jueves, 26 de enero de 2023

Los jóvenes y el alcohol


Las cifras sobre consumo de alcohol por parte de adolescentes y jóvenes no dejan de alarmar. Un informe del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense indica que el 21,2% de los adolescentes inicia esa ingesta entre los 12 y los 13 años. El 30,06% lo hace a los 14, seguido por los de 15 (27,49%). Entre otros datos, el estudio arroja que el 78,5% de los entrevistados dijo haber tomado alcohol alguna vez en su vida, el 65,2% lo bebió en el último año y el 52,8%, en el último mes.
Los datos surgen del informe a cargo de Guido Lorenzino, realizado entre agosto y septiembre de 2021, por medio de una encuesta digital con cuestionario cerrado, voluntario y anónimo, a una población de 1000 alumnos de entre 12 y 18 años de escuelas bonaerenses.
Sobre los riesgos de ese consumo, el especialista en medicina interna y toxicología y director del sitio web Toxicología Hoy, Francisco Dadic, alertó que “el alcohol es una sustancia psicotrópica y psicoactiva que provoca modificaciones estructurales en el cerebro”. En opinión de Pablo Bonacci, pediatra especializado en adolescencia del Hospital Alemán: “Desde lo neurobiológico, el cerebro de los adolescentes está en desarrollo, incluso hasta los 20 años, y el alcohol puede desencadenar alguna alteración”.
Juan Gossen, integrante del observatorio a cargo del estudio, calificó la situación de “extremadamente peligrosa” y explicó: “La enzima que metaboliza el alcohol recién se termina de desarrollar en el organismo después de los 18 años. Es decir, las consecuencias que puede sufrir un niño o adolescente a partir de una borrachera son realmente muy graves”. Esto sin considerar que las conductas activadas por el alcohol, individuales y colectivas, resultan también peligrosas para el resto de la sociedad, ya sea porque conduzcan un vehículo o se involucren en una pelea.
Otra modalidad juvenil de consumo de alcohol es la conocida como binge drinking o consumo episódico excesivo, cuando la ingesta de más de cinco tragos se realiza en una sola ocasión. En los casos más extremos, puede conducir a la muerte.
Según Dadic, el mayor peligro radica en que produce cuadros importantes de intoxicación. “Las concentraciones de alcohol en sangre que llegan a tener estos chicos son muy elevadas y esto provoca, primero, una desinhibición; después, trastornos en el habla, en la coordinación (ataxia), dificultades motoras, somnolencia, y pueden llegar a cuadros de coma (...) En algunos casos, terminar en la muerte”.
Como ha sido señalado en reiteradas oportunidades desde esta columna, la familia y la escuela ocupan un papel fundamental como promotoras del diálogo, pero el compromiso del Estado y de los fabricantes de bebidas alcohólicas no debe soslayarse.

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