sábado, 3 de septiembre de 2016

DESEMPLEO, DESOCUPACIÓN, PRECARIZACIÓN....AFILAR LA PUNTERÍA


Los altos índices de desempleo, empleo precarizado y también inactividad deben tener una contención económica y operativa acorde con la magnitud del problema
La cifra emitida por el Indec sobre el crecimiento del desempleo en la Argentina obliga a ocuparse del asunto. Involucra a cientos de miles de personas que se encuentran buscando dónde reubicarse, pues no es posible ejercer alguna actividad sin tener ingresos. De hecho, sin este requisito, tampoco se podría tener acceso a la alimentación, ni de ajenos ni propia, por vía legal.
Los desocupados pueden convertirse, por numerosos, en un segmento de mercado. Son clientes potenciales, quienes harán lo imposible por reinsertarse a un trabajo.
No es tema de esta columna discutir cifras ni antecedentes. Lo que no cabe duda es que ya son muchos y pueden llamar la atención de quienes siempre están atentos a los nichos de mercado. He aquí el punto: ¿es ético cobrar a un desocupado por conseguir un trabajo?
Habrá distintas opiniones, como siempre. Qué es ético y qué no, trae controversias. Se sabe que es legal, pero no siempre lo legal va a la par de lo ético en la convivencia humana.


Hay un film inglés de 1997 que tuvo mucha difusión. Se llama Full Monty (algo así como "desnudo total") y describe las penurias de los que quedaron sin trabajo en Sheffield, otrora una ciudad próspera, arrasada por las medidas de Margaret Thatcher. El grupo de desempleados apela a un recurso inimaginable en otras circunstancias: montar el show de un streptease masculino, para obtener ingresos. La película culmina con un éxito de público, en especial femenino, y es, en definitiva, una metáfora de los límites que se transgreden, impulsados por la desesperación.
Observemos un detalle que por la originalidad de la trama tal vez se pierda. La reunión y puesta en marcha del proyecto se produce en un local que el gobierno cede gratuitamente a los desocupados, para reinsertarse en el mundo laboral. No hay negocio de por medio, sino apoyo a ciudadanos en situaciones difíciles.


Es necesario atender tanto las relaciones del trabajo como las de no trabajo, porque ambas están vinculadas por la identidad que otorga a cada individuo en nuestra sociedad. No es una cuestión menor, porque se trata de víctimas de situaciones desesperantes, como las que se viven a diario en los hospitales públicos, aunque en otra dimensión.
Un accidentado sin recursos no puede dejar de ser atendido porque no está afiliado a una obra social o una prepaga. Quien se encuentra de un día para el otro desvinculado de su trabajo es una víctima de una coyuntura social, en la que el Estado no puede estar ausente. De hecho existen varios portales oficiales, en distintas ciudades del país, donde es posible postularse de forma gratuita. Éste es el escenario que aparece fugazmente en el film Full Monty. Implica que, a mayor cantidad de desocupados, habrá que invertir más recursos económicos, acciones eficaces y una buena dosis de imaginación, como para bajar hasta el mínimo nivel las consecuencias negativas, materiales y psicológicas.


Hay experiencias internacionales interesantes, como la que se implementó en España bajo el acertado nombre de Centros Colaboradores. En Australia van más allá, proporcionando de forma gratuita no solamente el asesoramiento sobre cómo completar un CV, sino capacitando en rubros técnicos específicos, facilitando lo que es, en definitiva, una reconversión laboral. Hay muchos más ejemplos que pueden adecuarse a nuestro país y, por qué no, inventar los propios.

J. M. 

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