domingo, 16 de septiembre de 2018

LA OPINIÓN DE LUIS PALMA CANÉ

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La lira turca, nuestro peso y las mayores debilidades
Luis Palma Cané
Turquía, por sus números vulnerables, sufrió un impacto mayo
A fines de abril la tasa de 10 años del Tesoro de Estados Unidos tocó la barrera psicológica del 3% anual, lo cual provocó en el mundo inversor un fuerte incremento de la aversión al riesgo. Este escenario dio lugar a lo que se conoce financieramente como un vuelo hacia la calidad ( flight to quality). Es decir, salida de los capitales de los mercados considerados como más riesgosos (emergentes) en busca de refugios de valor, especialmente al dólar de EE.UU.
En consecuencia, rápidamente los inversores se desprendieron de sus tenencias en las respectivas monedas domésticas y demandaron la divisa norteamericana, con lo cual se produjeron devaluaciones en todos los países emergentes. Sin embargo, fue en la Argentina donde más pérdida de valor hubo en este ciclo de flight to quality que, aproximadamente, finalizó hacia fines de junio. En efecto, tomando como base el cierre de 2017, nuestro peso al 30 de junio se había devaluado un 55%, mientras que el promedio de monedas emergentes solo lo había hecho en un 8,5%. Solo a modo de ejemplo se pueden citar las pérdidas en el mismo período de las siguientes monedas: peso mexicano, 0,5%; sol peruano, 3,2%; peso chileno, 5,7%; rupia india, 7,8%; real brasileño, 14,5%; lira turca, 21,1%.
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¿Cuáles fueron las razones de tamañas diferencias? ¿Por qué nuestro país fue el más castigado? Claramente el gatillo del "ataque" a las monedas fue igual para todos los mercados emergentes. Esto es: se dio la ruptura del techo psicológico ya mencionado del 3% de los bonos del Tesoro (con expectativa de más subas de aquí a fin de año) y se sumó una absorción de liquidez global generada por la política monetaria restrictiva de Estados Unidos y por una compleja situación geopolítica determinada, principalmente, por el inicio de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
¿Por qué, entonces, si todas las monedas sufrieron el mismo gatillo externo, el mayor impacto recayó sobre el peso argentino? La respuesta es que, al presentar distintos grados de vulnerabilidad, no todos los mercados emergentes son iguales. Nuestro país -junto con Turquía- presenta uno de los escenarios económicos y políticos más débiles del grupo.
En lo político, la fuerte oposición, la corrupción y la inseguridad jurídica generan un elevado grado de incertidumbre. Y, por su parte, las variables económicas que más impactan en la vulnerabilidad presentan un complejo escenario: déficit fiscal y de cuenta corriente (2,7% y 5,0% del PBI, respectivamente), crecimiento nulo o negativo (0,5%/1,0%), inflación anual no menor al 30% y deuda externa abultada. Este combo político/económico le ha generado a nuestro país un altísimo grado de vulnerabilidad, razón por la cual la creciente aversión global al riesgo provocó una mayor pérdida de valor en el peso argentino que en el resto de las monedas emergentes.
En julio se suavizó la salida de capitales a tal punto que, a lo largo del mes, el peso argentino se revaluó 5,7%, mientras que el índice MSCI de monedas emergentes se mantuvo estable.
Sin embargo, a inicios de agosto comenzó a complicarse nuevamente la situación internacional debido a que se potenció la guerra comercial China/EE.UU, con una extensión del conflicto a otros países y con la imposición de nuevas sanciones comerciales de Estados Unidos a Rusia, en represalia por el presunto asesinato de un espía ruso. Este nuevo escenario gatilló otro flight to quality que, en este caso, impactó inicialmente en la ya endeble lira turca.
En los primeros días de este mes esta moneda se devaluó un 9%. Las causas fueron las mismas que afectaron a nuestro país en el ciclo anterior. Esto es: un elevado grado de vulnerabilidad dado, también, por factores políticos y económicos fuertemente negativos. En lo político, Turquía es gobernada por el dictador Recep Erdogan, quien enfrenta una férrea oposición democrática que es fuertemente reprimida. En lo económico se repiten las mismas debilidades que en nuestro país: déficit de cuenta corriente y fiscal (6% y 3,3 % del PBI, respectivamente), crecimiento en desaceleración, inflación creciente del orden del 15% y abultada deuda externa.
Eso no es todo. El impacto del gatillo externo contra Turquía se aceleró el viernes 10 de agosto, cuando el presidente Donald Trump le impuso a Estambul -en represalia por no liberar a un pastor americano encarcelado durante el golpe de 2016- nuevos aranceles a la importación de aluminio y cero.
El significado de la medida fue muy claro: Estados Unidos descartaba toda posibilidad de ayuda. Ese mismo día la lira turca se desplomó un 17% y el lunes siguiente, un 7% adicional. Se generó así, en los primeros 13 días de agosto, una pérdida de valor del 40% y pérdida una acumulada en el año de 59,4%. Este tembladeral de dos días en el mercado cambiario turco solo impactó levemente en los países emergentes. Sin embargo, en nuestro país -nuevamente, por sus vulnerabilidades- el peso cayó un 7 %. Así, desde el inicio del año, acumuló una devaluación del 62,1%.
En síntesis: los dos ciclos de flight to quality analizados fueron gatillados por factores externos comunes a todos los países emergentes. Sin embargo, en el primer ciclo (mayo y junio) y por sus vulnerabilidades internas, el peso fue la moneda que más sufrió. En el segundo ciclo iniciado en agosto, la lira turca se desplomó en solo 48 horas, como efecto de un ataque arancelario directo de EE.UU. La pregunta final sería: ¿por qué, entre los emergentes, la Argentina y Turquía fueron los más impactados por los flight to quality, sufriendo ambos devaluaciones (si se toma como base el cierre de 2017) superiores al 50%?
La respuesta es muy clara: ambas economías presentan los más altos niveles de vulnerabilidad del conjunto de las emergentes. En consecuencia, en la medida en que las debilidades no se vayan corrigiendo, cualquier desequilibrio en el mercando cambiario global impactará más en la Argentina y en Turquía que en el resto de los emergentes. ¡Las vulnerabilidades no son gratis!
El autor es economista

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