Los planes de EE.UU. en caso de que Rusia use sus armas más temibles
Un equipo de trabajo elabora posibles respuestas por si Putin, estancado en su invasión a Ucrania, decide jugarse del todo y echar mano de su arsenal nuclear, químico o biológico
David Sanger, E. Schmitt, H. Cooper y J. Barnes Traducción de Jaime ArrambideMinisterio de defensa de Rusia Las lanzadoras TOS-1, capaces de operar armas químicas
BRUSELAS.– La Casa Blanca reunió discretamente a un equipo de funcionarios de seguridad nacional para que ensaye posibles escenarios de cómo deberían responder Estados Unidos y sus aliados si el presidente ruso, Vladimir Putin –frustrado por la falta de progreso en Ucrania o decidido a advertirles a los países occidentales que no intervengan en la guerra–, libera su arsenal de armas químicas, biológicas o nucleares.
Según varios funcionarios implicados en el proceso, el grupo conocido como Team Tiger (Equipo Tigre) también estudia respuestas en caso de que Putin alcance territorio de la OTAN en sus ataques a los convoyes que llevan armas y ayuda a Ucrania.
El equipo mantiene sesiones clasificadas tres veces por semana para pensar acciones en caso de que Rusia busque extender la guerra a las naciones vecinas, incluidas Moldavia y Georgia, y cómo preparar a los países europeos para una oleada de refugiados de una escala no vista en décadas.
Hace apenas un mes, un escenario como este parecía hipotético. Pero hoy desde la Casa Blanca hasta la sede de la OTAN en Bruselas admiten que para salir de un estancamiento militar Rusia es capaz de recurrir a las armas más poderosas de su arsenal.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, subrayó esta semana la urgencia de estos preparativos y dijo que aunque los rusos se limitaran a emplear las armas de destrucción masiva dentro de Ucrania, esto tendría “consecuencias nefastas” para los países de la OTAN.
Pareció referirse al temor de que las nubes químicas o radiactivas crucen las fronteras. Una de las cuestiones en debate es si esos daños colaterales serían considerados un “ataque” a la OTAN y que según sus estatutos exigiría una respuesta militar conjunta.
Según los funcionarios involucrados en el proceso, que por tratarse de una planificación tan delicada hablaron bajo condición de anonimato, el equipo actual se armó el 28 de febrero, cuatro días después de que comenzó la invasión, en respuesta a un memorando firmado por Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden. Una versión anterior del equipo venía funcionando en las sombras desde hacía meses para preparar al gobierno de Estados Unidos ante la probabilidad de una invasión rusa a Ucrania.
Este equipo desempeñó un papel fundamental para elaborar estrategias de sanciones graves, acumular tropas en las naciones de la OTAN y armar al Ejército ucraniano, aprovechando las debilidades de Rusia y poniendo a su gobierno y su economía bajo tremenda presión.
En un tono mucho más duro que en el pasado, Stoltenberg dijo tener la esperanza “de que los aliados se pongan de acuerdo para brindar apoyo adicional, incluidos asistencia y equipamiento en ciberseguridad para ayudar a Ucrania a protegerse de las amenazas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares”.
Guerra Fría
Son temas que Europa no tenía que tratar desde la época más gélida de la Guerra Fría, cuando la OTAN tenía muchos menos miembros y a Europa Occidental le preocupaba un ataque soviético dirigido a Alemania.
Pero pocos de los líderes de la OTAN tuvieron que lidiar alguna vez con estos escenarios, y muchos jamás tuvieron que pensar en la disuasión nuclear ni en los efectos de la detonación de armas nucleares en el campo de batalla, hoy diseñadas para ser menos poderosas que las que destruyeron Hiroshima. El temor radica en que Rusia use esas armas nucleares de menor poder justamente para erosionar la distinción entre armas convencionales y nucleares.
El senador Jack Reed, que encabeza el Comité de Servicios Armados, dijo que si Putin usara un arma de destrucción masiva “habría consecuencias” aunque el uso del arma se limitara a Ucrania. Reed advirtió que la radiación de un arma nuclear podría, por ejemplo, llegar a un país de la OTAN y considerarse un ataque contra uno de sus miembros.
“Va a ser una decisión muy difícil, pero es una decisión que no solo tendrá que tomar el presidente, sino todo el Consejo de la OTAN”, dijo Reed a los periodistas, refiriéndose al órgano rector de la alianza occidental. “En resumen, es una decisión de la OTAN. No va a ser solo la decisión del presidente. No creo que quiera tomar medidas de forma unilateral”.
Un tema importante que analiza el Equipo Tigre es el umbral a partir del cual la alianza pasaría a intervenir militarmente en Ucrania. Biden dejó en claro que es enormemente reacio a hacerlo, por temor a que la confrontación directa con Rusia haga escalar el conflicto y se salga de control. “Sería la tercera guerra mundial”, señaló recientemente.
Un segundo equipo de funcionarios, creado también por el memorando de Sullivan del 28 de febrero, busca oportunidades a largo plazo para que Estados Unidos mejore su posición geopolítica como resultado de la invasión de Putin.
Dentro de la Casa Blanca, están convencidos de que el líder ruso cometió un gran error estratégico, que va a disminuir el estatus de Rusia en el mundo, a paralizar su economía y a aislarla durante años de sus potenciales aliados. Pero otros funcionarios advierten que el conflicto recién empieza y que esa conclusión puede resultar prematura.
En lo inmediato, la principal preocupación es lo próximo que haga Putin, para intentar rescatar su esfuerzo militar fallido o renovar sus credenciales de potencia que inspira temor
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