Por qué hay que escuchar a Dudamel como a un director del siglo XXI
Es reconocido por lograr impacto emocional y por ser un “generalista”
Mauro Apicella
Pensar en Gustavo Dudamel como flamante director de una de las orquestas sinfónicas (independientes y no europeas) más importantes del mundo es hacer retrospectiva de sus logros y del testimonio que ha dejado grabado para acceder a la batuta de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Este cambio seguramente demande variantes en sus proyectos artísticos. Será posible armar pronósticos, pero lo concreto es que todavía es un capítulo con páginas en blanco. Recién asumirá el cargo de la orquesta de la Gran Manzana en la temporada 2026-2027, aunque ya atesora más de 25 conciertos como director invitado de la NY Phil.
Al día de hoy hay que leer a Dudamel como a un director del siglo XXI. Quizá, la característica de un director de estos tiempos, en cuanto a repertorios elegidos para grabaciones, es la posibilidad de entrar y salir de ciertos programas de una manera mucho más natural. En el caso de este músico venezolano, figuran grabaciones de integrales (las sinfonías de Beethoven y de Charles Ives), proyectos cinematográficos, producciones más comerciales y escalones que ha subido cada vez que tomó las riendas de orquestas europeas de la más alta calificación.
Aunque, sin duda, hay en su recorrido discográfico signos claros que están relacionados tanto a su procedencia como a las coyunturas. por procedencia habrá que entender aquellos primeros álbumes que grabó con la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Realizó grabaciones de obras de envergadura de Beethoven, ChaikovskiyM ah ler,y empujó los límitesemocionales de los músicos con la operís tic a wagneriana. al mismo tiempo, ponía sus notas de color y todo su des enfado en vivo o con grabaciones de compositores latinoamericanos. por esto era de esperar que, a poco de comenzar su catálogo discográfico con Deutsche Gr a mm ophon,hubi era un álbum latino americanista como el que tituló Fiesta.
por otro lado, aparecen esas producciones que surgieron casi de manera imprevista, como aquella que lo tiene al frente de la Orquesta de Gotemburgo, y con un programa dedicado a obras de Nielsen, Sibelius y Bruckner. Llegó en reemplazo del experimentado Neeme Järvi. Y por su capacidad para empatizar con los músicos, no solo volvió varias veces a actuar con esa orquesta, también dejó testimonio de aquella experiencia en un disco.
Entre los casilleros que todo gran director internacional debe llenar, Dudamel tiene grabaciones con la Filarmónica de Viena. En un mismo año, 2012, se publicó el Concierto de Año Nuevo y otro que toma como base a la Tercera Sinfonía de Mendelssohn. También se puede destacar en su currículum los registros junto a Barenboim (al piano) y la Orquesta Estatal de Berlín y varios con la Filarmónica de Berlín.
Sus mayores gestos de diversidad fueron manifestados con la orquesta de Los Ángeles. Esa experiencia lo llevó a recorrer distintos ámbitos musicales, desde que asumió su titularidad, en 2007. Si la Orquesta Simón Bolívar era el organismo con el que Dudamel podía hacer gala de su talento y juventud, además de ganar horas de vuelo en los repertorios universales, con la de Los Ángeles trabajó otro tipo de curaduría. Si bien hay en esa colección registros previsibles, volcados al entretenimiento, como su trabajo ligado a la pantalla grande, a través de obras de John Williams, con Laphil pudo incursionar sobre ese rico americanismo “norteamericano”. La orquesta y el director se concentraron en compositores como John Adams y Charles Ives.
Más allá de ese camino con LA Phil, que tuvo diversas aristas, como curiosidad aparece la banda de sonido de la película The Liberator, dedicada a Simón Bolívar, con composiciones y dirección musical de Dudamel, al frente de una orquesta armada para la ocasión. En definitiva, una vuelta a sus orígenes
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