martes, 11 de septiembre de 2018

HISTORIAS DE BUENOS AIRES


El ingreso al antiguo túnel oculto atraviesa el corazón de Buenos Aires desde 1912


La increíble historia del túnel oculto debajo de la Casa Rosada que atraviesa las profundidades del Congreso y llega hasta Once
Inaugurado en 1916, durante el siglo pasado se utilizó para la circulación de distintos tipos de trenes, pero a su alrededor se tejen historias y mitos de contrabandistas que lo utilizaban para guardar sus mercaderías. Infobae lo recorrió a bordo de una nueva locomotora que integrará la línea San Martín Cargas
Muy pocos saben de su existencia. Son menos, todavía, los que pueden contar que lo atravesaron alguna vez. Quizás por ese halo de misterio que lo rodea, hasta hoy se tejen a su alrededor historias y mitos sobre supuestos contrabandistas que lo utilizaban para ocultar mercaderías.
Lo cierto es que existe un túnel poco conocido que atraviesa las profundidades del centro porteño por debajo de la Avenida Rivadavia, más abajo de la línea A de subterráneos. Una grieta oculta debajo de otra, que los expertos elogian por su increíble fortaleza. Una impresionante pieza de ingeniería trazada en 1912 que resiste, escondida, hasta hoy.
Pensado como un canal subterráneo que uniría el Puerto de Buenos Aires con el corazón de la ciudad, el túnel del viejo Ferrocarril Oeste fue un proyecto del ingeniero británico David Simpson que comenzó en 1906. Recién en 1910 la obra fue autorizada por el gobierno de la época y dos años después comenzaron los arduos trabajos para su trazado. Finalmente, se inauguró en 1916, durante la presidencia de Victorino de la Plaza.
Atravesar hoy el túnel -que se utiliza estrictamente para tareas de logística del sistema ferroviario- no es sencillo. Es muy estrecho y por sus vías apenas puede pasar una única formación.
Con forma de herradura, se accede a él por un gran arco ubicado en la Avenida Madero y Sarmiento, detrás de la Casa de Gobierno, y se extiende por más de 5 kilómetros, por los que todavía quedan vestigios de viejos hoyos que funcionaban allí en otros tiempos como una suerte de respiraderos, entre la oscuridad y la humedad que lo invaden todo
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EL NACIMIENTO
Eran tiempos de florecimiento y expansión de Buenos Aires. De hecho, en diciembre de 1913 se había inaugurado el servicio de la línea A de subterráneos, algo que colocaba a la capital argentina entre las pocas ciudades del mundo en contar por aquel entonces con este tipo de transporte.
"No por casualidad, la compañía Anglo Argentina, autorizada a construir y explotar la red de subterráneos, tuvo también que ver por esa misma época (1912-1916) con la construcción de otro túnel algo más abajo aunque casi paralelo a la línea A, pero rigurosamente cerrado a la vista del público. Se trataba de suplir la carencia de una conexión directa entre la zona portuaria y el ferrocarril más antiguo del país, el del Oeste (hoy Sarmiento)", explicó al reconstruir la historia del túnel la revista Siete Días en su edición del 26 de junio de 1974.
"Contrariamente al subterráneo de pasajeros, que se hizo a cielo descubierto, levantando la Avenida de Mayo, este otro túnel se construyó como los socavones de las minas, en el mejor estilo topo. El resultado fue una obra de ingeniería notable, verdaderamente fuera de serie, para la época, tanto que subsiste en excelentes condiciones hasta el presente", detalló la publicación.
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Con una profundidad que en algunos tramos alcanza los 20 metros, el túnel sirvió para atravesar el corazón porteño sin barreras ni interferencias para el tránsito.
"Desde luego, un túnel como este tiene su propia e intransferible historia, llena de anécdotas pintorescas, como aquella del vagón que volcó una suculenta carga de granos y generó así un ejército de saludables, rozagantes y no muy encantadoras ratas. O la de los contrabandistas, que echaban sus bultos non sanctos en los vagones de carga estacionados en el puerto y luego los iban a recoger tranquilamente en el Once", reconstruyó la revista.
Hacia fines de los años 40 por allí también transitó una línea de trenes de pasajeros con carrocería de madera que partía de una estación llamada 1º de Marzo, ubicada en la intersección de las vías del puerto con la calle Juan Domingo Perón (entonces llamada Cangallo), y llegaba hasta el barrio de Caballito.

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