domingo, 28 de mayo de 2023

UNA HISTORIA DE AMOR


Separados por la familia. Él, argentino; ella, alemana: se reencontraron 40 años después
Carlos y Dagi se enamoraron durante un verano europeo y ella le escribió por años sin saber que él siempre le contestaba
Dagi y Carlos se reencontraron en la Argentina, gracias a sus hijas
Carlos creó una cuenta de Facebook, buscó a Dagi y la encontró
Mentón, la localidad francesa ubicada entre la frontera de Italia y Mónaco, amaneció deslumbrante. Carlos había dejado su Catamarca natal para recorrer Europa y esperaba pasar gran parte del verano en la Costa Azul. Fue ahí donde conoció a un grupo de españoles que lo invitaron a ver un partido de fútbol que jugaban contra estudiantes alemanes. Aceptó y observó el partido con entusiasmo, aunque con más interés se detuvo a contemplar a una joven rubia, de pelo ondulado, que animaba a los jugadores de Alemania.
Cuando el entusiasmo mermó, el joven catamarqueño se acercó a la muchacha y con su precario alemán esbozó un: “Hola, ¿cómo te llamás?” Ella lo miró sorprendida e intentaron continuar la conversación sin éxito: el alemán de Carlos no era tan bueno. “Seguimos en francés, idioma en el que ambos nos manejábamos bien”, dice hoy.
La atracción fue mutua. No hicieron más que disfrutar de la playa juntos, de las salidas grupales, de su juventud apasionada, hasta que llegó el día de la despedida. Dagi, como le decían sus íntimos, debía regresar a Núremberg, su ciudad de origen. Carlos, en un arrebato, subió al tren para darle el último beso de adiós. Tan intensa fue su despedida, que ninguno de los dos se percató de que el tren había comenzado su marcha. “La siguiente parada era Montecarlo, en Mónaco, desde donde tuve que volver a dedo”, cuenta Carlos con una sonrisa.
Habían intercambiado direcciones y teléfonos, y Carlos no dejó pasar demasiados días hasta que llamó al hogar paterno de Dagi, donde le contaron que ella estaba pasando sus últimos días de vacaciones en la casa de su tía. Cuando el verano llegó a su fin, el joven decidió ir a buscarla a Núremberg. Se alojó en un hotel económico y llegó de noche al edificio; respiró profundo y tocó. Frente él, aparecieron los padres de su enamorada, que, para su sorpresa, lo llevaron en su auto hasta una fiesta, donde se encontraba Dagi con sus compañeras. “Esa noche conocí a sus papás y amigos sin saber que sería la última vez que nos veríamos por 40 años”.
Quedaron en encontrarse al día siguiente, pero un mal entendido cambió el curso de su historia. Los dos fueron al lugar que creían que era el acordado y esperaron en vano. Carlos no había comprendido bien las coordenadas de la cita. Cuando llamó por teléfono, atendió la hermana de Dagi, que, con voz contundente, le dijo: “Dagi no quiere verte”.
Carlos intentó en vano comunicarse durante los siguientes días, hasta que, desolado, regresó a Catamarca
Un día, su sorpresa fue mayúscula al recibir una postal de Dagi, preguntándole por qué no le escribía. ¿Cómo podía ser? El joven no lo sabía, pero la hermana de Dagi, en el afán de impedir su relación, evitaba el contacto. “Luego se mudaron y en la antigua casa quedó su tía, que aliada con la hermana, también rechazaba la correspondencia”.
El tiempo pasó. Carlos se había casado y divorciado, tenía 4 hijos y, a pesar de toda una vida transcurrida, creyó que tal vez, gracias a internet, podría encontrar a su antigua enamorada. Creó una cuenta de Facebook, la buscó y ¡la encontró! Le envió un mensaje y le preguntó si se acordaba de él.
Siguieron los mails, donde se contaron sus vidas: que se habían casado, que tenían hijos. Él le dijo que se había divorciado; ella, reservada, omitió contarle que estaba atravesando su propia separación. “Una tarde le propuse a mi hija, que estaba estudiando en España, que fuera a visitar a Dagi”, relata Carlos. “Viajó sola. Se conocieron, pasaron unos días juntas y entonces Dagi la envió a Holanda para que visitara a su hija y conociera el país. Las dos estaban estudiando abogacía y se hicieron amigas”. Gracias a ellas, de hecho, los mundos de Carlos y Dagi volvieron a acercarse, lo que culminó en una invitación a la Argentina, donde conectaron inmediatamente, tras el anuncio de que ella también se había separado. Y fue así como aquella chica alemana y el muchacho de Catamarca pudieron, finalmente, recuperar el amor.

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