lunes, 31 de octubre de 2022

STREAMING MUY RECOMENDADO



Cinco razones para ver The Bear, la ficción del año que no está disponible en Netflix
The Bear, una serie imperdible que ya está disponible en Star+Star+
Tan poética como violenta, y centrada en la cocina de un restaurante de sándwiches de Chicago, se puede ver en la plataforma Star+
Natalia Trzenko
“Es un ecosistema delicado”, dice uno de los personajes de The Bear y aunque se refiera a la conservación de su pequeño rincón en el mundo ubicado en el centro de Chicago, también podría estar hablando de sí mismo y de sus colegas y empleados en el restaurante de sándwiches que Richie, el personaje en cuestión, administra con más pasión que diligencia.
Y, sobre todo, podría estar refiriéndose a la serie que lo contiene, un ejercicio estético y narrativo tan original como el tono que Christopher Storer, su creador, guionista y director, le imprimió a todo el programa. Esta serie es un experimento narrativo al que el público ingresa de un salto para aterrizar en el convulsionado universo de The Beef, el negocio de comidas que el talentoso chef Carmen “Carmy” Berzatto (Jeremy Allen White), heredó de su hermano mayor Michael, recientemente fallecido.
El frenesí de la cocina del lugar y la velocidad con la que se mueven, hablan, se insultan y protestan sus integrantes marca un ritmo que podría expulsar a algunos espectadores pero que a otros -muchos- les resultó fascinante. Los vínculos del detrás de escena de un restaurante de barrio, el duelo y los lazos familiares siempre en carne viva son algunas de las cosas que cuenta la serie, que tiene uno de los guiones mejor escritos de los últimos años, una puesta en escena que encuentra el equilibrio entre el espíritu documental con el que retrata a Chicago y la ficción lisérgica de las pesadillas de Carmy. Es uno de esos personajes que parecen existir más allá de la pantalla y que por sí solo justificaría ver todo el programa.
Jeremy Allen White en The BearStar+
1. Jeremy Allen White: un poco Sean Penn, otro poco Al Pacino y una pizca de Dustin Hoffman. A primera vista, cuando Jeremy Allen White aparece en pantalla a través de un primer plano asfixiante algo de sus ojos celestes intensos y su ceño fruncido parecen familiares. Su cara, el pelo rubio despeinado por las miles de veces que sus dedos lo atraviesan, más gesto automático que consciente, recuerdan al Sean Penn de los años 80, con una intensidad a flor de piel que casi da pudor observar de cerca. Pero después, con un parpadeo o un suspiro, el actor de 32 años nacido en Nueva York transmite la emoción de Al Pacino y cuando todo sale mal -lo que sucede todo el tiempo- algo del desesperado Dustin Hoffman de Maratón de la muerte se cuela en la receta. Camaleónica e innegablemente original, en su interpretación White construye un personaje que es pura novedad, alguien distinto, un doliente que quiere hacer lo correcto aunque no tenga idea de cómo. Un brillante cocinero, un artista maldito, un rockstar lleno de tatuajes, que se carga al hombro responsabilidades que lo exceden. Un tipo que con el hueco que dejó la muerte de su hermano Michael, está todo el tiempo al borde del estallido. Carmy, aunque reprima lo que siente hasta perder la conciencia, rebalsa, como las ollas de su cocina, en el momento menos indicado. Pero lo intenta, trata de ser mejor, de estar mejor y eso lo hace un personaje memorable.


2. El realismo del retrato del negocio gastronómico. Uno de los aspectos que podría haber derrumbado todo el andamiaje sobre el que está construida The Bear era precisamente su metáfora principal: el detrás de escena de la cocina de un restaurante en actividad. Muchas veces el cine y la televisión intentaron reflejar, con muy poco éxito, el nervio, la obsesión y los ánimos inflamados en exceso que marcan la pauta en una cocina profesional. Sin atisbos de realismo y siempre apareciendo como versiones edulcoradas de las amarguras que muestran los muchos reality shows dedicados a la gastronomía, las ficciones enfocadas en el mundo de la cocina, sus rigores y sinsabores, sus pequeñas y efímeras victorias y sus muchos tropiezos nunca antes consiguieron lo que logra The Bear. El mismo detalle y atención que las cámaras dedican a retratar los matices de cada uno de los personajes en escena se aplica también a la preparación de la comida y a los pasos que lleva crear cada una de las recetas en pantalla.

Richie (Ebon Moss-Bacharach) y Sidney (Ayo Edebiri) en una escena de la serieStar +

3. Un elenco de reparto que brilla como protagonista. “Este trabajo es una locura”, le dice Carmy a Marcus (Lionel Boyce), su pastelero, que no necesita que se lo recuerde. Después de todo, él es quién hace días duerme en su rincón de la cocina “criando” los fermentos que lo obsesionan. Cada uno de los personajes de The Bear tiene una función, como cada uno tiene su espacio en la cocina. Si Carmy es la estrella, también es el intruso, el traidor que dejó el pueblo natal, Chicago, por las luces de la rival Nueva York y que al volver pretende que lo reciban con los brazos abiertos. Especialmente brilla Richie, el encargado del restaurante y mejor amigo de Michael, el gran ausente de la historia. Interpretado por Ebon Moss-Bachrach (Girls), Richie grita aun cuando no está gritando. Su ira mal dirigida siempre da en el blanco y hace que la experiencia de ver The Bear a veces sea difícil, casi tan abrasiva como el hombre que le hace la vida más complicada a todo el mundo (empezando por él mismo). Claro que, hacia el final de la primera temporada -por mérito de los guiones y del trabajo de Bacharach- es imposible no apreciar su contribución al restaurante, al tenue equilibrio que lo mantiene a flote. Otro elemento imprescindible es Fak, el gracioso amigo de la casa que suele emparchar todo lo que no funciona, que interpreta el chef y productor Matty Matheson, uno de los consultores gastronómicos del programa que sin cargar las tintas sobre la masculinidad tóxica sí le da a la sous chef Sidney (encarnada por la fantástica Ayo Edebiri), la posibilidad de descargar muchas de las frustraciones que arrastra en su carrera. No hay personajes sin historia en The Bear y no hay historia sin esos personajes.

Chicago forma parte del ADN de la serie y sus personajesStar +

4. Chicago, la otra ciudad de la furia. Parte fundamental del ADN del programa y paleta con la que se pintan algunas de sus imágenes más evocativas, la ciudad de Chicago y la idiosincrasia de sus residentes moldea el carácter de la serie y es el hilo conductor que la atraviesa. En la ficción, representa la identidad del restaurante familiar con influencias italianas que regentea Carmy y le da sentido al ethos de muchos personajes como Richie, quien protesta y padece la evidente gentrificación de su barrio de toda la vida. La urbe es también el marco en el que se despliegan las dudas e inquietudes de Sidney, quien se toma el famoso tren elevado para ir y venir de un trabajo que ama y detesta. Chicago es también parte de la historia familiar de Carmy: los domingos de pastas, los mafiosos de poca monta en la puerta del local y el viento que cala en los huesos.

The BearStar +

5. Su magnífica banda de sonido. En una serie que bascula entre el realismo más furioso y la ensoñación más poética, la banda de sonido resulta tan importante como la dirección de fotografía. Y en The Bear, una y la otra funcionan en un círculo virtuoso que exalta toda la experiencia de verla. Con canciones de Pearl Jam, Counting Crows, Van Morrison, Genesis, REM y Radiohead (el uso del tema “The Letdown” en la última escena del último episodio de la temporada es una genialidad), la selección musical, a cargo del propio creador de la ficción, también se ocupa de destacar a artistas oriundos de Chicago o con una conexión especial con la ciudad. De hecho, el séptimo episodio comienza con aires de Haz lo correcto de Spike Lee: si aquel film era una carta de amor y dolor al Brooklyn de la infancia del cineasta, la escena de apertura de The Bear, en la que se escucha una radio con la canción “Chicago” de Sufjan Stevens, cumple una función similar. Se trata de acompañar, resaltar y resignificar las imágenes de los altos y bajos de la ciudad: Michael Jordan y sus Bulls, el presidente Obama y la violencia del pasado y la del presente. Por ahí también se escuchan los temas de la banda Wilco, formada en la ciudad del viento, y “One Fine Day”, de David Byrne y Brian Eno, que en cualquier circunstancia, más allá de donde se haya compuesto, siempre es una buena idea incluir.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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