El Pensador porteño
Algunos críticos se preguntaban si no era una contradicción que un musculoso pensase. El autor respondió que esa era la síntesis del hombre, ya que realiza trabajos físicos, pero también reflexiona.
En Buenos Aires, el primer director del Museo Nacional de Bellas Artes Eduardo Schiaffino, encargó al escultor francés un Pensador para colocarlo en la escalinata del palacio del Congreso, siguiendo el ejemplo del original que se encontraba en el Panteón. La obra llegó a nuestro país en 1907. Se trata de un ejemplar fundido del molde original y cuenta con su firma. Además del original que abandonó su lugar de privilegio en el Panteón para pasar al Museo Rodin (también en París), obras similares se enviaron a Filadelfia (Estados Unidos), Berlín y Estocolmo.
La culminación del actual edificio del Congreso Nacional estaba demorada. La escultura se instaló a unos doscientos metros, en la Plaza Lorea, aguardando a que el Palacio Legislativo se completara y la recibiera.
A finales de la década de 1960, la actual avenida de Mayo pasó a ser mano única y se unió a la avenida Rivadavia a través de una curva que dividió a la plaza Lorea en norte y sur. “El Pensador” quedó en el sector sur, renombrado como plaza Mariano Moreno.
Desde hace algunos años se discute si “El Pensador” debe ser llevado a la escalinata del monumental edificio o no. A pesar del deseo de algunos legisladores, este Dante reflexivo, atlético y protegido por un blíndex (desde 2013), continúa dándole la espalda al Congreso de la Nación Argentina.
D. B.
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