sábado, 18 de abril de 2020
LA OPINIÓN DE CLAUDIO JACQUELIN,
Una escenificación sin detalles
Claudio Jacquelin
Una imagen vale más que mil palabras. Esa pareció ser la premisa elegida por el Gobierno para el anuncio de reestructuración de la deuda bajo legislación extranjera. El afiche de la película importó más que el desarrollo y el guion. El tráiler no reveló el argumento. Apenas lo sugirió.
Disposición a negociar, preservando los intereses nacionales, "ser serios" y contar con el apoyo de todas las fuerzas políticas con responsabilidades de gobierno fueron los ejes de una puesta en escena apalancada parcialmente por los discursos. La foto los pone en valor. Pero los primeros minutos de la película no terminan por confirmar que los propósitos se hayan cumplido ni auguran, necesariamente, que se vayan a cumplir.
Recién concluido el acto, la frase de un miembro del Gobierno reafirmó el gran objetivo buscado: "Fue una propuesta de toda la Argentina, no solo de un gobierno, que trasciende a los próximos cuatro años", dijo. Apariencias con varios objetivos. O expresiones de deseos.
Las destinatarios de las señales fueron tanto los acreedores y el FMI como el grueso de la opinión pública nacional, el oficialismo en sus distintas expresiones internas y la dirigencia opositora.
La imagen de Alberto Fernández con Cristina Kirchner y Horacio Rodríguez Larreta a cada lado, ocupando el centro de una escena que completaban Martín Guzmán y Sergio Massa y, en los laterales, Máximo Kirchner y los gobernadores buscó y logró mostrar un aparente apoyo sin fisuras. Incluida la cohesión interna oficialista, que no debe darse por descontada.
También fue una forma de reafirmar la centralidad del Presidente. Como si se buscara demostrar que está en condiciones de decidir hasta quién es el jefe de la oposición. Una foto.
Sin embargo, la falta de detalles de la propuesta de reestructuración que se anunció relativizó rápidamente el impacto fuera del círculo de los incondicionales. Dirigentes de la oposición, representantes de acreedores y analistas financieros coincidieron en la cautela cuando se les pidió opinión sobre el fondo de la cuestión.
Solo los analistas se atrevieron a pronosticar un efecto positivo en los mercados a partir de mañana y durante algunos días. Consideran que lo conocido, aun siendo poco, es mejor que lo que se había dejado trascender. Un éxito de la estrategia comunicacional, que aportará un elemento inicial para celebrar. La revelación de la letra chica y el derrotero de las negociaciones determinarán la duración de los festejos.
El camino por recorrer se presume que será largo y no exento de dificultades, El propio Martín Guzmán abrió el paraguas y anunció probables operaciones comunicacionales de los acreedores. Pareció una advertencia con el objetivo de neutralizar la difusión de eventuales cuestionamientos. La patria versus los buitres siempre es un escenario posible si las cosas se complican. Mucho más teniendo la posibilidad de echar mano a la foto de todo el arco político dando soporte al anuncio.
Sin embargo, apenas unos minutos después de terminado el acto, el correntino Gustavo Valdés, uno de los gobernadores opositores que estuvieron en Olivos, hizo explícitas las relativizaciones. "Fue un primer paso... comienza una nueva negociación", dijo antes de dejar en claro que no había un apoyo a la propuesta porque desconocían casi todo.
Valdés no hablaba solo por él. Expresaba, más allá de matices, a sus colegas cambiemitas Rodolfo Suárez, de Mendoza; Gerardo Morales, de Jujuy, y Rodríguez Larreta.
Ellos, como el resto de los gobernadores, llegaron a Olivos y escucharon a Guzmán y a Fernández sin conocer previamente el contenido de los mensajes. La diferencia con la audiencia televisiva era que ellos estaban en el set poniendo la cara y el cuerpo. La imagen de Massa tomando notas pareció confirmar que los opositores no eran los únicos que carecían de información previa.
Los opositores de Juntos por el Cambio se preocuparon por destacar que su presencia allí debía verse solo como una continuidad del apoyo que sus legisladores le dieron a la ley para la renegociación de la deuda, sancionada el 5 de febrero pasado. No hay avales. Esperan a ver la letra chica.
Con astucia, el Gobierno saca provecho de las necesidades de las provincias para que se reestructure la deuda nacional. Los bonos subnacionales padecen el mismo riesgo de default y su renegociación depende de Fernández y Guzmán. Eso sin hablar de las urgencias financieras de los gobernadores que la epidemia del coronavirus y la consecuente paralización total de la economía solo agravaron. El federalismo es una entelequia con provincias sin plata.
La imagen de que se trató de una propuesta de "toda la Argentina" no tiene solo un objetivo político. Es también un argumento de negociación con los acreedores. El mensaje sería "no se ilusionen con que un eventual próximo gobierno de otro signo hará otra cosa".
Es la respuesta a una primera reacción de algunos bonistas duros que consideran insuficiente el boceto de oferta que se anunció. No tanto por el recorte en el capital e intereses, sino por el plazo de gracia exento del pago de intereses.
"Si me piden que entregue un bono cuyo valor nominal es 100 por uno que dice que vale 40, por el que no me van a pagar nada durante tres años y que el que me va a empezar a pagar es el próximo gobierno, tal vez prefiera esperar", sintetizó un titular de un fondo de inversión que integra el club de los que no se pusieron de acuerdo hasta ahora con Guzmán, como este contó en la conferencia de prensa.
La partida final ya empezó. Los acreedores creen que no será esta la última propuesta. En la Casa Rosada y en Economía, por supuesto, lo niegan. La crisis mundial por el coronavirus parece haber mejorado las chances argentinas. La incógnita es cuánto. Los cálculos de los bonistas y del Gobierno difieren en varios puntos porcentuales.
En el póquer, como les gusta llamar a Fernández y Guzmán a esta negociación, el conocimiento del adversario es clave. El gran problema es que no se trata de un juego.
Todo empezará a develarse cuando se conozcan los detalles. La puesta en escena que presentó el Gobierno logró un impacto inicial. El desarrollo deberá sostenerlo.
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