de los lugares más visitados del mundo es también el más desconocido, argumenta Fernández al referirse a los artistas, obras y hechos que dieron forma a Caminito. Con este espíritu reivindicativo es que decidieron colocar los QR. Muchas de las placas originales han sido vandalizadas o están muy deterioradas. De ahora en más, solo habrá que escanearlos y a través del celular conocer el título de la obra y la biografía del artista. Es una manera de honrar la idea de Quinquela y de aquellos que pensaron en Caminito como un lugar para crear identidad?, concluye Fernández.
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